El presidente de los obispos portugueses ante los abusos a menores: «Es una herida abierta que nos duele y avergüenza»
La Iglesia lusa recoge 512 denuncias y estima que al menos 4.815 menores sufrieron abusos
El presidente del episcopado, José Ornelas, saluda al responsable de la investigación, Pedro Strecht (a la derecha)
La Comisión Independiente para el estudio de los abusos a menores en la Iglesia católica portuguesa presentó ayer su informe final, tras un año de investigación, en el que reconoce 512 denuncias validadas –de un total de 564 testimonios escuchados– y un impacto de « ... un número mínimo» de 4.815 víctimas desde 1950.
Según el psiquiatra infantil Pedro Strecht, coordinador de la comisión, se trata de un número «absolutamente mínimo», al que ha sido posible llegar a través de los testimonios validados, pero ha advertido que los casos totales podrían ser muchos más. De entre todos los casos conocidos, la comisión ha elevado 25 a la Fiscalía, pues entendía que no habían prescrito ni denunciados previamente y debían ser atendidos por la Justicia.
«Es una herida abierta que nos duele y nos avergüenza», declaró horas más tarde el presidente de la Conferencia Episcopal Portuguesa (CEP), José Ornelas, en una rueda de prensa convocada para valorar el informe.
El prelado, que también había estado presente entre el público cuando la comisión independiente presentaba su trabajo, reconoció que los testimonios conocidos son una «alerta» para la Iglesia y destacó que piden «perdón a todas las víctimas: a las que valientemente dieron su testimonio, en silencio durante tantos años, ya las que aún viven con su dolor en lo más profundo de su corazón, sin compartirlo con nadie. En vuestras vidas se cruzó la perversidad donde no se debe».
Entre los 10 y 14 años
De esta forma, la presentación de las conclusiones sobre los abusos se vivió este lunes en Lisboa en dos actos. En el primero, el de la comisión independiente, Pedro Strecht reveló que el pico de los casos se dio entre 1960 y 1990, aunque también destacó los producidos este siglo. Del total, el 96% de los abusadores eran hombres y el 77%, sacerdotes.
En cuanto a las víctimas, la edad media en la actualidad es de 52,4 años, aunque cuando sufrieron el abuso se encontraban, la mayoría, entre los 10 y los 14. La mayoría de los abusados son niños, aunque un 42,2 % son niñas, un porcentaje sensiblemente superior al de otros informes independientes europeos sobre la cuestión. Los seminarios fueron el lugar donde se produjo la mayoría de los abusos (un 23 %), seguido por las iglesias (18,8 %), el confesionario (14,3 %), la casa parroquial (12,9 %) y las escuelas católicas (6,9%).
El informe revela que el 43% de las víctimas había hablado por primera del abuso ante la comisión independiente, mientras que un 77% nunca había presentado una queja ante la Iglesia. Sólo un 4% había presentado denuncia a las autoridades judiciales. Las víctimas habían guardado silencio durante al menos 10 años y los primeros en conocer los abusos a los que habían sido sometidos fueron su mujer y amigos, en el caso de los hombres, y los padres y sus familias en el caso de las mujeres.
«Solo una parte residual de los testimonios muestra algún tipo de arrepentimiento o petición de disculpas por parte del abusador, pero, aun así, era algo que aparecía siempre encubierto por un motivo externo, como una tentación injustamente imputada al niño o la imposibilidad de reprimir sentimientos», explicó Catarina Vasconcelos, de la comisión de investigación.
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Entre las recomendaciones de la comisión destaca la petición a la Iglesia para que de continuidad al estudio y al acompañamiento a la par que le reclama el cumplimiento de la doctrina de «tolerancia cero». Además, piden que el Estado portugués aumente a 30 años el plazo de prescripción del delito y que realice un estudio sobre abusos en todos los ámbitos de la sociedad.
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