Por qué el Papa no estará en la reapertura de Notre-Dame y sí irá a Francia una semana después

En septiembre, durante su viaje a Extremo Oriente, una corresponsal francesa aseguró que el Papa Francisco había alzado el pulgar cuando ella le preguntó si participaría en la ceremonia para la reinauguración de Notre-Dame. Aunque no es lo habitual, el Pontífice tuvo que intervenir personalmente para desmentirla. Durante la rueda de prensa a bordo del avión de regreso de ese viaje, el corresponsal de Le Monde, Simon Leplâtre, se lo preguntó directamente. «Hablando de Francia, quisiera saber: ¿Estará usted en París con ocasión de la reapertura de la catedral de Notre-Dame?», le dijo. «No, no iré a París», respondió con llamativa contundencia Francisco.

El Papa no dio mayores explicaciones, pero sabe encontrar gestos de gran expresividad para contextualizar sus decisiones. En este caso, el próximo 15 de diciembre viajará a Francia para clausurar una conferencia sobre religiosidad popular que tendrá lugar en Ajaccio, en la isla de Córcega, la región más pobre del país. Significa que París puede esperar.

En la Santa Sede no hay una respuesta oficial a la decisión del Papa. Eso sí, sus portavoces hacen notar que es un fin de semana lleno de encuentros oficiales. El sábado 7 celebra un consistorio para crear 21 nuevos cardenales, y tenía desde hace meses previsto inaugurar ese día el árbol y el nacimiento de la plaza de San Pedro. Asimismo, el 8 de diciembre es una fecha que dedica tradicionalmente a la ciudad de Roma, pues en esta fecha los pontífices visitan sin falta la céntrica plaza de España para rezar ante la estatua de la Inmaculada Concepción. Este año Francisco ha incluido además una misa en San Pedro con todos los cardenales.

Un francés conocedor de las dinámicas de los viajes papales explica a ABC que «el Papa quiere evitar París primero porque desea evitar una visita de Estado a Francia y segundo, porque en este momento ve el peligro de que Macron instrumentalice su presencia». «Por otro lado, para Francisco es muy probable que Notre-Dame sea de alguna forma símbolo del pasado, y no de una Iglesia que mira al futuro», apunta.

También desde Francia, un analista de cuestiones católicas asegura a ABC que «parece bastante claro que el Papa no quiere ponerse al mismo nivel protocolario que los demás jefes de Estado presentes en la ceremonia en Notre-Dame», que es un lugar eminentemente religioso.

Además, en su opinión, sigue pesando «el recuerdo histórico de la humillación sufrida en ese lugar por el papa Pío VII durante la coronación de Napoleón». Hace notar que el emperador «sigue siendo una fuente explícita de inspiración para nuestro presidente Macron».

En 1804, Pío VII fue «convencido» a viajar a París para la coronación de Napoleón como emperador, en la catedral de Notre-Dame. Fue más que nada una ceremonia de «auto coronación», y la función del Papa era entregarle la corona, -una humillación. Las crónicas del tiempo dicen que en cualquier caso Pío VII se limitó a darle una bendición. Tras ese encuentro, Napoleón empezó a recelar de la popularidad del Pontífice entre los franceses. Tanto es así que en 1808 invadió Roma y Pío VII le excomulgó.

En cualquier caso, añade el analista, «sigue siendo probable en un futuro no muy lejano una visita explícita del Papa Francisco o de su sucesor a Notre-Dame, en continuidad con los viajes que allí hicieron Juan Pablo II y Benedicto XVI, pero no en continuidad con Pío VII».