La residencia de Zaragoza donde murieron diez personas solo estaba vigilada por dos cuidadoras
Trasladan a Huesca a los 57 supervivientes de la peor tragedia en un geriátrico en lo que va de siglo. Otros dos heridos están ingresados en el hospital
El precedente de 2015 en Cuarte de Huerva, con nueve internos muertos, obligó a revisar la normativa en Aragón
«Las dos trabajadoras han salvado muchas vidas. Son heroínas, pero están deshechas»
Sigue en directo la última hora sobre las tensiones en Torre Pacheco

La peor tragedia en un psicogeriátrico en lo que va de siglo se cebó este viernes 15 de noviembre con el municipio zaragozano de Villafranca de Ebro, donde al menos diez personas internas en la residencia de la localidad fallecieron en un incendio que ... se declaró en una habitación poco antes de las cinco de la madrugada. Fue Paquita Morata, gerente de la Asociación Aragonesa de la Dependencia (Arade), quien apuntó ante las decenas de medios agolpados en las inmediaciones del centro que la principal tesis que manejaba la investigación como causa del fuego era un cigarro a medio apagar. Al parecer, aunque ninguna fuente oficial ha confirmado este extremo y la investigación sigue abierta y bajo secreto de sumario, una de las residentes habría fumado en su habitación de madrugada, pese a que «está prohibido» hacerlo en los dormitorios, apuntó Morata. El fuego habría prendido una máquina de oxígeno de la habitación y desencadenó la tragedia. La Guardia Civil trabajará varios días en Villafranca de Ebro para confirmar si se produjo la imprudencia.
Por el momento no han trascendido las identidades ni edades de los fallecidos, pero según fuentes municipales la persona más joven tenía unos 60 años. En el centro hay usuarios de distintas partes del país: llegados de El Burgo de Osma (Soria), Calanda (Teruel), Madrid y del norte de España, también. Morata recordó ayer, junto a Carmen Torrijo, directora de la residencia Jardines de Villafranca, que en este centro especializado en salud mental hay muchos usuarios ancianos pero también personas desde los 40 años con discapacidad intelectual, demencia y graves problemas de movilidad. Torrijo no podía ni hablar, se encontraba visiblemente afectada. «Al final se hace vida muy familiar, los quieres como si fueran miembros de tu propia familia», decían ella y algunas trabajadoras más que acudieron por la mañana para ayudar en el traslado de los 57 supervivientes a otra residencia de la ciudad de Huesca.
La residencia estaba operativa desde 2008 y tiene capacidad para 72 plazas. En el momento de los hechos estaban ocupadas 70, pero una persona estaba ingresada en el hospital, confirmaron desde el Gobierno de Aragón.
El trasiego no paró durante la fría mañana del viernes en los alrededores de la residencia. Desde primera hora se convirtió en un ir y venir de autoridades, al tiempo que se sucedían las muestras de condolencias llegadas de dentro y fuera de la comunidad. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, lamentó lo sucedido y telefoneó al mandatario aragonés, Jorge Azcón, que a primera hora se manifestó «consternado» por la tragedia, porque las de los ancianos en residencias «nos golpean especialmente», sentenciaba. El suceso obligó a suspender el Pleno en las Cortes regionales y hasta el lugar acudió también Mayte Pérez, líder del PSOE aragonés, junto al presidente de la Diputación zaragozana, Juan Antonio Sánchez Quero. Pérez dijo «todos somos Villafranca» para descartar fisuras políticas, recordando la DANA de Valencia.
