El Vaticano se pronunciará el jueves sobre las apariciones de Medjugorje

El pasado 17 de mayo el Vaticano cambió los criterios para pronunciarse sobre fenómenos místicos y estableció que ya no se pronunciará sobre si son o no auténticas, sino sobre el fenómeno pastoral que las rodea. Esta decisión le ha permitido desatascar la lista de apariciones pendientes de juicio y dar criterios sobre 9 supuestos fenómenos sobrenaturales. Todo un récord si se piensa que desde 1950 hasta 2024sólo pudieron 'resolverse' seis casos.

Por ejemplo, el pasado 22 de agosto el Vaticano respondió a José Rodríguez Carballo, arzobispo de Mérida-Badajoz sobre unas supuestas apariciones que se remontan a 1945 en La Codosera, en la frontera con Portugal. Allí, la Virgen de los Dolores se habría aparecido a dos jóvenes de 10 y 17 años. El Vaticano las califica de «supuestas apariciones», pero dice que «no hay nada que objetar a esta hermosa devoción». También ese día dio un juicio positivo a sobre unas supuestas apariciones en Bourges, Francia, que se remontan al año 1876. «No hay objeciones doctrinales, morales u otros aspectos críticos con respecto a este acontecimiento espiritual y los fieles pueden dar su asentimiento de forma prudente», decretó el cardenal Fernández.

El juicio no siempre es tan positivo. El 1 de agosto el Vaticano alertó de quienes manipulaban en Puerto Rico el mensaje de una supuesta vidente, Elenita de Jesús (1899-1909), y la identificaban con la Virgen María y con Jesús. «Ante cualquier intento de atribuir a Elenita de Jesús la identidad del Señor, o de María Santísima, el juicio no puede ser otro que 'consta la no sobrenaturalidad'. Elenita de Jesús no es la Virgen María», escribió el purpurado en una carta en la que solicitaba «evitar todo lo que pueda crear confusión».

En el caso de Medjugorje se trata de las apariciones de la «Reina de la Paz» y «Madre del Redentor». La primera tuvo lugar el 24 de junio de 1981, cuando tres chicas de 15, 16 y 17 años vieron una figura femenina con un niño en brazos que identificaron como la Virgen. Al día siguiente regresaron con una prima y dos amigos de su edad, y hablaron por primera vez con la aparición. Las apariciones se repetirían varios días seguidos, y más adelante fueron individuales y con periodicidad diferente para cada vidente.

En poco tiempo, se corrió la voz y hoy en día decenas de millones de peregrinos viajan a este lugar para rezar o para confesarse, sin que la Iglesia católica las haya reconocido. En 2010, Benedicto XVI instituyó una comisión especial con teólogos, psicólogos y mariólogos para que interrogara a los videntes y testigos de lo ocurrido y diera una respuesta definitiva. La presidía en cardenal Camillo Ruini y trabajó hasta enero de 2014. Como conclusión propuso declarar auténticas las primeras apariciones, producidas entre el 24 de junio y el 3 de julio de 1981, y negar la credibilidad de las posteriores, las que teóricamente seguirían produciéndose. Les extrañó por ejemplo que en esas la Virgen María supuestamente criticara las decisiones del obispo o revelara «secretos» de corte apocalíptico.

El Papa Francisco decidió esperar un tiempo antes de tomar una decisión. En mayo de 2017, de regreso de una peregrinación a Fátima, se pronunció a título personal sobre esas apariciones. Explicó que el informe de aquella comisión «tiene dudas acerca de las presuntas apariciones actuales». «Yo personalmente soy más malo», continuó. «Yo prefiero a la Virgen madre, nuestra madre, y no la Virgen jefa de la Oficina postal, que todos los días envía un mensaje a tal hora… esta no es la madre de Jesús. Y estas presuntas apariciones no tienen tanto valor». Sí apreció mucho «el hecho espiritual, el hecho pastoral, gente que va allí y se convierte, gente que encuentra a Dios, que cambia de vida… Para esto no hay una varita mágica, y este hecho espiritual-pastoral no se puede negar». Por eso, nombró un enviado especial para que asegure la atención a los peregrinos que viajan hasta ese lugar.

El jueves, el Vaticano hará pública su decisión. Esta se resumirá en una de las seis sentencias que prevé el reglamento, y que van desde «nihil obstat», o sea, «no se expresa ninguna certeza en cuanto a la autenticidad sobrenatural del fenómeno, pero se reconocen muchos signos de una acción del Espíritu Santo «en medio» de una determinada experiencia espiritual»; hasta la más contundente «declaratio de non supernaturalitate», «cuando un presunto vidente afirma haber mentido, o cuando testigos creíbles aportan elementos de juicio que permiten descubrir la falsedad del fenómeno, la intención errónea o la mitomanía».