«Hay que volver a reencontrarse con los padres, darles su espacio»

- Yo a veces lo escucho.

- Bien. ¡Muchas gracias!

- A ti te escuchan casi 2 millones de personas todos los días, pero veo que jóvenes de mi edad utilizan Spotify y otras plataformas. ¿Cómo haces para que los adolescentes como yo te escuchen? 

- Es verdad que en los últimos quince años ha cambiado mucho la radio, la forma de escuchar música…Incluso la forma de divertirse, ¿no? Cuando nosotros empezamos, había muchas menos emisoras. La competencia ahora es muchísimo más brutal. Y además de la competencia de las otras emisoras, hay que añadir la competencia de estas plataformas, que yo creo que tienen un sentido completamente distinto a la radio. Lo importante de la radio es el tú a tú. Ese es el valor que tiene por encima de lo demás: la presencia de alguien que te está recomendando, que te está contando algo importante y que no es una selección automática de tus gustos, sino una presencia de otro que se comunica contigo.

- ¿Qué ha cambiado de la audiencia anterior a la que tienes ahora? 

- Ha cambiado el ritmo. El tiempo medio de escucha de los oyentes es menor. La gente quizá tenga menos paciencia y tengas que ser un poco más directo. Se ha notado tanto en la radio de entretenimiento como en la radio informativa. Hay que ir mucho más al grano. Hay que empezar el mensaje muy directamente para atrapar al oyente. Prácticamente no le puedes dejar ni un segundo de duda.

- ¿La radio sigue siendo un canal atractivo para las nuevas generaciones? 

- Lo es. Rotundamente. A pesar de que han salido nuevas maneras de comunicar como Twitch o TikTok, no hay otro medio tan rápido, tan cercano, como la radio. Cuando hay épocas de tensión, se necesita tener una vía de escape, algo que entretenga, que divierta y que haga pensar que el mundo no se va a acabar al día siguiente. Yo creo que para eso estamos ahí.

- ¿Por qué crees que en este momento hay muchos más jóvenes que actúan de manera violenta con sus padres o profesores?

- Yo creo que hay una falta de autoridad. No estoy hablando de algo estricto, duro. No. La autoridad es otra cosa. Es que los jóvenes vean un punto de apoyo en sus padres, y un referente en sus padres y profesores, alguien que les va a ayudar a ser mejores personas y que necesitan de ellos para crecer.

- ¿Tú crees que cuando los niños van con sus padres en el coche y conectan Cadena 100 les hace ilusión y les atrae escuchar a chicos de su edad participando y preguntando en la radio? 

- Yo creo que sí. Sin duda. Les hace mucha ilusión. Les gusta. Es su lenguaje. Pero el programa, en general, no está pensado para los niños. Está dirigido a los padres y es a quienes realmente buscamos que les entretenga, que les resulte divertido y que les enganche. Pero, también, es una manera de decir: «este es un sitio que podéis escuchar con vuestros hijos». Sabes que en cuanto falles una vez, ese oyente no vuelve. Por lo tanto, es un compromiso fiel.

- Javi, ¿tú crees que hoy en día se puede transmitir la fe a los jóvenes a través de los medios de comunicación? 

- Y a través de todas las partes y de todo comportamiento. Es algo que va con la persona y que se transmite con un comportamiento y una forma de ser. Cuando tú sonríes es porque estás feliz, estás contento, estás a gusto. Y eso es lo que a la gente le resulta atractivo. Y a ti, ¿qué te hace feliz? Es a partir de esa pregunta cuando uno empieza a buscar respuestas.

- Javi, tú tienes cuatro hijos. ¿Cómo crees que afecta a la relación entre padres e hijos este mundo de la economía de la atención? 

- Cada etapa tiene sus propias dificultades. Es verdad que hay etapas en las que los hijos se distancian mucho de los padres. Hay que volver a reencontrarse con ellos, darles su espacio. Estar ahí en la medida de lo posible, sin juzgar, para esperarles porque en algún momento vuelven.

- ¿La tecnología ayuda o perjudica para que se entiendan padres e hijos? 

- A mí me sirve de gran ayuda estar en constante comunicación. Eso es buenísimo. Eso no pasaba antes. Pero también es verdad que hay que tener cuidado con la cantidad de horas que pasan con los dispositivos. El problema ya no es sólo el tiempo que dedicas y el acceso a determinados contenidos, sino también el aislamiento del mundo, de la familia y de tus amigos que te produce tener ese teléfono constantemente encendido y estar pendiente de él.