Opositar con discapacidad: «Aprobar no te garantiza que seas apto para trabajar»
Certificados médicos o de aptitud descartan a personas con diversidad funcional: «Para las plazas reservadas quieren una discapacidad que no se vea»
Los requisitos de algunas ofertas de empleo público desechan directamente a candidatos
Obligan a una mujer sorda a quitarse los implantes durante un examen de oposición: «Están vulnerando sus derechos»
Madrid
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Iniciar sesiónCualquier persona que haya preparado una oposición lo recordará como uno de los momentos más duros de su vida. La rutina de estudio y el sacrificio forman parte de este proceso. Pero las personas con discapacidad tienen que añadir otro ingrediente a esta mezcla ... que ya de por sí es explosiva: el hecho de saber que aunque aprueben y obtengan plaza pueden no ser aptos para acceder a ella. Que todo el esfuerzo no sirva para nada. Lo ha sufrido recientemente Berta Domínguez, una joven médico de 29 años con tetraplejia que, tras aprobar el MIR y ganarse un puesto en el Sistema Nacional de Salud, ha visto cómo han cancelado su contrato como médico de familia por considerar que no puede ejercer como el resto de sus compañeros.
Para ella, el examen MIR ya fue más duro de lo que pudo ser para el resto, pues el accidente que tuvo cuando estudiaba 5º de Medicina le dejó con poca sensibilidad en las manos, por lo que ayudarse de esquemas era imposible. «Tuve que volver a aprender a estudiar y el estrés y los nervios me afectaron mucho. Lo pasé muy mal», relata a ABC. Aun así, aprobó y logró una plaza, no de Psiquiatría, como ella quería, pero sí de Medicina Familiar y Comunitaria, otra de sus opciones.
El pasado 17 de mayo firmó su contrato. Eso fue por la mañana, pero por la tarde se sometió al examen laboral que debía pasar antes de incorporarse al trabajo. Ahí supo que no iba a tener fácil empezar en su nuevo puesto. «En el examen laboral, la doctora me dijo que creía que no iba a ser apta porque no podría hacer lo básico, que es explorar. Me ha costado mucho llegar hasta aquí para que una persona, en solo tres minutos de entrevista, me diga que no voy a poder trabajar porque no voy a poder hacer algo que ella dice que no voy a poder, pero que en ningún momento se ha comprobado», denuncia. «Lo decidió al verme en silla de ruedas y sin movilidad en las manos. Es cierto que no tengo movilidad en las manos, pero hago 50.000 cosas con ellas», se reafirma.
Este examen médico lo prevé la orden por la que se aprobó la oferta de plazas de formación sanitaria especializada para las titulaciones de Medicina, Farmacia y Enfermería. En él se recoge que las personas adjudicatarias de plaza deberán someterse a un examen médico «previo a la toma de posesión, con el fin de comprobar que no padecen enfermedad ni están afectadas por limitación física, psíquica, sensorial o funcional que sea incompatible con las actividades profesionales que el correspondiente programa formativo exija al residente».
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Berta, sin embargo, cree que con un puesto adaptado podría realizar prácticamente el mismo trabajo que sus compañeros. Sabe que no todo, pero afirma que sí la gran mayoría de tareas que requiere una especialidad para la que además existen problemas para encontrar profesionales que la asuman. «Obviamente sé que hay cosas como guardias de 24 horas o técnicas quirúrgicas que no puedo hacer, pero hay muchas otras que sí. Yo soy la primera que soy consciente de mis limitaciones», confiesa.
Una alternativa
Tras ser declarada no apta y ver cómo cancelaban su contrato, le recomendaron que iniciara una solicitud excepcional de cambio de especialidad. Lo hizo y pidió, entre otras, Psiquiatría, Alergología o Medicina Nuclear. Sin embargo, la única plaza vacante que le ofrecieron fue de Medicina Preventiva y Salud Pública. «No entraba dentro de las especialidades que a mí me gustaban, pero la acepté porque veía que si no lo hacía pronto me iba a quedar sin trabajar», expone. Su preocupación no ha terminado, pues a través de una compañera de su padre -también médico- ha podido comprobar cómo es el trabajo en esta especialidad, y cree que habrá cosas que no pueda hacer. Ahora, ha expuesto su caso al Ministerio de Sanidad pero permanece a la espera de recibir una respuesta y confía en una solución.
El contexto
Un problema recurrente
Ya en 2017, el Comité Español de Representantes de Personas con Discapacidad (Cermi) recurrió la convocatoria de oposiciones a cuerpos docentes de Baleares por «discriminatoria», porque se indicaba que la discapacidad no era compatible con el puesto.
53,9%
Solo el 53,9% de las plazas reservadas a personas con otras discapacidades en oposiciones de 2019 y 2020 -las últimas de las que hay datos- fueron ocupadas. El resto quedaron desiertas tras desestimar a los candidatos.
Mayor porcentaje
La ley de función pública planteaba elevar del 7 al 10 por ciento la reserva de empleo público para personas con discapacidad. Sin embargo, con el adelanto electoral la ley se ha quedado en el limbo.
3%
Solo el 3 por ciento de los funcionarios que entraron a la Administración General del Estado durante 2019 y 2020 tenían una discapacidad superior al 33%, según denunció el Cermi con datos del Ministerio de Hacienda.
