El Papa Francisco cambia el futuro de la Iglesia con la selección de sus nuevos cardenales
Menos italianos y más asiáticos y africanos, para que los cónclaves no dependan de criterios europeos
El Papa crea 21 nuevos cardenales, entre ellos tres españoles
El deporte nacional del Vaticano es especular sobre quién puede ser el sucesor del Papa. Por respeto al Pontífice, los monseñores y expertos del lugar suelen hacerlo en voz baja y casi sin mostrar interés. Curiosamente, en las contadas ocasiones en las que un obispo ... de Roma nombra nuevos cardenales, entra en vigor una especie de «tregua» durante unos días se habla abiertamente del perfil de los papables. Sucede esta semana en Roma, pues este sábado el Papa ha creado 18 nuevos cardenales electores, que podrán entrar en un cónclave si éste se convoca antes de que cumplan 80 años.
«No tengo miedo a ser elegido Papa, porque no tengo ninguna posibilidad», explica a ABC el nuevo cardenal de Hong Kong, Stephen Chow Sau-Yan. «Si me toca el cónclave, mi aportación será elegir a alguien capaz de leer el momento histórico de la humanidad y de la Iglesia para ponerse al servicio de la voluntad de Dios», le hace eco Luis José Rueda, arzobispo de Bogotá (Colombia). «Un Papa debe dar respuesta a problemas como construir la paz, ayudar a cuidar el medio ambiente o acabar con el hambre, y por eso son prioridades de la Iglesia», añade el jesuita Ángel Rossi, el nuevo cardenal de Córdoba (Argentina).
Con los nombramientos de este sábado habrá 136 cardenales con derecho a entrar en un cónclave. De ellos, 98, o sea, el 72%, han sido nombrados por Francisco. Aunque no forman un bloque compacto, tienen en sus manos el futuro de la Iglesia, pues para elegir un Papa se necesita una mayoría de dos tercios de los votos, lo que significa que es imprescindible el apoyo de casi todos ellos.
Sin duda Francisco ha imprimido su sello personal en el colegio de cardenales pues lo ha modificado en dos direcciones. Por un lado, ha hecho que la mayoría de los purpurados procedan de países en vías de desarrollo, de forma que cuando se vote en el cónclave no se tengan en cuenta sólo las prioridades de las Iglesias de Europa. En concreto, ha aumentado la presencia de cardenales de Asia, África y Oceanía, ha mantenido estables los de América, ha reducido el número de italianos, y ha mantenido estable el número de cardenales del resto de países europeos.
Para hacerse una idea de la magnitud del cambio, cuando él fue elegido Papa, el 24% de los que entraron en la Capilla Sixtina eran italianos; hoy en día sólo el 10,20%. Además, Asia ha pasado de casi el 9% al 17%; África del 8,8% al 14%, y Oceanía del 0,9% al 2,2%.
Dinamita las «sedes cardenalicias»
Francisco ha dinamitado también la existencia de «sedes cardenalicias». No ha hecho cardenales a los arzobispos de París, Toledo, Los Ángeles, Milán o Venecia. Pero en sus consistorios siempre ha habido cardenales de países que nunca habían tenido un representante en el cónclave, como Paraguay, Sudán del Sur o Mongolia.
Por otro lado, los cardenales nombrados por Francisco son en general obispos muy activos y con marcado espíritu «misionero», que anteponen la atención a las personas a la defensa de posibles privilegios de la Iglesia. Muchos de ellos han demostrado capacidad de mediación y consenso, ya sea como altos cargos de conferencias episcopales o en crisis políticas en sus países. Es el caso del nuevo cardenal de Hong Kong, que ha templado gaitas con Pekín, o el nuevo de Sudán del Sur, que intenta que las milicias que mantienen en guerra a su país respeten los acuerdos de paz.
Aparentemente el Papa no ha distinguido entre conservadores o liberales, aunque en general los que proceden de países en vías de desarrollo son más conservadores respecto a los del hemisferio norte.
La historia reciente demuestra que aventurarse sobre qué cardenal será el próximo Papa es un deporte de alto riesgo. Los cardenales nombrados por Juan Pablo II, que eran mayoría absoluta en 2005, apostaron por Joseph Ratzinger. En el cónclave que eligió a Francisco, un 58% de los electores habían sido nombrados por Benedicto XVI y un 42% por Juan Pablo II, y el elegido fue el cardenal Bergoglio. El cónclave tiene una dinámica interna muy peculiar que está condicionada por la coyuntura en la que se encuentre la Iglesia en las semanas en las que toque votar y por la lista definitiva de votantes.
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Visto el perfil de cardenales, lo único seguro que se puede aventurar es que el próximo papa tendrá un perfil proactivo, hablará a las personas allá donde se encuentren, y no gobernará la Iglesia desde su despacho.