«Me planteo irme de Cataluña pero es difícil, porque aquí eché raíces»
Un profesor de Gerona denuncia a ABC las presiones que sufren los docentes desafectos al nacionalismo
Barcelona
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Iniciar sesiónSu abuelo, de origen andaluz, llegó a Cataluña en los albores de los 50. Arrastró a su familia hacia Gerona, una tierra que se le antojaba próspera para echar raíces y ver crecer a sus nietos, pero su «sueño catalán» se desvaneció la primera ... noche. Cansado del viaje y sin apenas enseres personales tuvo que pernoctar con su familia en una vivienda en construcción de la que fueron desalojados cuando despuntó el alba. Su padre tenía entonces sólo nueve meses. Vivieron en chabolas construidas en guetos de emigrantes andaluces hasta que tres años después regresaron a Jaén. Allí tampoco hallaron sustento y en 1965 la familia de Iván Teruel (Gerona, 1980), licenciado en Filología Hispánica y profesor de Lengua Española en un instituto de la provincia de Gerona, se asentó definitivamente en Cataluña, la tierra que, según afirma, «nunca les ha acogido como hijos legítimos».
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Iván, como la mayoría de descendientes de emigrantes del sur de España, creció en una burbuja castellanohablante. En la escuela y en su entorno social se relacionaba únicamente en su lengua materna. Cuando llegó al instituto tuvo su primer contacto con el catalán, «la cosa fue a más en la universidad». Allí empezó, según explica, a percibir «los prejuicios clasistas del nacionalismo catalán».
«Dos Cataluñas diferentes»
«Bastantes de mis compañeros castellanohablantes se quedaron en el camino y no llegaron a la universidad. No sucumbieron al proceso de asimilación», asegura Teruel, que supo lidiar con la situación. Se licenció en Filología Hispánica y en 2009 empezó a dar clases de Lengua Española en un instituto de Playa de Aro (Gerona).
Lo que ha vivido en estos últimos trece años en las aulas y fuera de las aulas, especialmente desde que eclosionó el 'procés', en 2017, le ha servido, según dice, para constatar la existencia de dos Cataluñas diferentes, la construida a partir de la «verdad difundida por el nacionalismo catalán», «excluyente y clasista», y la Cataluña plural que lleva años acostumbrada al silencio. En una entrevista concedida a ABC, el docente narra desde su experiencia el día a día de un profesor desafecto al nacionalismo que lleva años sufriendo los prejuicios clasistas del monolitismo político catalán. «Cuando aprobé las oposiciones, empecé a vivir en un entorno en el que la sensación de unanimidad respecto al discurso nacionalista era total. Esa fase fue a más. Ahora la situación es de máxima tensión. No tienes la libertad de expresarte libremente en tu entorno. Si te declaras profesor constitucionalista tienes una probabilidad muy alta de tener problemas», precisa Teruel.
«Somos los 'profes fachas'»
A él y a otros dos profesores de su instituto les «pusieron la cruz» el día que decidieron no abandonar el aula e ir al patio a manifestarse en contra de la actuación policial del 1-O. Fue el 2 de octubre de 2017; ese día aumentó la presión independentista sobre sus espaldas. «No nos vieron en el patio. Desde entonces somos los 'profes fachas'», relata Iván Teruel.
«Mi alumnos no tenían claro si bajar al patio; dudaban. Finalmente, marcharon y me dejaron solo. Llegaron a inventarse que les había prohibido abandonar la clase», dice Teruel. No fue, según apunta, la única calumnia que ha tenido que soportar hacia su persona. En 2019, una denuncia anónima de la familia de uno de sus alumnos le acusó de «hacer propaganda política» entre el alumnado. «La familia acudió al Defensor del Pueblo catalán. A raíz de esa denuncia, me han hecho dos inspecciones», indica el docente.
La imposición del catalán por parte de la Generalitat no solo dentro sino también fuera de las aulas es otra de las cuestiones que más le indignan. La reciente orden del gobierno catalán a los directores para que este curso dejen de cumplir sentencias que conceden un 25 por ciento más de castellano a las familias es, a su entender, «un ejemplo más de la arrogancia con la que el Govern afirma que las leyes y la justicia españolas no van con ellos, que Cataluña funciona como un Estado distinto». Como padre que tiene escolarizados a sus dos hijos en centros públicos, conoce de primera mano «los efectos de la dictadura lingüística».
Ahora, según dice, la cuestión trasciende a las aulas. A la pregunta de este diario de si le consta como profesor que haya alguna instrucción fuera de la clase para que los alumnos solo hablen catalán, Teruel responde: «Me consta que desde el momento que suben al autobús para ir a clase hasta que ese mismo autobús los deja en casa, cualquier instrucción que reciben por parte de los profesionales del comedor, del transporte y de las extraescolares debe ser exclusivamente en catalán». Las situaciones de tensión con las que ha tenido que lidiar con el paso de los años le han hecho plantearse abandonar Cataluña. «Incluso concursé para una plaza en Málaga en 2019», apunta el profesor, que, pese a que se la concedieron, decidió no renunciar a sus raíces. «Me planteo a veces irme. La posibilidad está ahí pero es difícil porque es tu tierra, tienes enterrados a tus seres queridos. Aquí conocí a a mi mujer y han nacido mis hijos. No es fácil renunciar a todo esto», indica. Admite, no obstante, que cuando le salió la plaza desconocía que en las redes empezaban a circular difamaciones que acabarían conformando la denuncia de la madre contra él por apología política. «Si lo hubiera sabido no sé qué habría hecho», reconoce.
Teruel prefiere seguir en pie en una tierra que, según dice, «solo considera hijos legítimos a aquellos emigrantes que se han asimilado cultural, ideológica y lingüísticamente, los que han dejado de ser españoles». Él decidió quedarse pero admite que se sintió solo. Entidades como Impulso Ciudadano o la asociación de profesores AMES le dieron cobijo. Hoy forma parte de la plataforma Docentes Libres, integrada por profesionales de la enseñanza que han decidido «alzar la voz contra las presiones del aparato nacionalista». Antes de acabar la entrevista, este profesor de instituto, autor del libro '¿Somos el fracaso de Cataluña?' (2020, Editorial Lince), hace un llamamiento a los catalanes para que acudan el 18 de septiembre a la manifestación convocada en Barcelona por la plataforma Escuela de Todos, en contra de la exclusión del español como lengua vehicular en Cataluña. «La sociedad civil debe mostrar su desacato a unas medidas que rozan el totalitarismo», concluye.
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