Pantalones blancos, la prenda estrella del verano: así deberías llevarlos

De entrada, el pantalón blanco se enfrenta a dos problemas grandes que le han llevado a a coleccionar una legión notable de enemigos, como le pasa a las sandalias : las manchas se notan enseguida y el blanco engaña al ojo humano , pareciendo que el cuerpo al que viste es más voluminoso de lo que en casi todos los casos es en realidad.

Son dos argumentos simples pero los más acertados para entender por qué a muchos hombres les cuesta verse con pantalones blancos en cualquiera de sus versiones, y a ellos se une, para colmo, esa idea que muchos aún tienen en la cabeza de irremediablemente unirlo a lo que el cine nos ha metido en la cabeza como el uniforme veraniego por excelencia de la mafia. Todo esto hace que se hable poco de sus virtudes, que también las tienen.

La primera es tan obvia que ni siquiera los defensores del pantalón blanco la usan mucho para defender su postura: al ser minimalista y limpio, es un tipo de pantalón que encaja con toda la paleta de colores y con todos los estilos de prendas, incluidas las americanas además de todas las prendas de corte urbano más informales. La segunda gran virtud, más subjetiva y debatible pero cierta en nuestra opinión, es que por muy sencillos que parezcan, resultan originales dentro de un vestidor masculino precisamente porque son un rara avis en ellos.

La tercera virtud es que son todo un reto de estilo , y no hay mejor motivación que esta para un hombre que quiere presumir de buen gusto, de estilo, en mayúsculas. Si sabes sacarle partido a un pantalón blanco es una forma de demostrar que tienes madera de dandy.

Y no creas que para hacer brillar un pantalón blanco hay que pensar irremediablemente en mocasines y blazer, sino que puede ser todo lo contrario, combinándolos de manera informal con unas deportivas y una sudadera o un suéter básicos , por ejemplo. Todo depende de qué tipo de pantalón blanco sea el que tienes en tu armario y cuál sea su corte, pero la neutralidad es el mejor aliado de esta prenda difícil de encajar.

Esta última idea es perfecta en el caso de los jeans, que además han sido minitendencia en la última temporada invernal, donde se han dejado ver de nuevo después de mucho tiempo en el destierro. El tejido denim es seguramente el chaleco salvavidas del pantalón blanco, que tiene mucho más difícil calar en masa en el formato que antes le viene a la cabeza a la mayoría de la gente que piensa en ellos: en lino. De nuevo, el recuerdo de las fiestas mafiosas aparece con fuerza en la memoria. Está demasiado cerca en el tiempo para muchos hombres hoy maduros que no reniegan de esa estética, y eso que no hay tejido en verano como el lino .

Conviene de todos modos alejarse de estos recuerdos que son parte del pasado porque, más allá de las virtudes del lino en la época de calor, lo ‘preppy’ está de vuelta . Y si hay un estilo concreto en el que cual el pantalón blanco pueda encajar de una forma más marcada y atrevida, menos neutral precisamente, ese es el estilo propio de la Ivy League del que vivió el ambiente universitario de la costa este norteamericana en las primeras décadas de la segunda mitad del siglo XX. Piensa en firmas clásicas de esta forma de interpretar la moda como Ralph Lauren o Tommy Hilfiger y enseguida te vendrá a la cabeza referencias para presumir de pantalón blanco de acorde a las tendencias actuales de la moda masculina.

De todos modos, dando por hecho que el ‘preppy’, por mucho que se lleve, no es para todo el mundo, hay alternativas vanguardistas para darle un nuevo aire a nuestro protagonista en estas líneas. No todo es “pijo”, que es lo que a muchos hombres que lo rechazan les resulta lo ‘preppy’, ni “aburrido”, que es lo que aquellos que reniegan de los básicos suelen argumentar; si eres de lo que ha venido a jugar, prueba con combinaciones más estridentes, sobre todo en invierno, que es el momento del año en el que a priori menos apetece llevar un pantalón blanco pero en el que suele funcionar de miedo. Combínalo con prendas militares o camisas estampadas, por citar dos ejemplos donde el contraste es radical pero tiene muchísimas probabilidades de resultar un éxito.