Los problemas con la vivienda afectan a uno de cada cuatro hogares en España

«Lo que encontramos hoy es que quienes más sufrieron las consecuencias de la crisis financiera del 2007 y las consecuencias de la crisis del COVID siguen sin recuperarse y eso nos va hablando de un carácter estructural de la realidad de la exclusión social que nos revela en todas estas ocasiones de crisis y de recuperación económica, la incapacidad de la economía y de las políticas para romper estos ciclos de pobreza y de exclusión social«, ha explicado sobre estos datos la secretaria general de Cáritas, Natalia Peiró.

Sin embargo, sobre esa foto fija sí que cambian pequeños detalles, ya que «no todos los aspectos de la exclusión social han seguido la misma tendencia», según recoge el informe. En concreto, «la exclusión residencial ha sido uno de los que más ha empeorado», y «los problemas relacionados con la vivienda afectan hoy, de una forma u otra, a uno de cada cuatro hogares en España». Una proporción que «se dispara a nueve de cada diez» si se analiza a las personas en situación de exclusión severa.

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Así, la encuesta revela que más de 4,6 millones de hogares sufren dificultades relacionadas con el acceso y el mantenimiento de la vivienda en 2024. Además, el sobreesfuerzo por los costes de la vivienda afecta a un 14,1% de la población (unos 6,8 millones de personas), lo que se sitúa 1,7 puntos porcentuales por encima de la encuesta de 2018 y 8,9 puntos más que en 2007, momento en que los gastos excesivos en el acceso o mantenimiento del hogar afectaban a un 5,2% de la personas.

«La proporción del presupuesto familiar dedicado a pagar la vivienda sigue creciendo y es una realidad que afecta tanto a la compra como al alquiler, aunque con consecuencias especialmente más negativas para personas que viven alquilando»; ha explicado el secretario técnico de la Fundación FOESSA, Raúl Flores. Así, el 20% de los hogares con menor renta dedicaron en 2024 más del 70% de sus ingresos al pago del alquiler de su vivienda. «Si hacemos una mirada retrospectiva, el desembolso en 2007 era del 48%, lo que significa que el esfuerzo en el pago de la vivienda de las familias con menos recursos se ha incrementado casi en un 50% en este periodo», ha destacado Flores.

Un empeoramiento en los indicadores de exclusión residencial que ha propiciado la aparición de estrategias para adaptarse al contexto de inflación aun a costa de un grave detrimento de la calidad de vida. Así, aproximadamente 3 millones de personas (un 6,3%) utiliza «formas precarias de tenencia de la vivienda en la que se incluyen las facilitadas gratuitamente por otras personas o instituciones, realquiladas, ocupadas ilegalmente o con aviso de desahucio». También es un problema el hacinamiento, que afecta al 7% de los encuestados, que se ven forzados a compartir piso, volver a casa de sus padres o a recurrir a los nanopisos.

«A diferencia de otras formas de exclusión residencial extrema, como el chabolismo o el sinhogarismo, que son mucho más visibles para la sociedad, los problemas que hemos señalado son en general muy poco visibles. Quizás por ello la sociedad española ha tardado tanto en reaccionar a la actual crisis de vivienda que, en realidad, se viene labrando desde hace ya tiempo», ha explicado Raúl Flores en la rueda de prensa.