El Papa se reúne con 15 jóvenes de Ucrania en Lisboa y con el representante de Zelenski para religiones

El encuentro ha durado 30 minutos. El Papa ha escuchado sus «conmovedoras historias» y les ha expresado su cercanía «dolorosa y de oración». «Al concluir el encuentro, el Papa y los jóvenes han rezado juntos un padrenuestro, pensando en la maltratada Ucrania», concluye el breve comunicado. El Vaticano ha contribuido a través de un fondo de solidaridad a cubrir los gastos del viaje de estos jóvenes. En una entrevista publicada por los medios vaticanos uno de sus representantes aseguró que «queremos ser abrazados, pero también abrazar a todos aquellos que nos ayudan a resistir en esta guerra». Piden que en Lisboa no se les reciba «con palabras de condolencia, sino sobre todo con la oración y el recuerdo. Las armas deben callar, y nuestro grito, el grito de las víctimas, no».

El Papa Francisco ha invitado también a su misa privada esta mañana en la nunciatura a cuatro familiares de una catequista francesa de 62 años que participaba en la JMJ y que falleció en Portugal a causa de un accidente doméstico en la casa donde se alojaba.

Este miércoles el Papa participará en la multitudinaria ceremonia de bienvenida en el parque Eduardo VII de Lisboa. Pero antes de comenzar los encuentros con los jóvenes del mundo, el Papa ha dedicado la mañana a una de las instituciones católicas que más impacto tienen en este país, la Universidad Católica Portuguesa. La visita es ya un mensaje, pues según Francisco estudiar es una responsabilidad porque capacita para cambiar la sociedad. Desde su campus en el centro de Lisboa, el Papa se ha dirigido simbólicamente a todos los alumnos y profesores de las instituciones educativas católicas lusas.

El Pontífice ha lamentado que «recibir instrucción superior» siga siendo un privilegio en muchos lugares del mundo. Además, ha pedido a la universidad que mire hacia el servicio de la sociedad, y no hacia sus propios intereses: «Sería un desperdicio pensar en una universidad comprometida en formar a las nuevas generaciones sólo para perpetuar el actual sistema elitista y desigual del mundo, en el que la instrucción superior es un privilegio para unos pocos».

Este privilegio debe vivirse como un servicio, pues «si el conocimiento no es acogido como responsabilidad, se vuelve estéril». «El título de estudio no puede ser visto sólo como una licencia para construir el bienestar personal, sino como un mandato para dedicarse a una sociedad más justa e inclusiva, es decir, más desarrollada», ha recordado el Papa a los 6.500 jóvenes que le escuchaban.

El Papa les ha regalado otras perlas. Les ha solicitado que redefinan «lo que llamamos progreso y evolución, porque, en nombre del progreso, se ha abierto el camino a una gran regresión. Ustedes son la generación que puede vencer este desafío, tienen los instrumentos científicos y tecnológicos más avanzados, pero, por favor, no caigan en la trampa de visiones parciales». Les ha pedido que no permitan que «las mujeres sean de segunda» en ámbito académico. «Las mujeres no son de segunda, eso existe en el inconsciente colectivo. Su contribución es insustituible».

Y como esta universidad es una institución confesional, les ha pedido que «hagan creíble la fe a través de sus decisiones. Porque si la fe no genera estilos de vida convincentes, no hace fermentar la masa del mundo». Se trata de que la formación abierta a la trascendencia que se da en universidades católicas contribuya a mejorar la sociedad, no a reforzar convicciones. «El cristianismo no puede plantearse como una fortaleza rodeada de muros, que alza sus bastiones frente al mundo», les ha avisado.

Entre quienes le escuchaban, además del presidente Marcelo Rebelo de Sousa, estaba Duarte de Bragança, actual jefe de la Casa Real portuguesa, acompañado por su esposa Isabel de Herédia. «Esta visita es muy importante para Portugal, y el país está muy contento de recibir al Papa. Son unos días preciosos», ha explicado contento el duque a ABC. Durante el encuentro, Francisco ha escuchado una preciosa versión de 'A time for us', la canción compuesta por Henry Mancini y Nino Rota para el musical 'Romeo y Julieta'. Una melodía romántica que el Papa ha aplaudido emocionado.