La gama blanca se vuelve futurista y sostenible
Diseño, ahorro energético e innovación tecnológica son los tres puntales sobre los que se asienta el futuro de los electrodomésticos, un sector que está viviendo un boom consumista a causa de los confinamientos y del incremento de la tarifa de la luz.
Gema Fernández
En los últimos dos años, el hogar se ha convertido en el centro neurálgico de la vida de los españoles. Desde que la pandemia nos confinó y obligó a pasar más tiempo en nuestras casas, hemos cambiado algunos de nuestros hábitos de consumo ... y nos hemos fijado más en las carencias de nuestro entorno vital, haciendo que sean muchos los que hayan optado por invertir en mejorarlo, beneficiando a sectores como el de las reformas y los bienes de equipamiento del hogar.
«Sin pandemia no habríamos conseguido las cifras de facturación actuales» , asegura Javier Lis, director comercial y de marketing de Sinersis. Este grupo, que incluye cadenas como Tien21, Milar y Euronics, facturó 939 millones de euros durante el ejercicio pasado, casi un 9% más que en 2019. Y las ventas de este año siguen en la misma línea, azuzadas ahora por el incremento de la factura eléctrica, que ha lanzado a los usuarios a la búsqueda del electrodoméstico más eficiente.
Según el IDAE (Instituto para Diversificación y Ahorro de la Energía), un hogar medio en España consume cerca de 4.000 Kwh anuales. Los aparatos que más gastan son la nevera (unos 662 Kwh al año) porque está enchufada las 24 horas, la televisión (263 Kwh/año), lavadoras y secadoras (255 Kwh/año, cada una de ellas) y el lavavajillas (246 Kwh/año). De ahí que, para ahorrar energía, la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) recomiende optar por electrodomésticos eficientes, pues –dicen– «al adquirirlos, recortarás en la factura de la luz desde el primer día».
Sin embargo, al consumidor español aún le cuesta decantarse por los productos más eficientes, que suelen ser más caros. La clave –según Yago García, director global de eficiencia energética de Iberdrola– está en que «el usuario entienda que los cambios que está haciendo en su vivienda son buenos para el planeta, pero también para el resultado de su factura a final de mes ».
NUEVO ETIQUETADO ENERGÉTICO
Con ese objetivo, este año se ha cambiado el etiquetado energético de los electrodomésticos. La nueva escala , que va de la ‘A’ y el color verde (la más eficiente) a la ‘G’ y el color rojo (la peor energéticamente), entró en vigor el pasado 1 de marzo. Es más exigente y se espera que, gracias a ella, Europa consiga un ahorro de hasta 167 TWh anuales para 2030. Es decir, el equivalente al consumo de energía de toda Dinamarca.
Su metodología de cálculo de la eficiencia es diferente a la empleada hasta ahora, por lo que no existe una correlación directa con la escala anterior. Así, un frigorífico que hasta hace poco tuviera una nota energética ‘A+++’ (la más alta en el viejo etiquetado), puede pasar a ocupar la categoría ‘B’ o ‘C’, dependiendo de sus características. Y decantarse por un modelo u otro puede recortar la factura por consumo eléctrico hasta un 50% .
Es más, está previsto que sean prácticamente nulos los productos que obtengan la categoría más eficiente (‘A’), «de esta manera se deja espacio a la innovación de los fabricantes, que seguirán diseñando aparatos cada vez más eficientes », apunta Lis.
DISEÑO VS EFICIENCIA
No obstante, este experto reconoce que en los gustos del consumidor sigue primando el diseño por encima de la eficiencia energética. «Antes, los electrodomésticos eran productos funcionales, pero ahora se han convertido en un elemento decorativo , y el diseño en una cualidad fundamental a la hora de elegir qué comprar», afirma Lis. De ahí que en las tiendas de su grupo los artículos que más se venden son los panelables (que se pueden integrar o ‘camuflar’ con los muebles de la cocina), y las campanas decorativas. Y es que –nos explica– «el ahorro en la factura eléctrica no se ve a primera vista, y el consumidor español, al contrario que el del norte de Europa, no tiene tan interiorizado este tema. Es cortoplacista , y no piensa en la compra de un electrodoméstico como en una inversión a largo plazo».
