El último gran río salvaje de Europa se salva de las excavadoras
El Viosa, en Albania, se convierte en el primer parque nacional fluvial del continente y se blinda contra la construcción de centrales hidroeléctricas. En sus 270 km de cauce libre viven un millar de especies, que ahora quedarán protegidas gracias a la colaboración de Gobierno, ecologistas y la empresa Patagonia
Así es uno de los últimos ríos salvajes de Europa y el único declarado parque nacional
Tepelenë (Albania)
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Iniciar sesiónEl río Viosa, en Albania, no se parece a ningún río español. Sus aguas –a veces revueltas, a veces cristalinas– eligen un nuevo camino cada año entre la grava. Sin presas ni embalses, fluyen libres a lo largo de 270 kilómetros. Es uno de los últimos grandes ríos salvajes de Europa ... , un sistema fluvial casi intacto que acoge a más de un millar de especies animales y vegetales, muchas ya desaparecidas de otros lugares del continente. Acaba de sortear su mayor peligro: la construcción de hasta 45 centrales hidroeléctricas que hubieran troceado su caudal. El Viosa seguirá corriendo libre, aunque no ha despejado todas las dudas sobre su futuro.
El Gobierno de Albania ha declarado en el Viosa el primer parque nacional fluvial completo de Europa: blindará el cauce a lo largo de todo el país y el de sus tres principales afluentes. «Es un momento histórico», dijo el primer ministro de Albania, Edi Rama, en una ceremonia en Tepelenë, al sur del país, la semana pasada. «Hoy estamos protegiendo para siempre el último río salvaje de Europa».
Río Viosa
Albania
Vlore
Bençe
Shushica
Konitsa
Drinos
Grecia
Mar
Adriático
25 km
Fuente: Elaboración propia / ABC
Río Viosa
Albania
Vlore
Bençe
Shushica
Konitsa
Drinos
Grecia
Mar
Adriático
25 km
Fuente: Elaboración propia / ABC
La historia de este parque es la de un éxito que ha tardado diez años en llegar. También la de un nuevo modelo de colaboración que ha implicado a gobierno, sociedad civil albanesa, organizaciones ecologistas europeas, una empresa privada estadounidense –Patagonia–, instituciones como la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) y hasta al actor Leonardo DiCaprio.
Durante décadas, la riqueza ambiental del Viosa estuvo oculta. El biólogo albano Olsi Nika reconoce que incluso él creyó que era un río normal. «Cuando tienes algo y creces con ello, realmente no lo valoras, lo das por sentado», apunta. Fueron las organizaciones RiverWatch (Austria) y EuroNatur (Alemania) las que, tras realizar un estudio sobre el estado de los ríos en los Balcanes, descubrieron que había un tesoro en el río que nace en Grecia con el nombre Aoos y recorre el sur de Albania como Viosa. Pero podía no durar mucho.
Nuevas especies
En un país donde la energía hidroeléctrica supone casi el 100% de la producción, el Viosa era un recurso más. En su curso llegaron a planificarse hasta 45 centrales hidroeléctricas, ocho en el río principal y 37 en sus afluentes. Hoy los restos de la mayor de todas, la presa de Kalivaç, cerca de Qesarat, se alzan a medio construir, tal y como quedó tras ser paralizada en 2017. Las terrazas artificiales y las retroexcavadoras abandonadas se asoman al río, que cada año les gana terreno. Son un recordatorio de lo que pudo ser y no fue.
«La energía hidroeléctrica se considera renovable, pero no es verde. Tiene impactos en la naturaleza y la biodiversidad», dice la socióloga Besjana Guri, que junto con Nika forma parte de EcoAlbania, la organización que ha liderado las reclamaciones en el país.
La amenaza de las presas impulsó el estudio de la riqueza ambiental del río. En 2017, en apenas cuatro días de expedición científica, un grupo de expertos descubrió dos especies de animales completamente nuevas –un pez y una mosca de la piedra– y otras 40 que se pensaban desaparecidas de Albania. «Probablemente haya muchas más», dice Ulrich Eichelmann, director general de Riverwatch.
En el Viosa se refugian 1.100 especies animales y vegetales, trece de ellas en peligro de extinción. Está la anguila europea, que llega buscando refugio desde el mar, o el Gobio skadarensis, una carpa diminuta endémica de los Balcanes. También el buitre egipcio y el lince balcánico, del que apenas quedan 120 ejemplares, 15 en el país. Pero, sobre todo, hay insectos.
