El verano se convierte en la estación del año más peligrosa en España
Solo entre junio y agosto de 2022, el exceso de mortalidad por calor fue de 4.800 personas. Los días con riesgo de incendios se han duplicado en 40 años
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Se asocia a las vacaciones, a la familia, a los libros, a los juegos y a los paseos tranquilos. También a la brisa marina, a las noches a la fresca o al olor del protector solar. Es la estación en la que cada uno tiene ... tiempo para disfrutar y, quizá por eso, el verano se ha visto tradicionalmente con buenos ojos. Pero en España el escenario ya no es tan benigno. «Hace muchos años, la estación más dura en nuestro país era el invierno», defendió este lunes el meteorólogo Albert Barniol. Ahora el riesgo ha cambiado de estación. «El verano es la estación más peligrosa. Es la menos confortable y donde los fenómenos extremos ocurren de forma más frecuente. El calor es probablemente el fenómeno extremo más peligroso que tenemos en el país», resumió el presentador del tiempo de TVE.
Andalucía ha dado a conocer la primera víctima mortal de la ola de calor, un hombre de 47 años en Aznalcóllar (Sevilla) que trabajaba el sábado en su finca cuando se empezó a encontrar mal. Las temperaturas extremas matan, pero no solo por golpes de calor: agravan las patologías de base. Ya en 2022, el estío que se caracterizó por un episodio de temperaturas extremas que duró 41 días o porque probablemente fue el más cálido en al menos un siglo, también dejó un exceso de mortalidad atribuible al calor de 4.813 personas, según la estimación del Instituto de Salud Carlos III.
No es un fenómeno exclusivo de España. El último informe de Copernicus y la Organización Meteorológica Mundial cifró en 16.000 las muertes por exceso de calor del año pasado en toda Europa. De hecho, según la Agencia Europea del Medio Ambiente (Aema), las olas de calor ya son responsables de más del 80% de las muertes provocadas por fenómenos meteorológicos y climáticos extremos en Europa. También en Estados Unidos se calcula que es el evento extremo más mortal del país.
Con la Península inmersa en la primera ola de calor del verano, que este lunes dejó hasta 44,4 grados en El Granado (Huelva) y que probablemente se extenderá más de lo previsto inicialmente -al menos hasta el jueves-, el Ministerio para la Transición Ecológica organizó un coloquio con meteorólogos en el que también participó la vicepresidenta tercera, Teresa Ribera, y la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet).
«Ya nos hemos acostumbrado a tener olas de calor en junio, pero hace 10-12 años no era nada frecuente. Teníamos una ola de calor en junio cada siete años», resaltó el portavoz de la Aemet, Rubén del Campo. Su frecuencia en este primer mes del verano se ha triplicado en comparación con los datos de hace 50 años.
El periodo de los peligros asociados al calor se ha ido ensanchando ya que las temperaturas estivales han ganado 7 días por década. «Si el verano dura más, las olas de calor pueden llegar antes y cada vez con temperaturas más altas», dijo Del Campo.
Más días en peligro
De hecho, hoy los españoles sufren unos 15 días más de ola de calor que en los años 70. Unos eventos que también afectan a más población, ya que estos episodios de altas temperaturas ahora se expanden a unas 13-14 provincias más en promedio que en los años 80. Y la intensidad va creciendo: las olas de calor más fuertes se han medido en los últimos 8 años. Registros demasiado parecidos a los del Valle de la Muerte se han alcanzado en los últimos años, como los 47,4 ºC de 2021 en Montoro (Córdoba), marca histórica nacional.
La Aema también advirtió en su informe de este mes que las olas de calor son cada vez más frecuentes, más largas y más intensas y seguirán esta tendencia en todos los escenarios climáticos. «En el sur de Europa, especialmente, puede haber más de 60 días en verano durante los cuales las condiciones son peligrosas para la salud humana, lo que significa un mayor número de muertes e ingresos hospitalarios adicionales, especialmente entre los ancianos y los enfermos, a menos que se tomen medidas de adaptación», aseguró. El riesgo climático, añadido al envejecimiento de la población y al efecto 'isla de calor' en las ciudades, «exige la aplicación urgente de medidas para evitar la pérdida de vidas», decía.
No hace falta superar los 40 grados para empezar a sufrir los impactos del calor en la salud. En cada ciudad, la temperatura umbral a la que empiezan a dispararse los ingresos y muertes no es la misma. En Madrid son 34 grados, en Sevilla 41 y en Coruña 26, por ejemplo. En cada lugar los ciudadanos están adaptados a diferentes condiciones. En salud, con un solo día que se supere la temperatura umbral ya hay impacto y aumenta la mortalidad.
Daños colaterales
Hay otros «efectos colaterales» en España asociados al clima extremo estival, como la llegada de la calima desde el norte de África, avisó la meteoróloga Mar Gómez, de eltiempo.es. «Vemos esos cielos que parecen marte y la gente no era consciente de los peligros para la salud de inhalar esas partículas tan pequeñitas que pueden llegar hasta nuestros alveolos pulmonares y dañarnos gravemente», dijo.
Lo mismo ocurre con las partículas que se desprenden de los incendios, capaces de viajar miles de kilómetros, como demostró ayer la entrada por Galicia de partículas en suspensión procedentes de los incendios de Canadá -aunque a la suficiente altura como para no afectar a la salud de la población en esta ocasión-.
La exposición a este tipo de partículas se añade al peligro del propio fuego, favorecido por períodos secos y cálidos y fuertes vientos. De hecho, el número de días con riesgo extremo de incendios se ha duplicado en la cuenca mediterránea en los últimos 40 años, según un estudio en el que participó el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).
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Y también está la pérdida directa de vidas. Entre 1991 y 2015, según los últimos datos de Transición Ecológica, murieron en la extinción de los incendios forestales 202 personas, de ellas 91 por atrapamiento. Además, la Aema calcula que hay unos 11 millones de personas en la Península Ibérica expuestas al menos 10 días a un nivel de riesgo de incendio de alto a extremo. La cantidad incrementará si continúa el cambio climático. Como resumió Del Campo, «el calentamiento global no se traduce solo en que aumente la temperatura».
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