Sin tratado de pandemias ni agencia de salud pública cinco años después del Covid-19
El Congreso dio este jueves el primer paso para crear un organismo que nos prepare frente a crisis sanitarias
La queja de los expertos: «Llegamos tarde», «coqueteamos con el desastre»
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Fue hace ya casi quince años cuando España planteó la necesidad de contar con un organismo de vigilancia de la salud pública. Así lo establecía la Ley General de Salud Pública, en vigor desde 2011, que en su artículo 47 preveía la creación de un ... centro estatal que llevara a cabo las labores de asesoramiento técnico y científico y evaluara las intervenciones en la materia. Sin embargo, nueve años después, en 2020, llegó la pandemia de Covid-19 y nuestro país seguía sin contar con ese organismo. Una vez superados los peores momentos del virus, en septiembre de 2021, la por entonces ministra de Sanidad Carolina Darias anunció la creación de la Agencia Estatal de Salud Pública, que ya en 2023 fue aprobada por el Consejo de Ministros, pero su tramitación se paralizó con el adelanto electoral. La actual ministra Mónica García retomó el proyecto cuando asumió la cartera y llevó de nuevo la norma al Congreso, donde actualmente lleva más de un año. Este jueves, la Comisión de Sanidad de la Cámara Baja dio el primer paso para que este proyecto sea una realidad, aprobando el dictamen de la ley, de manera que próximamente se votará ya en pleno.
El objetivo del nuevo organismo, como ya contó ABC en enero de 2024, cuando el Ministerio de Sanidad llevó el proyecto de ley a Consejo de Ministros, es «reforzar las capacidades del Estado para mejorar la salud de la población, la equidad en salud y su bienestar y proteger a la población frente a riesgos y amenazas sanitarias». La Aesap, el acrónimo que se utilizará para la agencia, se encargará de coordinar la Red de Vigilancia en salud pública, de monitorizar las amenazas para la salud y de realizar las evaluaciones del riesgo respecto a futuras pandemias y otras situaciones que puedan afectar a la salud pública.
Pero una vez aprobada la ley aún quedará recorrido hasta que la Aesap pueda funcionar plenamente. Algunos de los aspectos más importantes que se deberán definir pasan por poner a una persona al frente de la dirección de la agencia o establecer la ciudad española en la que se instalará su sede. Ciudades como Zaragoza o Granada sonaron con fuerza prácticamente desde el momento en el que se anunció la creación de este organismo. Recientemente, la consejera de Salud de Cataluña, Olga Pané, hablaba también del interés de Barcelona por acoger esta sede. Pero son más las opciones abiertas y será el Ministerio de Política Territorial el que defina el proceso por el que se decidirá qué ciudad albergará la Aesap.
Mientras, los expertos llevan años reclamando la necesidad de la puesta en marcha de este organismo, asumiendo con resignación un retraso de más de una década. «En 2020 ya nos dimos cuenta de que íbamos tarde. Y ahora seguimos yendo tarde», lamenta Eduardo Satué, presidente de la Sociedad Española de Salud Pública y Administración Sanitaria (Sespas), que identifica varias causas de este retraso. En primer lugar, dice, impera la sensación de que no es algo urgente. «Nos permitimos coquetear con el desastre. Hay muchas cosas que hay que trabajar a nivel político y esto parece que no es tan urgente porque la epidemia ya ha pasado. Pero acabará llegando otra y cuanto más nos retrasemos, peor», señala. Apunta también a la escasa importancia que se le da en España a la «cultura de la salud pública», que es «el patito feo, cuando realmente tiene esa capacidad de ver lo que va a venir y anticiparse, pero solo se destina un 2% por ciento del presupuesto sanitario». Y también se refiere al «clima político» y a la facilidad o no para llegar a acuerdos.
La próxima pandemia
Un organismo de este tipo, insiste Satué, es «muy necesario» en una situación como la actual, en la que los desafíos de salud pública son, afirma, «cada vez más complejos», con, por ejemplo, las nuevas zoonosis que nos acechan. Pero también para coordinar a los equipos de las distintas comunidades autónomas y compartir experiencias con el resto de países, a la vez que suponga un impulso para el desarrollo profesional de la salud pública. «Las razones son múltiples. Y cada día que pasa sin montarse es un día perdido, porque no sabemos cuándo vendrá la próxima pandemia, pero sabemos que vendrá, y lo más probable es que no tarde demasiado», avisa.
En la misma línea, el Ministerio de Sanidad tiene pendiente comenzar con la elaboración de un Plan Estatal de Preparación y Respuesta ante Emergencias en Salud que ayude a evaluar riesgos y a actuar de forma anticipada. Pero también a nivel internacional las estrategias siguen sin avanzar con la rapidez deseada. Los países pertenecientes a la Organización Mundial de la Salud llevan más de dos años negociando un tratado de pandemias para prepararse frente a futuras emergencias. El pasado verano, ante la falta de acuerdo decidieron darse un año más para negociarlo, pero la situación es cada vez más compleja si se tiene en cuenta la salida del organismo de países como Estados Unidos o Argentina.
«Los microorganismos no tienen fronteras», recuerda en este sentido el presidente de Sespas, que advierte de que en caso de pandemia el país que no se coordine con el resto será el que tenga más problemas. «El mayor riesgo es que las reglas del juego están desapareciendo», critica.
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