Sin información
«La biodiversidad está en los detalles», dice Eichelmann. Hoy el curso del río se divide en arroyos, que se separan y juntan una y otra vez, creando islas de grava de color claro. Estos espacios le sirven a las aves para depositar sus huevos, camuflados entre las piedras y aislados de los depredadores de tierra, por ejemplo.
Traducir los datos científicos en un lenguaje comprensible para las comunidades locales fue un reto, pero Nika y Guri fueron pueblo por pueblo. «La mayoría de ellos no tenían información sobre la construcción de las centrales hidroeléctricas que se iban a construir. Y así empezó todo. Llamamos a la puerta del alcalde de Qesarat, nos presentamos y dijimos cuál era nuestro objetivo», recuerda la socióloga. Lograron su apoyo, pero fue una larga labor convencer a los ciudadanos de los beneficios de mantener el río intacto.
«La parte más difícil fue hacer visible la belleza del Viosa», dice Nika. «Al principio, incluso atraer a los medios o hacer que las gente de las instituciones te escucharan, era muy difícil», cuenta Guri. «Necesitamos cambiar de estrategia muchas veces». También con el Gobierno. La construcción de presas ya en marcha y la planificación de otras nuevas acabaron en los tribunales.
«Es muy difícil recuperar el ecosistema tras la construcción de una presa», explica Ulrika Åberg, responsable de programas de la UICN. «Muchas especies desaparecen completamente del ecosistema».
Los ríos son sistemas ecológicos muy complejos, marcados por el flujo del agua y el transporte de sedimentos. Ambos son la base del hábitat y «cuando construyes una presa, el impacto es instantáneo», dice la experta. Desaparecen los altibajos naturales de caudal que indican a los peces cuándo migrar y desovar. Otras veces, las centrales generan caudales artificiales opuestos en tan solo unas horas. Si se necesita energía, dejan pasar el agua en cantidades que solo se verían en una gran inundación. Cuando no la necesitan, el flujo pasa a ser cero. «No hay especies adaptadas a tal sistema», dice Åberg.
Estas instalaciones también cortan el transporte de sedimentos desde las montañas hasta la desembocadura. «La mayoría de los deltas mediterráneos están erosionándose», dice Gabriel Schwaderer, director ejecutivo de EuroNatur. El Viosa, en cambio, sigue creciendo.
Sector privado
En un clima de desconfianza entre el Gobierno y la sociedad civil, la entrada en la ecuación de Patagonia en 2016 cambió la trayectoria. Un kayakista, Rok Rozman, avisó a la empresa estadounidense de ropa deportiva de que había algo excepcional que proteger en el Viosa. La compañía también lo vio claro.
Patagonia creó «un puente de entendimiento» que ha sido «crucial», dice el director general de RiverWatch. Fueron la parte neutral.
La compañía –constituida desde el año pasado como un fideicomiso que empleará los beneficios a proyectos medioambientales– también está aportando fondos: dos millones de dólares a la creación del parque y otros 2,6 millones a la campaña para salvar los ríos balcánicos.
«Es fundamental que las empresas ahora asuman la responsabilidad de arreglar las cosas», dice Ryan Gellert, director ejecutivo de Patagonia. No hay una única fórmula. A veces será protestar –él lo hizo contra el Gobierno albano–, a veces será con cambios en las cadenas empresariales y otras veces –explica– es aliarse con sociedad civil, gobiernos y otras empresas para impulsar nuevas soluciones. La campaña del Viosa, dice, «puede ser un modelo para una nueva forma de proteger» territorios. «Esa es la gran idea».
El problema del delta
Pese a la satisfacción general, no todas las cuestiones ambientales están resueltas. Los 80 primeros kilómetros del río, que discurren por Grecia, no están protegidos. Hay un problema con la contaminación por plásticos en el río y con la depuración de las aguas. Y habrá una segunda fase de ampliación del parque para incluir más afluentes. Queda mucho por hacer. Por ahora, Albania ha anunciado que invertirá 75 millones de euros para la depuración de las aguas residuales y, antes de que el parque nacional abra en enero de 2024, se debe definir el papel del turismo, de la pesca o las infraestructuras del parque.
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Además, la construcción de un aeropuerto en el delta del río, entre dos humedales repletos de aves, no gusta ni a los grupos ecologistas ni a Patagonia, pero es irrenunciable para el Gobierno albano. Augura el final de la tregua entre las partes. «El delta es uno de los lugares más amenazados», dice Eichelmann. «Vamos a luchar porque cada centímetro sea protegido».
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