Los consejeros de Interior, Roberto Bermúdez de Castro, y de Asuntos Sociales, Carmen Susín, así como el delegado del Gobierno en Aragón, Fernando Beltrán, también acudieron a Villafranca, un pueblo de apenas 820 habitantes situado a unos veinte minutos de Zaragoza. Bermúdez de Castro apuntó que «el fuego» procedía de una habitación, y agradeció la rápida labor del personal del centro y de los vecinos, que colaboraron de madrugada para la rápida evacuación de los residentes hasta el vestíbulo de la residencia antes de la llegada de los Bomberos de Zaragoza. Por su parte, Beltrán destacó que el servicio de emergencias de Aragón «funciona muy bien a todos los niveles» y que a las 5.25 horas se había recibido la primera llamada. «Han venido rapidísimamente» a Villafranca y el operativo ha funcionado, sostuvo. Agentes de la Guardia Civil de Alfajarín, otra localidad cercana, llegaron en pocos minutos tras la llamada al 112 de una de las trabajadoras sobresaltadas por el humo en plena noche. Una de las uniformadas resultó también herida leve por inhalación de gases.
Además, el presidente de Aragón confirmó que dos personas se encontraban en el turno de noche velando por los usuarios, además de otra persona en labores de guardia. Según la gerente de la patronal autonómica de las residencias, cumple con los requisitos legales, y además, según Gustavo García, coordinador de estudios de la Asociación de Directores y Gerentes de Servicios Sociales, la norma antiincendios autonómica es «de las más avanzadas de España» porque se revisó completamente tras el fatal precedente de 2015. Se refiere García al incendio en una residencia de ancianos de Cuarte de Huerva (también en Zaragoza), que costó la vida a nueve internos después de que una residente prendiese fuego de forma intencionada a su colchón. En aquella ocasión la mujer fue condenada a 61 años de prisión, pero se comprobó, pasados unos días, que la residencia no cumplía con las estrictas medidas de seguridad.
La puerta fue el cortafuegos
Esta vez, y siempre según las primeras pesquisas, «todo funcionó perfectamente», aseguró a los informadores el jefe de Bomberos de Zaragoza, Eduardo J. Sánchez, que llevaba trabajando en el lugar desde poco más de las 5.30 horas. Sánchez concretó que la detección del fuego y la existencia de una puerta de seguridad hizo de barrera para impedir que las llamas traspasaran al resto de las instalaciones. Ese cortafuegos evitó que la tragedia fuese aún mayor.
Con todo, el presidente aragonés aseguró que esperarán el resultado de la investigación y que si hay que revisar los protocolos existentes, lo harán. Desde plataformas civiles de familiares de residentes sí se cuestionó ayer que en casos como éste y por lo general en las residencias del país la ratio usuarios/trabajadores es tan escasa que el personal tiene que «elegir entre quién vive y quién muere», señaló en declaraciones a RNE María José Carcelén, de una de esas entidades, cuando ocurre un suceso con tanta gente dentro de los centros.
Asistidos por psicólogos
Las diez familias de los fallecidos fueron asistidas ayer por psicólogos en una sala habilitada especialmente en el Consistorio del pueblo. La mayoría recibió la llamada de la residencia a primera hora. A media mañana llegaban en taxi muy afectados y tras un largo trayecto una madre y su hijo. Ambos pudieron confirmar dentro que su padre y abuelo respectivamente, de 91 años, era uno de los fallecidos. La mujer se lamentaba entre lágrimas de que «ayer [por el jueves] fue el último día que vio a su padre vivo». Acudió a la residencia concertada, donde se les podía visitar todos los días, y lo vio «bien pese a su escasa movilidad». Estaba rota y no habló más. Tampoco quiso dar su nombre. María Ballestín, psicóloga voluntaria y vecina del pueblo, insistió a ABC en la misma plaza del Ayuntamiento que «todos los parientes están en estado de shock y pasarán días en este duro duelo».
Hoy sábado es jornada de luto decretada por el Gobierno de Aragón en señal de duelo y las banderas de la localidad ondean desde ayer a media asta en recuerdo de los fallecidos. Según la regidora, la residencia es como «un chalé, con jardines», donde los usuarios entran, salen y hacen una vida normal dentro de sus limitaciones. Para algunos de los habitantes de Villafranca, aunque buena parte de los usuarios del psicogeriátrico no son naturales de aquí, «son unos vecinos más de un lugar pequeño donde todo el mundo se conoce».
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