La incertidumbre de opositar sin saber si una vez aprobado todo se podrá trabajar la conoce también Susana Rodríguez, médico y deportista profesional con una discapacidad visual. Su preparación para el MIR fue distinta a la de sus compañeros, pues a la vez que estudiaba preparaba los Juegos Paralímpicos de Río de Janeiro de 2016. Pese a que había buscado mucha información sobre si podría ejercer la especialidad de Medicina Física y Rehabilitación, no tenía la certeza absoluta de que, llegado el momento, fuera apta para el puesto. «Es un proceso difícil porque no hay nadie que con certeza pueda asesorarte sobre si una vez eliges plaza serás apto para ella. Tienes esa preocupación y hasta que llega el momento no lo sabes», recuerda. Afortunadamente, Susana pudo acceder a su puesto de trabajo, en el Servicio Gallego de Salud, donde a día de hoy ejerce sin problemas: «Mi experiencia ha sido y es muy buena. Tengo unos compañeros estupendos y en el hospital se han preocupado por adaptarme el puesto de trabajo».
Miedo al rechazo
Silvia Lafuente, en cambio, no tuvo la misma suerte. Esta leonesa con parálisis cerebral se presentó al proceso para poder formar parte de una bolsa de empleo de personal subalterno. En 2019, la llamaron para poder ocupar un puesto temporal en el Servicio Territorial de Cultura en León. Fue entonces cuando se presentó en el lugar de su futuro trabajo para entregar la documentación que le pedían. «Iba con muchos nervios, ya que debido a mi dificultad en el lenguaje no sabía si me entenderían o si al ver mi discapacidad me acogerían como a cualquier otra persona», explica. Todo fue bien, pues el trato de sus futuros compañeros fue excepcional.
Sin embargo, al tener discapacidad, le pidieron también un certificado de aptitud, lo que la desanimó. «Intuía que iban a ponerme impedimentos», cuenta. Y no se equivocó: «Fui al Centro Base con mi madre para solicitar ese certificado, me dirigieron hacia la orientadora laboral y nada más ver su cara supe que no me lo iban a dar. Me dijo que rellenara yo la solicitud a lo cual le respondí que debido a mi espasticidad necesito mucho espacio en el papel y no podía rellenarlo a mano -puedo hacerlo perfectamente en un ordenador o en el móvil-, le pedí a mi madre que me rellenara ella la solicitud pero me dijeron que si no era capaz de escribir no podría realizar ese trabajo». Sin ninguna otra valoración, a los días recibió un documento que la consideraba no apta. «Yo solo quería que me dieran la oportunidad de demostrar que podía trabajar con las adaptaciones necesarias, pero ni tan siquiera me ofrecieron esa opción», denuncia.
Por algo similar pasa Irene López, valenciana de 48 años con discapacidad por un problema degenerativo de espalda que lleva dos años reclamando a la Generalitat a través de los tribunales el puesto que le corresponde. Opositó a una plaza de profesora de Formación Profesional. En el proceso había dos plazas reservadas a personas con discapacidad y ella, por puntos, quedó tercera. Pero tenía una nota más alta que otras personas que se presentaron por turno libre.
«Tienes el doble de angustia»
El decreto del Consell que regula el proceso establece en su artículo 18 que, quienes hayan optado a una de las vacantes reservadas para personas con diversidad funcional y no hayan obtenido plaza pero tengan una puntuación superior a la obtenida por otros aspirantes del turno libre serán incluidas en el citado turno por orden de puntuación. Eso es lo que reclama con la ayuda de su abogado Ramiro Blasco, del despacho Blasco Morales, que le otorguen la plaza que le corresponde. «Yo aprobé esa oposición. Con el esfuerzo que nos supone a cualquier persona con diversidad funcional preparar unas oposiciones y aprobarlas para que luego no se aplique la normativa... Están vulnerando mis derechos», lamenta. «Tienes el doble de angustia y desgaste físico y emocional por luchar contra todas las barreras y obstáculos», concluye.
A Carmen Massanet, en cambio, no le han dado ni la oportunidad de presentarse al proceso, en este caso a las oposiciones de RTVE. Tiene 32 años, es periodista y ciega, y es esto último lo que le impide acceder a la convocatoria, pues, tal como denuncia, para las plazas de información y contenido se pedía que los candidatos tuvieran ausencia de problemas oftalmológicos graves y capacidad auditiva y motriz suficiente. «Quieren una discapacidad de las que no se ven», lamenta.
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Su caso ha hecho intervenir al Comité Español de Representantes de Personas con Discapacidad (Cermi), que pidió al ente público que elimine esos requisitos por considerarlos «discriminatorios y excluyentes». Además, Carmen ha presentado un escrito de impugnación para que RTVE rectifique, aunque de momento no ha recibido respuesta. Mientras se resuelve, esta periodista continúa con su candidatura, pues sabe que está más que preparada para el puesto. Lo demuestran sus 6 años de experiencia como locutora de radio: «Estoy totalmente capacitada y con un lector de pantalla que tengo en el ordenador puedo redactar y locutar perfectamente. Mi intención es seguir adelante y llegar hasta el final. Quiero presentarme y ojalá me den la plaza», asegura.
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