Del pueblo con más hombres al que tiene más mujeres: mapa del desequilibrio de género en España

Los hombres son mayoría en los pueblos, mientras que en las grandes urbes ellas suponen el 52% o más de la población

Vista del municipio burgalés de Vizcaínos Licencia CC

«En el pueblo ahora solo quedan dos mujeres. Algunos hombres se han quedado viudos, otros son solteros o se han separado. Se van apañando como pueden: se hacen la comida, van a comprar, al mediodía se reúnen en el bar…», cuenta Antonio Sebastián, alcalde ... de Vizcaínos, el municipio con el mayor porcentaje de hombres de España. De sus 40 habitantes censados, solo cinco son mujeres.

Esta localidad burgalesa es sólo un ejemplo, el más extremo, del desequilibrio existente en la distribución de la población por sexos en nuestro país. Pese a que las mujeres son casi un millón más, en el 84% de los municipios menores de 100 habitantes ellos son mayoría.

«Esta tendencia se viene produciendo históricamente», señala Susana Vázquez-Cupeiro, coordinadora del Máster en Estudios de Género de la UCM. «En las décadas de los sesenta y setenta eran las mujeres las que generalmente dejaban el ámbito rural para ir a las ciudades ¿Por qué? En ese momento fundamentalmente por la dificultades para poder tener un empleo».

«Tendemos a pensar que las mujeres no son protagonistas de movimientos migratorios, mientras que sí pensamos en que los hombre viajan», reflexiona Paloma Fernández, antropóloga y profesora del Máster Universitario en Género, Mujeres e Igualdad, de la UPNA. «Históricamente las alpargateras, por ejemplo, se iban a trabajar por temporadas. Las mujeres han decidido moverse en la medida que han podido. La división del trabajo ha sido muy estructurante».

Precisamente esto es lo que sucede en Fuente el Olmo de Fuentidueña, en Segovia, el otro polo demográfico de nuestro país, donde según el último censo de 2024 las mujeres suponen un 78% de su población. La mayoría de ellas son extranjeras que acuden a la localidad por la falta de mano de obra para la fábrica de conservas.

«Vienen desde Marruecos autobuses enteros de mujeres a trabajar a la Fabrica Planosa», explica Francisco Javier Andrés, alcalde de la localidad. «Desde hace 40 años estamos con aumentos temporales de población».

No en vano, en esta localidad cuyo motor económico es la agricultura, -«no hay otra salida»-, el índice de extranjeros es el más alto de España suponiendo un 81,5%. «Algunos se han quedado a vivir aquí», explica el regidor, «pero la mayoría vienen a trabajar y después se marchan». Un indicativo de ellos es que pese a la gran cantidad de mujeres que acuden a la localidad, según datos de la Junta de Castilla y León, la tasa de natalidad en el municipio en 2023 se situó en el 4,3 por mil, es decir, muy por debajo de la media española (6,7 por mil).

¿Por qué la ciudad?

En las seis urbes más habitadas (Madrid, Barcelona, Valencia, Zaragoza, Sevilla y Málaga), la población de mujeres supera el 52%, mientras que en el 70% de los municipios de menos de 1000 habitantes son ellos los más numerosos.

«Las mujeres tienden a buscar el estudio como vía de emancipación, para ser un poco más libre y romper las cadenas; en general en el pueblo no ha habido muchas oportunidades en este sentido», señala Fernández. «Las ciudades suelen ser más amables con la realidad reproductiva de las mujeres, el transporte, el ocio… También con los servicios de crianza, como escuelas infantiles».

Además del ámbito laboral y educativo para las expertas consultadas hay otro punto clave: «la necesidad de salir de espacios que, en ocasiones, pueden resultar especialmente opresivos debido al mayor control social que se ejerce sobre ellas», reflexiona Vázquez-Cupeiro.

«Los derechos sexuales y reproductivos en los pueblos siempre están más restringidos», coincide la profesora de la Universidad Pública de Navarra. «Muchas mujeres han tenido que irse para tomar decisiones sobre su propio cuerpo, para tener sus propios derechos, para no ser juzgadas».

Para Inmaculada Idáñez, Presidenta de la Confederación de asociaciones de mujeres del medio rural (CERES), se resumen en tres los motivos para el déficit de mujeres en los entornos rurales: «costumbres muy arraigadas, falta de empleo y servicios», y ahonda, «las mujeres jóvenes han crecido con otros hábitos, pero todavía hay cosas que están muy mal vistas en los pueblos».

Territorio masculino

En hasta 752 municipios los hombres suponen más del 60% de la población frente a los 14 en los que sucede lo contrario. Un hecho que influye en las rutinas diarias. «Se nota en que hay cosas que son de hombres y cosas de mujeres», reflexiona Idáñez. «A una hora determinada de la mañana quedan todos a tomar el café, por ejemplo, y están solo ellos, no se ve una mujer», narra. «En el campo, conduciendo tractores… sólo ves hombres, a las mujeres no las ves. El hombre es el que sale fuera y la mujer la que se queda dentro de casa, detrás de las cortinas», lamenta.

Para el alcalde de Vizcaínos, las mujeres están plenamente integradas en el día a día del pueblo: «En la quedada en el bar van ellas también», afirma. «Vivimos todos bien», dice, aunque reconoce la falta de actividad económica: «La mayoría estamos jubilados, ya no queda agricultura y en ganadería, solo hay 500 ovejas». A pesar de ello, Sebastián sueña con ver crecer su localidad: «Tenemos bar y cobertura en todo el pueblo, si alguien quisiera venir a trabajar».

Espiral demográfica

«Es una pescadilla que se muerde la cola», afirma Inmaculada. «No hay mujeres, por lo que no hay niños; se pierden los servicios, y eso obliga a que más gente se vaya del pueblo».

Así, según las expertas consultadas por ABC, la masculinización del territorio es tanto causa como consecuencia de la llamada «España vaciada». «Es una cuestión clave en términos demográficos», señala Susana Vázquez-Cupeiro. «Las mujeres se van, se va perdiendo población y por tanto servicios, y al mismo tiempo su éxodo contribuye a reforzar la tendencia y, por ende, la masculinización de esos territorios».

Para Fernández, la clave está en dotar de servicios a las zonas rurales: «Las mujeres, en cuanto pueden, se fugan de un entorno hostil. Si no cambia el entorno, no cambiará la tendencia», advierte. «Si realmente hay políticas locales que fomenten la crianza y la vida en estos municipios, las familias irán. No digo solo las mujeres, sino las familias», sentencia.

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