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MEDIO AMBIENTE

El monje científico revoluciona el Poblet

El prior de un monasterio catalán, físico de formación, premiado por hacer de su comunidad un ejemplo de gestión ecologista

ROCÍO MENDOZA

Lluc Torcal, un joven prior del monasterio de Poblet, en Tarragona, se paró a pensar un día en el devenir de la sociedad y de su propia comunidad: “¿Es amar a Dios destruir su obra?”, se dijo. Con un no por respuesta casó ecología y religión en una simbiosis antigua, pero un poco olvidada, y se puso manos a la obra para impulsar un proyecto sostenible para su comunidad. Tras años de trabajo, el monasterio acaba de recibir el premio que concede cada año la Asociación Europea por las Energías Renovables por su ejemplaridad en el respeto al medio ambiente.

Este monje de 40 años, físico, filósofo y teólogo de formación, entró a formar parte de la comunidad religiosa hace 16 años. Hace siete años comenzó a preocuparle que la comunidad poco a poco se alejaba de sus principios monásticos, que (entre otros) ensalzan la armonía con la Naturaleza. Comunicó su idea, convenció a todos, logró apoyos e hizo cundir su ilusión. En 2009 las cuatro Congregaciones Cirtescenses de la Corona de Aragón, a la que el Poblet pertenece, firmaron un manifiesto en el que se comprometían a actuar para respetar este principio, religioso y ecológico.

“Por aquel entonces, por providencia o casualidad, como desee, apareció una persona experta en energía sostenible en el monasterio que nos ayudó a diseñar un plan en dos años para dar un giro a la gestión del monasterio y su hospedería”, explica el prior. Planificado y hecho.

Menos agua, menos gasoleo y energía solar

Comenzaron por los sistemas de agua. El gasto excesivo que había detectado, solo para 35 monjes, le llevó a revisar la instalación y a cambiar toda la red de agua potable. Pero no solo eso: instalaron controladores de presión para ahorrar en los grifos, urinarios que funcionan sin agua, optimizaron el sistema de riego del huerto y, actualmente gastan un 10% de todo lo que consumían antes.

Pero si hay una iniciativa reina es su apuesta por la energía solar. Recurren al suministro de placas solares para el agua caliente, a captadores fotovoltaicos ubicados en los viñedos y a cintas fotovoltaicas que colocadas en una zona del tejado del monasterio. “De esta forma, podemos respetar el conjunto arquitectónico porque no tienen el impacto de las placas”, advierte.

También necesitan la mitad del gasóleo que hace tres años con el cambio de sistema de calefacción, que reducía el número de calderas. Pero en un futuro inmediato quieren prescindir de este combustible e instalar la calefacción de Bio Care, un sistema de quemado de un tipo de carbón que permite obtener biocarburante y utilizar luego el mineral como fertilizante.

Aprendizaje para los turistas

“Este premio nos satisface mucho porque es un reconocimiento al grano de arena que estamos poniendo para ayudar a cambiar las cosas. Por nuestra parte, queremos que los turistas que nos visiten aprendan también de nuestro sistema y así contribuir a la difusión de estos valores, que podrían tener éxito en poblaciones pequeñas”, explica el monje. Por su puesto, en el huerto también imperan las prácticas orgánicas, como no podía ser de otro modo.

Su sistema es hoy ejemplo y modelo. Pero la lucha del prior ecologista no acaba aquí. Además de la biomasa, apuesta por la minieólica. El siguiente paso será la instalación de minimolinos de viento, para lograr que el 100% de la electricidad consumida por el monasterio y la hospedería sea limpia.

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