Terremoto en Marruecos
Marruecos llora a la intemperie los más de 2.000 muertos del terremoto
Algunas familias han regresado a casa, pero muchas otras han decidido pasar la noche al raso por temor a las réplicas
Cientos de familias en la calle por temor las réplicas: «Si hay una sacudida por la noche estamos en peligro»
La espectacular reacción de un padre español en el terremoto de Marruecos: «Dejé a mis hijos y subí a socorrer a la gente
Sigue en directo la última hora del terremoto en Marruecos

Han pasado 24 horas exactas desde que la tierra temblara en Marruecos y Jawad regresa a su casa con su familia: Leila, su mujer, Marbua de tres años y el pequeño Nasir, de solo dos meses.
Entre un ambiente denso por el polvo ... y la humedad, la familia camina despacio por la Medina de Marrakech, zona más afectada de la ciudad por el seísmo. Entre los callejones que conforman el laberinto de la vieja ciudad está la casa de esta familia de modestos agricultores.
Jawad chapurrea el francés, y entre gestos sabemos cuándo se refiere al terremoto: menea los brazos con fuerza. «Miedo, mucho miedo», repite. Ahora está tranquilo, su familia está bien y su casa, casi un milagro, «Hamdoulilah» (gracias a dios) repite mirando al cielo, no ha sufrido daños importantes. Nada más notar los temblores, abandonaron la casa con lo puesto. Pasaron la noche en vela y ya por la mañana volvieron para coger un par de mantas para pasar el día fuera. «No queríamos estar en casa, nos hemos ido a un jardín a esperar, pero como no ha pasado nada hemos vuelto», cuenta Jawad.
La vivienda, un minúsculo espacio, cuenta con dos dormitorios, duermen en cada uno cuatro personas (la familia de Jawad y la de su hermano) y un pequeño baño. Sin embargo, el edificio de al lado, también de viviendas, está totalmente derruido, hecho escombros. «Alá lo quiso así». A pesar de la precariedad, no falta el ofrecimiento de un té, aunque sean las dos de la madrugada. De momento, la luz funciona y el agua también.
Por el camino, las ruinas se agolpan en las calles y lo que antes era un cruce, ahora es una montaña de arena bajo rocas y polvo que la familia de Jawad tiene que superar para llegar a su casa.
«Aquí había un restaurante», señalan. Ahora, nada. «Aquí, una tienda de venta de argán». Ahora, nada. Algunos barrios de la vieja ciudad corrieron buena suerte, otros tardarán tiempo en recomponerse. Treinta segundos de siete grados Richter fueron suficientes para destrozar a un país entero.
Lo que sí se ha mantenido en pie y sin aparentes destrozos son los Riad, pequeños hotelitos muy socorridos por los turistas que quieren vivir la experiencia de estar dentro de la Medina. «Estos aguantan, son fuertes», dice.
Como la familia de Jawad, otras tantas se dirigen a sus viviendas para pasar la primera noche D. La primera noche después de un terremoto que quedará marcada en la memoria de todos los marroquíes.
La noche después, el seísmo ha dejado más de dos mil muertos y otros miles de heridos, la mayor parte en las zonas más rurales cercanas al Atlas y donde el acceso es complicado. Pero en Marrakech, ciudad siempre en ebullición por sus mercados, la gente intenta o finge volver a la normalidad: algunos puestos de comida y zumos permanecen abiertos en la Plaza de Jemaa el Fna y decenas de motillos recorren las derruidas calles de la Medina. «Todo está tranquilo, ya pasó», dice Medi, un italiano de origen marroquí, que acababa de cenar en uno de los famosos puestos de 'pinchitos' en el centro de la Plaza y que está de visita en Marrakech.
Sin embargo, gran parte de esa plaza la ocupan familias y personas que prefieren pasar la noche a la intemperie. Muchas no tienen otra opción, han perdido todo lo que tenían. Otras, por miedo a una réplica y la gran mayoría, para sentirse arropados por sus vecinos.
Como es el caso de Moulay, un profesor de instituto que pasará su segunda noche con su familia en la calle. Preparados con varias mantas, Moulay y su esposa agradecen poder contar lo que sucedió. «Los niños lloraban mientras todo se movía, pero ya estamos bien», cuenta Moulay. Su casa está bien, pero prefieren esperar a que la situación se estabilice.
¿Cuándo será eso? Ha habido informes de réplicas y todo el mundo sigue en alerta máxima.
Otras familias, más pudorosas, han montado campamentos con sábanas entrelazadas en los árboles para guardar más intimidad. Los niños lo ven como un juego, muchos aprovechan las horas en la calle para echar un partido de fútbol o jugar con los amigos. Los más mayores, se arropan entre ellos e intercambian historias de cómo vivieron el terremoto.
El terremoto se produjo poco después de las 11 de la noche, hora local, y derribó edificios de piedra y piezas de un imponente minarete en el centro de Marrakech. Se derrumbaron secciones enteras de las murallas construidas en el siglo XII de la famosa medina de arena roja de la ciudad marroquí. Sin embargo, la peor parte se la han llevado en las zonas rurales del país donde se concentra el mayor número de muertos.
Se trata del peor terremoto jamás experimentado por Marruecos, en términos de potencia en la escala de Richter. Según la Cruz Roja, «decenas de miles de personas están en las calles, sin comida ni acceso al agua». Marruecos podría «necesitar ayuda durante varios años», afirmó el sábado por la noche la organización de ayuda humanitaria
Rabat declaró el luto nacional de tres días, anunció el gabinete real en un comunicado publicado por la agencia oficial MAP, tras una reunión presidida por el Rey Mohammed VI, dedicada a examinar la situación tras el terremoto.
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