Las víctimas del amianto, tras 15 años de lucha: «Vivimos con la incertidumbre de si desarrollaremos un tumor»
El Senado aprueba por unanimidad la ley que facilitará las indemnizaciones sin acudir a juicio. Se estima que se podrían beneficiar al menos 7 mil personas
Un «alivio» tras años luchando por hacerse oír. Así recibieron este miércoles los afectados por el amianto la aprobación por unanimidad en el Senado -259 votos de 260 emitidos- de un fondo de compensación para las víctimas y que evitará las trabas judiciales. Dotado ... para este año con 25 millones de euros de los Presupuestos Generales del Estado, su función será, según la proposición de ley, «la reparación íntegra de los daños y perjuicios sobre la salud» resultantes de la exposición al amianto en el ámbito «laboral, doméstico o ambiental» así como a sus «causahabientes (herederos)». Tras la publicación en el BOE, en tres meses se prevé que esté en funcionamiento gestionado por el Instituto Nacional de la Seguridad Social.
Los beneficiarios serán aquellos que tienen reconocida la enfermedad profesional ocasionada por el amianto, pero no solo ellos. Igualmente lo serán quienes sufren una enfermedad que aunque no se ha reconocido como profesional, se ha demostrado que la causa es el amianto y también los herederos de personas que han fallecido como consecuencia de las patologías que provoca la exposición al asbesto.

Las cifras del amianto en España
El amianto lo forma un grupo de silicatos fibrosos (silicatos de hierro, sodio, magnesio y
calcio) de composición química variable que, por rotura o manipulación, pueden liberar
las fibras que contienen y pueden dañar seriamente la salud
Sectores que han trabajado con este material
Fibrocemento
Material ferroviario
Industria naval
Trabajadores expuestos al amianto
Menos de 1.000
Entre 1.001 y 4.499
Más de 4.500
Sin datos
Santander
Bilbao
Zaragoza
Gijón
Ferrol
Valladolid
Vigo
Barcelona
Madrid
Toledo
Valencia
Ciudad Real
Sevilla
Alicante
Cádiz
Cartagena
Córdoba
Málaga
Canarias
Propiedades principales
Enfermedades asociadas a
la manipulación del material
Resistencia mecánica
y a la abrasión
Tumor
de faringe
Tumor
pulmonar
Baja
conductividad
eléctrica
Tumor
de laringe
Hasta su
prohibición
total en diciembre
de 2002, el amianto
se utilizó de forma
generalizada en
la construcción
debido a su bajo
coste y sus excelentes
propiedades:
Incombustibilidad
Impermeabilidad
Asbestosis
(Fibrosis
pulmonar)
Cáncer peritoneal
(Tejido que soporta
la cavidad abdominal)
Cáncer pleural
(Mesotelioma)
Resistencia a
agentes químicos
y no biodegradable
Fibrosis pleural
Placas pleurales
Aislamiento
térmico-acústico
Fuente: insst (Instituto Nacional de Seguridad y Salud en el Trabajo),
GDA (Gestión del Amianto) y elaboración propia
P. SÁNCHEZ/ ABC

Las cifras del amianto
en España
El amianto lo forma un grupo de silicatos fibrosos
(silicatos de hierro, sodio, magnesio y
calcio) de composición química variable que,
por rotura o manipulación, pueden liberar
las fibras que contienen y pueden
dañar seriamente la salud
Sectores que han trabajado
con este material
Fibrocemento
Material ferroviario
Industria naval
Menos de 1.000
Entre 1.001 y 4.499
Más de 4.500
Sin datos
Gijón
Santander
Bilbao
Zaragoza
Ferrol
Valladolid
Vigo
Barcelona
Madrid
Toledo
Valencia
Ciudad Real
Sevilla
Alicante
Cádiz
Cartagena
Córdoba
Málaga
Canarias
Propiedades principales
Resistencia mecánica
y a la abrasión
Baja
conductividad
eléctrica
Hasta su
prohibición
total en diciembre
de 2002, el amianto
se utilizó de forma
