Sanidad vetará que cualquier médico pueda hacer cirugías estéticas para evitar casos como el de Sara Gómez
Mónica García modificará el decreto que regula estas operaciones
El ministerio creará un registro de centros y profesionales que detallará la formación de los cirujanos
Cuando la cirugía estética sale mal: «No puedo ni mirarme en el espejo»

Imagínese que usted o un familiar cercano tiene que someterse a una cirugía del corazón y que el médico que le va a operar es, en lugar de cirujano cardiovascular, cirujano ortopédico o traumatólogo, por poner un ejemplo. ¿Se fiaría? Esta situación que parece imposible ... se da sin embargo no con poca frecuencia en un campo que en los últimos años ha ganado muchos adeptos: la cirugía estética. Por ello, el Ministerio de Sanidad vetará que cualquier especialista pueda realizar este tipo de intervenciones, como ocurre actualmente. Según ha podido saber ABC, lo hará a través de la modificación del real decreto que regula este tipo de cirugías, en la que se delimitará qué especialistas podrán realizarlas y cómo. «Todo relacionado con poner coto al intrusismo en este ámbito», explican fuentes del departamento que encabeza Mónica García.
Con esto, Sanidad abordará un asunto que el ministerio tenía pendiente desde hace un par de años, tras la aprobación en la pasada legislatura por parte del Congreso de los Diputados de la conocida como 'ley Sara', una proposición no de ley sobre cirugía estética y lucha contra el intrusismo desarrollada tras la muerte de Sara Gómez, la joven de Alcantarilla (Murcia) que falleció en enero de 2022 tras someterse a una lipoescultura en Cartagena.
El caso de Sara sigue todavía en los tribunales. La mujer, que tenía 39 años y dos hijos, pasó por quirófano en diciembre de 2021 y falleció el 1 de enero de 2022 tras estar 28 días en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI). Su familia aseguró entonces que sufrió perforaciones con la cánula empleada para extraerle la grasa, lo que derivó en una hemorragia y daños en numerosos órganos. El médico que la operó no contaba con la especialidad de cirugía plástica, sino que se había formado en cardiovascular y había cursado un máster de estética. «Ni tenía formación ni tenía experiencia. Sara fue su primera intervención de estética», recuerda su hermano Rubén en conversación con este periódico, en la que insiste en la necesidad de actuar ya en este campo. «Si no se pone freno, el problema va a persistir», lamenta.
Precisamente hace unos días, Rubén y el resto de su familia se reunieron con el secretario de Estado de Sanidad, Javier Padilla. Del encuentro salieron esperanzados porque el número dos de Mónica García les dio fechas concretas para esta regulación. «El compromiso fue que el borrador del real decreto estará listo para antes de verano para que entre en vigor antes de fin de año. Si se atrevió a dar estas fechas es que el compromiso del ministerio es bastante grande», celebra. Fuentes del ministerio amplían al tercer trimestre el margen para que el borrador vea la luz y reiteran que intentarán que la norma entre en vigor antes de que acabe 2024.
Publicidad del registro
Pero la limitación de los médicos que puedan realizar estas operaciones no es la única medida que Sanidad tiene preparada para atajar el intrusismo laboral en el campo de la cirugía estética. El ministerio pondrá también en marcha un registro tanto de centros como de profesionales para que los pacientes puedan comprobar la formación que tienen antes de ponerse en sus manos. En los presupuestos del próximo año, apuntan fuentes del departamento de García, se consignará una partida para publicitarlos y que así los usuarios sepan que existen y que pueden consultarlos antes de decidir a qué lugar acuden a operarse.
El Ministerio de Sanidad es consciente además de que el intrusismo laboral en el campo de estética no se da exclusivamente en las cirugías, pues hay otro tipo de intervenciones que no necesitan quirófano, como las inyecciones de bótox o de ácido hialurónico -cada vez con más seguidores- que se realizan en muchas ocasiones por profesionales que no tienen la suficiente formación para ello. Sin embargo, de momento se van a centrar en poner coto a evitar casos como el de Sara, sin descartar más adelante adentrarse en este campo.

«Creemos que es algo de sentido común para hacer justicia a mi hermana», prosigue Rubén Gómez, que advierte de que aunque afortunadamente no todos los casos derivados de este intrusismo laboral acaban como el de su hermana, hay muchos más de los que uno se puede imaginar. Su familia ha recibido durante este tiempo muchas llamadas y mensajes de personas -sobre todo mujeres- que han sufrido malas experiencias en el quirófano porque el profesional que las atendió no tenía la especialidad necesaria. «Nosotros hemos ayudado a casos en Alicante, Málaga, Madrid, etc. No todos llegan a la muerte pero muchos se quedan con graves secuelas», denuncia.
La Sociedad Española de Cirugía Plástica, Reparadora y Estética (Secpre) lleva también años alertando de este problema. «La cirugía es una actividad que tiene potenciales complicaciones. Para una actividad como la nuestra se requiere una capacitación y una formación muy específica y esto es lo que la ley debe delimitar», sostiene su presidenta, Isabel de Benito. Esta cirujana confirma el intrusismo que se da en la cirugía estética, con «cursos de fin de semana» que dan a los médicos la creencia de que pueden dedicarse a esto. «Ocurre porque la cirugía estética es una actividad que habitualmente se hace de manera privada, por lo que se puede facturar. Y por la ignorancia de algunos profesionales que piensan que es una cirugía fácil», lamenta. Su reclamación es que solo puedan llevar a cabo este tipo de operaciones las especialidades que en su programa formativo tengan capacitación para ejercerlas.
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