La semana más crítica de los 'reyes del hielo' en Europa

Vázquez y Ramírez forman juntos Procubitos Europe, la fusión de Cubers y Procubitos, que factura más del 20% del negocio del cubito en España. Ambos nacieron con unas historias paralelas y se han convertido casi sin querer en los magnates del bien más preciado de estas fechas veraniegas.

Vázquez dejó sus estudios de derecho con 23 años para trabajar en dos gasolineras familiares en el campo de Gibraltar. En aquella época había muy pocos fabricantes de hielo y se lanzó a presentar a su familia un proyecto de una pequeña fábrica para abastecimiento propio. «Solo mi madre me apoyó y me prestó un millón de pesetas», recuerda con cariño. Con esa pequeña inversión y otros dos socios comenzó Procubitos en 1989 con la venta de hielo a varias gasolineras de la zona. La empresa fue creciendo y, poco después, consiguió abrir su primera fábrica en San Roque (Cádiz) y en 2004 la de Cebreros (Ávila). Desde 2016 se extendieron por Alemania e Italia, ampliando así los horizontes en el mercado internacional.

El inicio de Carlos Ramírez con Cubers fue en un pequeño garaje, con una furgoneta y una cámara frigorífica, que adquirió con un préstamo de dos millones de pesetas. Este filólogo asturiano tenía un hermano mayor con un pequeño negocio de distribución de hostelería con el que vendía queso y bebida, además de una línea de reparto de hielo: «Mi hermano desapareció y tuve que encargarme de ese negocio para que mis sobrinas no terminaran solas». La pequeña fábrica de Ramírez comenzó a crecer y desde 2004 se convirtió en líder en el norte de España. En 2016 decidió abrir una fábrica en Valencia que, junto con la de Asturias, le permitió abarcar una mayor cantidad de mercado.

Hace cuatro años ambas empresas se fusionan: «Ramírez fue un importante cliente y gracias al trabajo conjunto apostamos por unir fuerzas», explica Vázquez sobre la fusión. También, el fondo de inversión español GED Capital adquirió una participación mayoritaria de Cubers en 2017 y lideró la fusión junto a Vázquez y Ramírez.

Las rutinas de producción «no han cambiado», explican desde Procubitos. Alegan que el motivo principal del desabastecimiento es el adelanto de la subida de las temperaturas, con una primera ola de calor iniciada en el mes de junio. «La subida del precio de la energía no ha hecho cambiar nuestra mentalidad», afirman. «El almacenaje de hielo se realizó correctamente pero las altas temperaturas han hecho consumir el stock antes».

ABC ha visitado el escenario más cotizado en estas últimas semanas debido a la escasez de hielo. La pequeña localidad abulense de Cebreros alberga la mayor fábrica de hielo de Europa. La entrada al municipio no deja lugar a duda y a pocos kilómetros se observa una señal de «Fábrica de Hielo» junto al logotipo del característico oso polar de la empresa, cuyo diseño es idea de la madre de Miguel Ángel.

Dos grandes naves se atisban desde la entrada, una de exportación y otra para la producción nacional: «Hemos reajustado la demanda dada la situación y utilizamos un alto porcentaje para nacional en la nave de exportación», explica José María Sánchez, director de operaciones que explica todo el funcionamiento de este complejo entramado industrial.

Desde Cebreros salen 250 toneladas diarias de hielo entre los 14 tráileres que acuden a la fábrica: «Enviamos la mercancía a centros de distribución y de ahí los diferentes sectores adquieren nuestro producto». Son 6.500 camiones al año que abastecen desde las seis fábricas de la empresa.

De los 35 ºC al sol de Cebreros se pasa a los 15º de la nave de fabricación, o a los cero grados en la sala de paletizado e incluso a los 18 bajo cero en el almacén. La sensación térmica es ideal, en un escenario alejado de las restricciones del plan de ahorro energético del Gobierno. «Trabajar aquí en verano es un lujo», se oye a algún trabajador curioso ante la presencia de la prensa.

El trabajo es frenético en estas fechas. La alta demanda obliga a producir durante siete días a la semana y 24 horas, gracias a la dedicación de cuatro equipos de personal que rotan cada ocho horas. Son un total de 60 trabajadores, todos hombres y la mayoría naturales de Cebreros o alrededores, en una edad en torno a los 35 años: «Gracias a la FP de Electricidad que hay en el pueblo, conseguimos nutrirnos de profesionales. Contamos con una plantilla fija de 20 técnicos durante todo el año». Además un grupo técnico coordina las labores de fabricación y el transporte: «Es muy difícil acoplar los pedidos y el producto con los camiones. La carga se realiza en 45 minutos».

Jonathan es uno de los trabajadores del hielo. Vecino del municipio, lleva ocho años en la fábrica. La escasez para él, le queda muy alejada: «Veo miles de kilos al día. Hay hielo. Forma parte de mi día a día». Además, recuerda que es un tema recurrente entre amigos y conocidos: «Comprar hielo para mí es como comer un filete de carne de mi madre».

El proceso de formación del hielo comienza con la principal materia prima de este negocio, indudablemente, el agua procedente del embalse del Burguillo. Desde unos imponentes depósitos de color azul, entra por un tubo el agua a 7,5º y por el otro un refrigerante de amoniaco. Al evaporarse el agua se congela en tan sólo 35 minutos. En cada tanda de congelación se fabrican cinco barras de hielo de cinco metros de longitud. Posteriormente una válvula caliente hace que el bloque de hielo caiga y se corte en cubitos con unas cuchillas giratorias. Desde una cinta transportadora, el producto pasa por un equipo de inspección de rayos X donde se detecta cualquier defecto y rechaza el cubito que tiene diferente tamaño o cortes. El producto descartado tienen una segunda vida, se reutiliza para refrigerar los sistemas frigoríficos de la fábrica. Por último, suben a un transportador a un túnel de secado donde se realiza un enfriamiento rápido y fuerte, entre cinco y diez minutos y a una temperatura de -7º, para evitar que los cubitos tengan humedad y que se puedan pegar dentro de la bolsa, en un proceso conocido como doble congelación.

Ahora, intentan repartir el producto entre todos sus clientes: «Hay hielo para todos, menos, pero hay«. Otras marcas tienen problemas de fabricación y almacenaje: «Tenemos un buen stock y personalizamos el producto de otras marcas, pero priorizamos el nuestro». Aun así, admiten que esta semana se agotará el almacenaje y se verán obligados a volver a acumular.

«¿Ricos?, ni lo somos ni lo seremos. No es nuestra aspiración», admite Fernando Plazas, CEO de la entidad. Aun así, resulta extraño que la mayor fábrica de hielo de Europa, con presencia en uno de cada cuatro supermercados nacionales, no esté «haciendo su agosto particular» en esta vorágine de demanda por parte de los siempre exigentes clientes españoles.