generalizada en
la construcción
debido a su bajo
coste y sus excelentes
propiedades
Impermeabilidad
Incombustibilidad
Resistencia a
agentes químicos
y no biodegradable
Aislamiento
térmico-acústico
Enfermedades asociadas a
la manipulación del material
Tumor
de faringe
Tumor
pulmonar
Tumor
de laringe
Asbestosis
(Fibrosis
pulmonar)
Cáncer peritoneal
(Tejido que soporta
la cavidad abdominal)
Cáncer pleural
(Mesotelioma)
Fibrosis pleural
Placas pleurales
Fuente: insst (Instituto Nacional de Seguridad y
Salud en el Trabajo), GDA (Gestión del Amianto)
y elaboración propia
P. SÁNCHEZ/ ABC
En España, entre 1994 y 2008 hasta 3.943 personas fallecieron directamente a causa del amianto. Durante todo el siglo XX se importaron hasta 2,6 millones de toneladas de este material. De esas, tres cuartas partes de se utilizaron para fabricar fibrocemento en la construcción, y están por todo el país. Anualmente se diagnostican en torno a 700 mesoteliomas (tumor en los tejidos de los pulmones). Entre 2003 y 2009 podrían haberse producido 7.154 casos a indemnizar en sus diferentes modalidades, debidos todos a diversas patologías producidas por el amianto. El texto legislativo reconoce que hasta 2023 el número de casos continuará ascendiendo, y es que los efectos dañinos del amianto pueden materializarse hasta 50 años después de la exposición.
Pese a las advertencias médicas internacionales, el amianto no se prohibió en España hasta 2002. Su alta resistencia y poder ignífugo lo situaron como un material ampliamente extendido en la industria, pero también para usos domésticos y fontanería. «La exposición al amianto puede causar efectos gravísimos sobre la salud. La mayoría de casos de mesotelioma, un tipo de cáncer en la pleura, están relacionados con exposición al asbesto, y no hay un umbral seguro de exposición», desgrana la neumóloga Cristina Martínez, coordinadora del área de enfermedades medioambientales dentro de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (Separ). A pesar de que el amianto sigue tan presente, solo habría que preocuparse «cuando está deteriorado y se desprenden fibras», explica la doctora. Entonces, la normativa para la retirada es muy específica, y solo empresas autorizadas pueden hacerlo con las medidas adecuadas.
«Para retirar la uralita hay que llevar, además de equipos de protección individual, una cabina de descontaminación. Una vez retiradas las placas o las bajantes, se introducen en unos sacos especiales y el trabajador vuelve a la cabina y se ducha», explica Juan Manuel Naranjo, de Verticalia fachadas. Desde esta empresa especializada corroboran que el proceso está «tremendamente burocratizado».
Vivir con la incertidumbre
Jesús Uzkudun, portavoz de la asociación Asviamie, Asociación de Víctimas del Amianto del País Vasco, cree que el fondo no resuelve «todos los problemas» de los afectados, pero que sí dará «algo de oxígeno» a las familias. «Han sido más de 15 años de lucha», cuenta. Su batalla empezó desde su puesto de responsable de Salud Laboral en el sindicato CCOO de Guipúzcoa. «Yo era uno de los que más sabían sobre el amianto», asegura, pero nunca pensó que él también podía ser una víctima. Pasaron varios años hasta que cayó en la cuenta de que también en las siderurgias como en la que trabajó, la de Pedro Orbegozo-Arcenor de Hernani (Guipúzcoa), el amianto está por todas partes. Los hornos y muchas de las piezas que utilizaban estaban cubiertas de este material y las nubes de polvo que se formaban en el proceso de fundición contenían fibras en suspensión.
