El perfil de sádico sexual sentenció al asesino de Manuela Chavero

«Mi hermana donde esté ya puede descansar tranquila. Desde allí nos ha ayudado». Son palabras de Emilia Chavero que no concibe una posibilidad distinta a que Delgado, vecino de la misma calle de la víctima y a quienes todos ellos conocen desde niño, pase el resto de su vida entre rejas. El acusado, que lleva desde septiembre de 2020 en prisión provisional en la cárcel de Badajoz, quiere que lo trasladen a la de León. Allí vive su madre, su hermana y sus sobrinos, su única familia.

Tan inexpresivo durante la lectura del veredicto, como lo ha estado durante la semana del juicio, soltó a su abogado una frase que rezuma aceptación antes de que el magistrado dicte sentencia en los próximos días: «Me tengo que hacer al pueblo donde vivo. Hay pueblos más pequeños que una cárcel». Antes había renunciado a su turno de última palabra.

El portavoz del Jurado insistió, tras alcanzarse un veredicto unánime en todas las cuestiones planteadas, en que «fue un asesinato». Añadió el argumento de que Manuela no pudo pedir auxilio y que el autor «aumentó inhumanamente el dolor de la víctima». La agravante de género también está recogida en las cuestiones a las que tuvieron que responder: «La mató despreciándola por su condición de mujer», una tesis que no planteó inicialmente la Fiscalía, solo la acusación.

«El móvil sexual es la única explicación posible. Cuando se dio cuenta de lo que había hecho, la única salida que vio fue la de matarla. Le quitó la ropa sin explicación lógica (...) Ha quedado demostrado que Eugenio tiene distorsionado el concepto de libertad sexual de las mujeres», señaló el representante del Jurado.

Era el punto clave del juicio, celebrado ocho años después de la desaparición de la mujer. Probarse o no dicha agresión sexual y, por tanto, poderle condenar a prisión permanente. El cadáver de Chavero fue recuperado cuatro años después, esqueletizado, en una finca propiedad de Delgado y, en esas condiciones no se hallaron restos biológicos en el cuerpo. Pero esa ausencia no ha sido impedimento para el Jurado, que ha tenido en cuenta otros elementos indiciarios, básicamente el informe de la Sección de Análisis del Comportamiento Delictivo de la Guardia Civil. En el mismo se concluye que Eugenio Delgado es un «sádico sexual». El comandante al frente de esta sección declaró que en los más de 1.000 casos analizados por su departamento nunca habían visto un diagnóstico tan claro de sádico sexual.

Sus compañeros de la UCO detallaron a la Sala cómo desnudó el cuerpo de Manuela y luego quemó sus ropas, como descartaron otros posibles móviles, las conversaciones que mantenía con prostitutas. Y un elemento muy controvertido que el Jurado ha orillado. Tras ser detenido, Delgado dijo a los agentes, «de forma espontánea» que si encontraban semen en el cuerpo de Manuela no se extrañaran porque tuvieron relaciones consentidas.

Nunca lo hizo constar en una declaración oficial por lo que su abogado, José Antonio Carrasco, trató de invalidar, sin éxito, esas palabras dado que solo estaban presentes los investigadores y el detenido.

El Jurado ha tenido en cuenta también para dar por probada la agresión las declaraciones de tres testigos, dos vecinas de Delgado y la novia de su amigo. Esta última, Vanesa, contó que le dijo que si no era para él no era para nadie y que en una ocasión el acusado viajó hora y media de madrugada solo para verla salir del trabajo. Las vecinas, chicas jóvenes, se explayaron sobre situaciones de acecho y temor hacia él. Otra joven con la que mantuvo relaciones sexuales habló de un comportamiento violento.

La abogada de la acusación, Verónica Guerrero, muy satisfecha con el veredicto señala a ABC que se ha logrado «crear un relato lógico basándose en todos esos indicios. Ese relato no tenía sentido sin la agresión sexual». La Fiscalía en su acusación inicial no lo incluyó pero varió su criterio el año pasado tras cambiar el representante del Ministerio Público.