Más tristes y obesos con el cambio de hora
La medida reduce la actividad al aire libre, lo que propicia el sedentarismo, al tiempo que el humor tiende a declinar
N. RAMÍREZ de castro / A. ACOSTA
Con el otoño ya aquí, el verano da su último coletazo con el movimiento de las agujas del reloj. La próxima madrugada los relojes deberán retrasarse una hora (a las tres de la madrugada serán las dos), en cumplimiento de la directiva comunitaria que ... rige el denominado «cambio de hora».
Esta medida se aplicó por primera vez en la primera guerra mundial, cuando algunos de los países implicados la adoptaron para ahorrar combustibles, aunque empieza a generalizarse en 1974, a raíz de la primera crisis del petróleo.
Según estimaciones del Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE), durante los meses en que el horario de verano ha estado en vigor se ha podido ahorrar un 5% del consumo de electricidad , equivalente a 300 millones de euros. De esa cantidad, 90 millones corresponden a los hogares, lo que supone un ahorro de seis euros por hogar, mientras que los 210 millones de euros restantes se ahorrarían en los edificios del sector terciario y en la industria.
Desde su generalización, el cambio de hora ha generado controversia y ha tenido partidarios y detractores ya que, a pesar del ahorro de energía, los cambios horarios pueden afectar al reloj biológico y provocar trastornos en la salud.
Kilos de más
Sólo es una hora. Pero retrasar 60 minutos el reloj puede cambiar nuestro humor y hasta añadir kilos de más. El cambio de hora nos mete de lleno en un horario de invierno con menos horas de luz de las que disfrutar . Eso significa, menos paseos y actividad al aire libre y más sedentarismo y tristeza. Un artículo, publicado en la revista «British Medical Journal», ofrece argumentos de salud para convencer a las autoridades públicas de que cambiar la hora es una mala idea. La petición se hace desde el Reino Unido, donde anochece antes, pero las conclusiones también se podrían trasladar a España.
El investigador Mayer Hillman, de la Universidad londinense de Westminster se apoya en toda la literatura científica que ha bendecido los beneficios de la luz del día. «Somos más felices, tenemos más energía y somos menos propensos a enfermar en los largos y brillantes días de verano, mientras que el humor tiende a declinar durante los cortos y sombríos días de invierno», recuerda. Con el cambio de hora, la primera reacción ciudadana es reducir su actividad en el exterior y caminar menos tiempo.
La mayoría de los niños tienen restringidas sus salidas cuando anochece y los padres también limitan su vida en el exterior. Una hora extra de luz mejoraría la práctica de ejercicio físico y reduciría la epidemia de obesidad, sin contar el efecto que la luz natural tiene sobre la depresión. Hillman sostiene que teniendo en cuenta los patrones de adultos y niños mantener el horario de verano «aumentaría considerablemente» la oportunidad de jugar, montar en bici o correr al aire libre. Se lograrían 300 horas adicionales de luz para adultos y 200 más para niños.
Para este experto londinense, no cambiar la hora sería una de las medidas más «eficaces, prácticas y baratas» para mejorar la salud y el bienestar de casi toda la población.
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