El Papa reza por la paz con 200.000 personas en la explanada de Fátima
Un posible problema de visión le ha impedido ya leer cuatro discursos en este viaje a Lisboa. El Pontífice ha esquivado hablar de la guerra
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En Fátima pasan cosas. Esta mañana, cuando un Papa por séptima vez atravesaba su umbral, el cielo iluminaba este lugar con una luz dorada. Era culpa del humo y las cenizas de dos incendios cercanos, en Ourem y Castelo Branco. Pero en Fátima las ... casualidades no existen desde las apariciones de la Virgen en el año 1917.
El Papa había incluido esta etapa en su agenda en Portugal para rezar por la paz, especialmente tras haber consagrado el mundo a la Virgen de Fátima en marzo de 2022, un mes después de que los tanques rusos invadieran Ucrania. Pero aunque Francisco ha dedicado una decena del rosario a implorar la paz, no ha mencionado explícitamente la guerra, ni a la «maltratada» Ucrania. El portavoz del Vaticano, Matteo Bruni, había adelantado que el Papa tenía previsto realizar un discurso y pronunciar una oración. Sin embargo, aunque el Papa tenía unos folios en la mano, ha preferido no leerlos y ha improvisado una meditación sobre el papel de María en la fe cristiana.
«La Virgen María aquí se hizo presente de modo especial para que se abriera la incredulidad de tantos corazones», ha explicado. Luego, ha dado la bendición y se ha acercado a saludar a los presos y a abrazar y acariciar a los enfermos. Entonces, ante la sorpresa de los participantes, se ha subido en el 'papamóvil' y ha abandonado lentamente la plaza bendiciendo a decenas de niños que le iban acercando los guardias de seguridad. Se ha marchado del santuario icono de la oración por la paz, sin hablar de la guerra.
Es el cuarto discurso que el Papa evita leer en este viaje. El viernes explicó: «No me están funcionando y no puedo leer bien. No voy a forzar la vista y leer mal».
Decenas de miles de personas duermen en la explanada
No parecía importar a la mayoría de los peregrinos que le han esperado durante horas para acompañarle en esta visita. Varias decenas de miles de personas han pasado la noche en la explanada de granito, armados con sillas de plástico, termos con café caliente y mantas. No son jóvenes de la JMJ, son sobre todo señoras de 60 años para arriba, algunas acompañadas por sus maridos que las miraban en silencio.
«Llegué aquí ayer a las diez y media de la noche», asegura Cecilia. «No he dormido, pero estoy fresca como una rosa por la alegría de estar aquí. No es fácil decir por qué he venido, es por la fe», explica.
Cientos de jóvenes en el Santuario de Fátima, que ha visitado este sábado un Papa por séptima vez
Cada una de ellas trae una historia en el bolsillo.Fátima muestra una foto en blanco y negro: «Hace justo 65 años me bautizaron aquí. Mira mis padres y mi madrina. Ellos ya no están», cuenta emocionada. Dulce viene a rezar por la paz y la familia; Mónica, «para dar las gracias por la vida»; Patricia viene desde Coimbra y trae una estatua de la Virgen para que la bendiga el Papa.
El Papa se ha emocionado al contemplar a las más de 200.000 personas que se congregaban en la explanada mientras repicaban las campanas del santuario
Cuando Francisco ha entrado en la plaza, al filo de los nueve de la mañana, ya había 200 mil personas en esa explanada y muchas de ellas han estallado en lágrimas y aplausos. También el Pontífice, en el 'papamóvil', se ha emocionado al mirarlos mientras repicaban todas las campanas del santuario y cantaban el himno de las apariciones.
El encuentro central con Francisco ha sido en la «capelinha», el lugar exacto donde los tres pastorcillos Lucia, Francisco y Jacinta tuvieron las apariciones. Allí le han saludado dos niños de la edad de los videntes y ha rezado un rosario junto a seis jóvenes reclusos de una cárcel cercana y 102 jóvenes enfermos.
«Estoy cumpliendo condena en un centro penitencial», había explicado uno de ellos a ABC. «Estoy muy agradecido de haber podido venir a este lugar con el Papa, es muy emocionante», aseguró en 'portuñol' mientras sus compañeros asentían, antes de que un agente interrumpiera la conversación.
Españoles en la plaza
Había muchos españoles en la plaza. Juanma, de Jerez de la Frontera, se ha escapado de la JMJ de Lisboa, para «rezar por la paz, por los enfermos y por los necesitados de nuestra parroquia, la de Nuestra Señora de Fátima».
Una familia de China que vive en Madrid ondeaba la bandera de su país. «Somos chinos católicos, pero hemos venido con un grupo de españoles», explica uno de ellos. «¿Que cuándo irá al Papa a China? No lo sé. Sería bonito, pero cuando se pueda. Todavía la situación en China es complicada. Aquí hemos venido para rezar por la paz para todos», añade.
Álvaro y Pepe han guiado un grupo de estudiantes del Opus Dei de La Coruña. «Ahora esta tarde vamos a Lisboa. A partir de ahora, adonde vaya el Papa, allí iremos», explica uno de ellos. Desde Murcia ha acudido otro grupo de varias decenas de jóvenes, del Camino Neocatecumenal. «Nos lo estamos pasando muy bien, aunque estamos durmiendo siempre en el suelo», explica uno de ellos.
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Cecilia, de ese grupo, explica que «han venido por la historia de los tres niños, Lucia, Jacinta y Francisco, y para rezar por nuestras familias». Ángela bromea y dice que está pidiendo el milagro de «que me salga un novio guapo, rico, católico y moreno». En Fátima pasan cosas. No puede descartarse que regrese a Murcia con un anillo.