El Papa comienza el Triduo Pascual en una cárcel y lava los pies a diez chicos y dos chicas

Les habla de una estrategia «para que la vida no sea tan dura»

El Papa lava los pies de diez chicos y dos chicas Reuters

Javier Martínez-Brocal

Corresponsal en El Vaticano

El Papa ha comenzado el Triduo Pascual en la cárcel de menores de Roma, donde ha lavado y besado los pies a diez chicos y dos chicas que allí cumplen condena. «No es un gesto folclórico. Es un gesto que recuerda cómo ... debemos ser unos con otros», les explicó, mientras le escuchaban secándose las lágrimas.

De los doce chicos y chicas, seis eran menores de edad.El Vaticano ha explicado que entre ellos había un musulmán, y que además de italianos había un rumano, un ruso y un croata.

Desde sus tiempos como arzobispo de Buenos Aires, Jorge Mario Bergoglio vincula esta ceremonia del Jueves Santo con un lugar ligado a la dignidad de las personas. En Argentina iba ese día a hospitales o a repartos de maternidad y lavaba los pies también a bebés. Durante su pontificado, en siete ocasiones ha celebrado esta misa en centros penitenciarios, pero también en un centro de ayuda a personas con discapacidad y en de acogida de emigrantes.

Este año, en la cárcel romana de «Casal del marmo» ha defendido la «dignidad» de los pecadores. Le escuchaban los alrededor de 47 detenidos que hay en este centro, la mitad de ellos menores de edad, y el resto, de no más de 25 años.

«Vemos cuánta gente se aprovecha en la sociedad, y cuántos se quedan relegados a un rincón del que no consiguen salir. ¡Cuántas injusticias! Gente sin trabajo, o que sus jefes les pagan la mitad, que no tienen dinero para medicinas, familias destruidas. Pero ninguno de nosotros puede decir, yo gracias a Dios no soy así», les ha explicado.

«Todos podemos caer en esto. Todos. Y esta certeza, esta conciencia de que cada uno puede caer, nos da la 'dignidad', subrayo la palabra, la 'dignidad' de ser pecadores. Jesús nos quiere así y por eso nos ha querido lavar los pies. Para decirnos 'he venido para salvaros, para serviros'», ha continuado.

Lección de nobleza

Mientras hablaba, les miraba sonriente, sereno. Le escuchaban sentados, mientras, de pie, les acompañaban funcionarios de la cárcel, agentes de policía y voluntarios. «Quizá podríais decir: 'Si el Papa supiera lo que tengo dentro, lo que he hecho'», ha reconocido. «Jesús lo sabe y nos ama como somos, nos lava los pies a todos. No se asusta de nuestras debilidades, porque Él ha pagado ya. Sólo quiere acompañarnos, tomarnos de la mano para que la vida no sea tan dura para nosotros», les ha asegurado.

Para el Papa, el lavado de pies es una lección práctica de «nobleza del corazón»: «La belleza de ayudarse unos a otros, de tender la mano, gestos humanos y universales que nacen de un corazón noble. Así la vida es más linda».

Les ha asegurado que la condena que están cumpliendo no es lo que define sus vidas. «Esta dificultad pasará. Pensad que Jesús os ha lavado los pies, os ha amado. Nunca nos abandona, nunca».

En una tarima

El capellán de la cárcel ha dispuesto una tarima para que el Papa pudiera lavar los pies sin necesidad de agacharse. Francisco se ha acercado caminando apoyado en un bastón, y luego se ha detenido con una jofaina, una jarra y una toalla ante cada joven. Al ser menores de edad, el Vaticano intentó evitar encuadrar los rostros de algunos, pero las cámaras no lo consiguieron pues los chicos se agachaban para besar la mano del Papa.

Cuando terminó, tres de ellos le detuvieron conmovidos. «Yo rezo siempre por ti, yo te aprecio», le ha asegurado Matteo, de Croacia. «Usted, con estos gestos, nos salva, nos despierta, nos devuelve a lo esencial», le ha despedido la directora de la cárcel nada más terminar la misa. Luego, de parte de los internados, le ha regalado una cruz hecha en el taller de carpintería y unas galletas cocinadas en la clase de pastelería. Como recuerdo, el Papa ha entregado huevos de pascua y rosarios a los menores.

En este lugar cumplen actualmente condena 47 chicos y chicas, de los que 21 son menores de edad, y 26 tienen entre 18 y 25 años. El centro fue noticia en enero cuando dos internos de 16 años dieron fuego a los colchones y las colchas de sus celdas, -uno, para protestar por el retraso en la suministración de un ansiolítico y otro, porque lo habían castigado a 15 días de limitación de movimientos por mal comportamiento- y provocaron un incendio que obligó a trasladar al hospital a tres policías y un prisionero.

Según sus normas internas, deben permanecer en las celdas desde las 13:30 a las 15:30, y desde las 20:00 hasta las 7:30 de la mañana. Tienen derecho a tres videollamadas por semana, o a dos videollamadas y una visita presencial.

El sacerdote Raffaele Grimaldi, que coordina a los capellanes de las cárceles italianas considera que la visita del Papa es «un llamamiento a las instituciones para que no abandonen a estos jóvenes frágiles que a menudo están solos, perdidos y desorientados, sin puntos de referencia. No tienen el calor de sus familias, se sienten aplastados por los errores que han cometido y llevan en el corazón el grito del sufrimiento y de la rabia».

Recuerda además que «el verdadero objetivo de la justicia no es castigar y reprimir, sino invitar a quienes han obrado mal a reconstruir los vínculos rotos, ayudarles a encarnar una justicia reparadora, que ponga en el centro el dolor y el sufrimiento de la víctima».

Durante las dos ceremonias de este viernes, el Papa se ha mostrado en perfecta forma. De hecho, ha concelebrado la misa, y no se ha limitado a presidirla. Este viernes tiene previsto presidir los oficios a primera hora de la tarde en la basílica de San Pedro, y participar a las 21:15 en el Vía Crucis en la plaza de San Pedro. El Vaticano ha evitado dar a conocer el texto de las meditaciones que acompañan cada estación, que podrían haber sido escritas personalmente por el pontífice.

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