El Papa centraliza la gestión financiera del Vaticano para evitar la corrupción

En un breve rescripto publicado en' L'Osservatore Romano' este martes, Francisco ordena que el IOR tenga la competencia exclusiva para la gestión económica. Además, los dicasterios, oficinas y organismos afines de la Santa Sede deberán transferir —a partir del 1 de septiembre y en un plazo de máximo 30 días— al instituto financiero todos los activos financieros y la liquidez . Se trata de un paso más para dar carpetazo a las anomalías e irregularidades en las finanzas del Vaticano.

Hasta ahora el dinero de los distintos dicasterios se gestionaba de forma autónoma, con distintas cuentas bancarias incluso con sede en el extranjero. La falta de un eje central en el flujo del dinero ha sido el perenne foco de todos los escándalos. Por lo que el Pontífice ha establecido que «la actividad de gestor de bienes y custodio del patrimonio mueble de la Santa Sede y de las Instituciones vinculadas a la Santa Sede es competencia exclusiva del Instituto para las Obras de Religión». Además, en junio instituyó un comité de inversiones —que también empezará a funcionar en septiembre— con el objetivo de delimitar las operaciones financieras desde un punto de vista ético y asegurar que estén en armonía con la doctrina social de la Iglesia católica.

El llamado banco del Vaticano es una pequeña entidad financiera con poco más de cien empleados, cuyos depósitos ascienden a unos 6 mil millones de euros si se cuentan los activos de todos los clientes: una cantidad irrisoria si se compara, por ejemplo, con los 8.431.150 millones de la partida asignada por el Gobierno a la Casa del Rey este año o a los 65.725 millones que costó en total el rescate a la banca.

El primer paso hacia la transparencia llegó en 2010. Benedicto XVI creó la Autoridad de Información Financiera (AIF), la primera institución en la historia del Vaticano que se ocupó de la vigilancia de las actividades. Para acabar con las prácticas financieras irregulares, el IOR comenzó a rendir cuentas y a presentar con regularidad sus balances. A partir de entonces se revisaron las casi 20 000 cuentas abiertas y se hizo una criba de clientes cuyo perfil está limitado a instituciones católicas, eclesiásticos, dependientes del Vaticano y embajadas y embajadores acreditados ante la Santa Sede. Este proceso acabó con la liquidación de más de 5.000 cuentas corrientes, la mayoría inactivas, pero también algunas de dudosa titularidad.

Sin embargo, el verdadero músculo económico del Vaticano no es su banco, sino su patrimonio artístico. Las obras custodiadas en los Museos Vaticanos, con seis millones de visitantes al año, solo por debajo del Louvre y del British Museum, tienen un valor incalculable. Actualmente, la salud de las cuentas del Vaticano no pasa por su mejor momento. Los casos de abusos sexuales por parte del clero se han llevado por delante parte de las donaciones de grandes potencias económicas como Estados Unidos o Canadá y no solo porque haya caído en picado el número de fieles, sino porque sus recaudaciones se han vehiculado hasta los resarcimientos para las víctimas de esta lacra.