Los que sí parecen haber interiorizado ese tema son los fabricantes que, enarbolando la bandera de la sostenibilidad, están apostando por crear modelos que consuman menos energía e incluso fabricados con materiales reciclados. Eso sí, sin perder un ápice de diseño , e integrando cada vez más la inteligencia artificial en sus productos.
Un estudio publicado por la compañía sueca Berg Insight estima que el número de hogares europeos con este tipo de tecnologías supere los cien millones en 2024. Y los principales actores de este mercado serán marcas como Electrolux, General Electric, Philips, BSH, Miele, Panasonic, LG, Haier, Samsung y Whirlpool.
«El electrodoméstico se adelanta a nuestras necesidades y pasa a ser proactivo» , comentan desde Haier. La firma china lanzó en septiembre una gama blanca con inteligencia artificial conectada a una app propia, con frigoríficos capaces de geolocalizar el móvil del propietario para saber si está en el supermercado e ir regulando su temperatura de forma automática para que todo esté a punto a su llegada a casa; lavadoras que detectan de forma automática el peso y tipo de tejido de la colada para seleccionar el programa de lavado ideal para que la ropa no sufra ningún daño; y hornos que establecen el ciclo de cocción adecuado para el alimento detectado en su interior.
Motores más silenciosos; nuevos sistemas de tratamiento antibacterias por luz ultravioleta ; lavadoras con dosificación automática de detergente y suavizante; o frigoríficos capaces de llevar un control de la lista de la compra y de ajustar la temperatura por compartimentos son solo algunas de las prestaciones que ya incluyen muchos de los electrodomésticos en el mercado.
Además, este año se han empezado a comercializar en España los primeros productos de gama blanca fabricados con materiales reciclados y biocompuestos. Botellas de plástico, residuos de redes de pesca o hilo industrial, así como cáscaras de huevo o caña de azúcar son algunos de los elementos empleados por Beko en la lavadora EcoTub, el horno EcoFiber, la secadora GreenDry, el frigorífico BiCycle, la máquina de café expreso BioCoffe y el lavavajillas AutoDose, con el objetivo de «promover un consumo más sostenible y reducir el impacto medioambiental» .
Y es que, según un estudio de las Naciones Unidas (ONU), cada año los europeos producimos más de 16 kilos de desechos electrónicos por persona, de los que casi la mitad proceden de viejos electrodomésticos, y la Unión Europea (UE) solo es capaz de reciclar el 40% de esos residuos.
PLAN RENOVE
En España, los datos oficiales estiman que cada año se sustituyen en nuestro país cerca de tres millones de aparatos de estas características. Por eso, la Federación Española de Comerciantes de Electrodomésticos (Fece) lleva tiempo pidiendo al Ejecutivo de Pedro Sánchez un plan renove, similar al que se aplica a los coches. En su opinión, «fomentaría la compra, dinamizando la economía y permitiendo reducir el consumo de energía al sustituir viejos aparatos por otros más eficientes. Así, se contribuiría al cumplimiento de los objetivos medioambientales del país, incrementando los niveles de recogida de residuos de aparatos eléctricos y electrónicos, y evitando la deslocalización industrial de las plantas instaladas en nuestro territorio, ayudando al mantenimiento y creación de empleo en el sector».
Según la patronal del sector, un plan de estas características no implicaría un aumento del gasto público, ya que, –explican– «vía impuestos se recuperaría de forma inmediata todo lo invertido en el mismo, incrementando incluso la recaudación debido a posibles ventas cruzadas».
Lo que, sin embargo, sí podría incrementar el precio de los electrodomésticos es la nueva normativa de consumo que entrará en vigor el 1 de enero de 2022, y que amplía un año (de 2 a 3) el plazo de garantía de un producto. Además, durante los dos primeros años (antes solo eran seis meses), el cliente no tendrá que demostrar la falta de conformidad con el producto comprado para devolverlo.
Como advierten fabricantes y distribuidores, esta modificación de la ley, pensada para beneficiar a los consumidores, puede acabar dándose la vuelta y suponer una subida de precios. «Dar tres años de garantía es más caro que dar dos, y ese sobrecoste se acabará trasladando al precio final del electrodoméstico », comenta el director comercial de Sinersis. Y aún queda por ver cómo afectará al sector el encarecimiento de materiales como el acero, indispensable en la fabricación de electrodomésticos, apunta Lis.
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