Policías y espiados: el exceso de control de la vida dentro de los Testigos de Jehová

Se teje de esta manera la red de acusaciones que deriva en un intento de control extremo de la vida de los miembros de esta religión, apoyado, en muchos casos, en simples palabras, los citados chivatazos, sin necesidad de pruebas.

Se necesita a dos testigos que digan lo mismo para creerlos y juzgar a la persona que acusan, un tipo de justicia cogida con pinzas que a los protagonistas de 'Los expulsados del paraíso. Sobrevivir a los Testigos de Jehová', el pódcast documental de investigación de ABC, les conllevaron muchos problemas en el pasado.

«Los ancianos van a decir automáticamente '¿tienes otro testigo?' y entonces, si tienes otro testigo, porque ibais dos y los dos lo visteis, sí hay directamente un comité judicial. Hacen falta dos testigos para cualquier pecado», relata Enrique, secretario de la asociación de víctimas de la congregación, origen del pódcast.

La ley de los dos testigos oculares se aplica tanto para los pecados que nos pueden parecer más nimios, como fumar, jugar a la lotería o hacerse tatuajes, como para los que directamente podrían ser considerados un delito, como es el caso de Judit, que en el episodio 3 de 'Los expulsados del paráiso' narró su infierno de violaciones por parte de otro miembro de la congregación.

Su caso, precisamente, es uno de los que mejor pone de manifiesto esa política de control exhaustivo de la vida d elos testigos.

Tiempo después de las violaciones sufridas, su marido, que no lograba entender su situación y, en lugar de apoyarla, ejerció maltrato psicológico, acudió a los ancianos para, además, acusarla de ser infiel.

«Comenzó una absoluta caza de brujas. o sea, de gángster total. De sacar carpetas, 'tú te has visto tal día a tal hora', porque yo salía con él a tomar algo... toda la información detallada: día, hora, restaurante, todo», cuenta.

Es ese rol de 'policías y espiados' que se impone desde el momento en el que uno es bautizado, un exceso de control de la vida que va desde con quién sales, con quién te acuestas o qué piensas a hábitos cotidianos que tampoco están bien vistos, como fumar.

Esa presión, esa policía moral que pretende amoldar tu vida a sus estrictas normas, genera serios conflictos internos en algunos miembros que, o bien tratan de llevar una doble vida, o bien intentan escapar, no sin serias dudas porque, al fin y al cabo, la vida en los Testigos es la vida que conocen.

Hasta que despiertan. «Tú ves que la Biblia no dice esas cosas, sino que ellos la interpretan de esa manera, entonces poco a poco te vas dando cuenta y eso te va haciendo… irte despertando», relata otro de los extestigos que ha prestado su voz y su historia en el pódcast.

El momento en el que ven que han estado completamente dirigidos, que les han enseñado qué pensar, qué hacer y cómo vivir, coartando su libertad, inicia un proceso de cambio interior, no exento de miedo a lo desconocido de la vida real. Como un salto al vacío de la vida real, apartada del Reino de Dios que siempre les han hecho creer que era la única forma válida de transitar por el mundo.