«Cuando me di cuenta, ya era tarde», lamenta. El peor de los presagios se cumplió hace tan solo un año. El neumólogo le llamó preguntándole si podía respirar. «Eso me asustó», confiesa. Le habían detectado una asbestosis, una enfermedad pulmonar crónica causada por la inhalación de fibras de amianto. De momento puede hacer una vida normal y no ha perdido capacidad pulmonar, «aunque el riesgo de desarrollar un tumor o tener que vivir pegado a una bombona de oxígeno siempre está ahí».
A Luis Sukia el cáncer de pleura le apareció cuando recién estrenaba su jubilación y falleció solo siete meses después de recibir el diagnóstico. Hoy su viuda, Mari Carmen Mendizábal, recuerda la angustia que vivieron aquellos meses. En el otoño de 2020 su marido acababa de cumplir 66 años. «Llevaba un tiempo que no estaba bien», pero en los chequeos los médicos no encontraban ningún signo preocupante. Hasta que un día empezó a tener síntomas de un fuerte catarro y casi no podía respirar. Fue al hospital y el diagnóstico, que le llegó en plena pandemia, fue demoledor. El médico le preguntó si había trabajado alguna vez con amianto y una biopsia confirmó que sufría un cáncer terminal.
El problema era que Luis no sabía dónde había estado expuesto. Solo había trabajado en dos empresas, y llevaba más de treinta años en la misma fábrica donde se jubiló. Trabajaba con hierro, y había «mucha mierda», pero no amianto, explica su viuda. Después de mucho investigar, la familia descubrió que la exposición se había producido en la empresa Fundiciones Etxeberria de Lazkao (Guipúzcoa), donde había estado empleado hacía más de tres décadas. Empezaron entonces «dos luchas»: una legal, para buscar el reconocimiento de la enfermedad, y otra médica.
Meses de lucha
Después de meses de trámites, le reconocieron la enfermedad laboral, aunque para entonces, Luis ya había fallecido. «Nunca se llegó a enterar de que era aquella otra empresa la que le había causado la enfermedad», lamenta Mendizábal. Además, la fábrica hacía décadas que había cerrado y la familia no tenía a quién solicitar una indemnización. Su única opción pasa ahora porque el texto aprobado incluya una cláusula que reconozca la retroactividad.
Alberga pocas esperanzas de ello, pero sí cree que es importante que la nueva ley sirva para reconocerles como «víctimas». Jesús Uzkudun cree, además, que el fondo también podría servir para ayudar a otras víctimas que hasta ahora tampoco estaban reconocidas. Es el caso de las mujeres que se contaminaron por lavar la ropa de trabajo de sus maridos. Entre ellas está el caso de una mujer de Vergara, también Guipúzcoa, que falleció por un mesatelioma pleural, una enfermedad vinculada al amianto. La investigación concluyó que la exposición al asbesto, en su caso, se había producido por lavar los monos de su marido que trabajaba en CAF, una multinacional en la que hay documentados varios afectados por este material. «Y no es el único caso», añade.
El problema es que muchas veces el diagnóstico llega años después de haber estado expuesto y muchos de los enfermos ni siquiera son conscientes de que habían trabajado en lugares llenos de amianto. Por eso los dos insisten en la necesidad de avanzar en un registro de personas que pudieron estar expuestas a este material y de desarrollar programas de prevención con chequeos periódicos que permitan detectar las afecciones antes de que sea demasiado tarde. «Ahora puedes estar bien, pero el diagnóstico puede llegar de repente», advierte Uzkudun.
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«Estos enfermos tienen el hándicap de que primero se les tiene que reconocer la enfermedad profesional, y pueden tardar entre uno y tres años en conseguirlo. Después, tienen que reclamar a empresas que igual ya no existen», explica Andrea Peiró, socia de Opamianto Abogados, especializados en estos temas. «Judicialmente para ellos es un camino tortuoso y muchas veces se cansan porque es un dolor añadido al que ya sufren», añade. Peiró añade que, en general, las enfermedades profesionales están «infrarreconocidas», y que depende de cada comunidad autónoma encontrar ese apoyo.
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