El Papa bautiza a ocho adultos durante la Vigilia Pascual en el Vaticano

Curiosamente, una de las personas que bautizó el Papa fue la ganadora en 2018 del certamen «Miss Grand Venezuela». Se llama Biliannis Guillermina Álvarez Chirinos, y asistió conmovida a la misa en el Vaticano.

Francisco había cancelado el Viernes Santo su participación en el Vía Crucis del Coliseo, pero este sábado sí que presidió la ceremonia con total normalidad. El Papa, que tenía buen aspecto, recorrió la nave central en silla de ruedas, y habló con tono de voz fuerte aunque con alguna dificultad respiratoria. Lo cierto es que se trata de una ceremonia larga, de más de dos horas, y que el Vaticano no vio necesario reducirla.

Como es tradicional, el pontífice comenzó la Vigilia Pascual en el atrio de la basílica de San Pedro, que estaba completamente a oscuras. Allí bendijo y encendió el cirio pascual, gesto con el que la liturgia católica evoca la Resurrección de Cristo tras haber recordado su muerte el Viernes Santo. A continuación, esa misma llama se utilizó para encender las velas de los 9.000 peregrinos que asistieron a la ceremonia, y la enorme basílica se iluminó en pocos minutos sólo con la luz de esas candelas.

Durante esta última ceremonia del Triduo Pascual, el Papa usó los oleos consagrados el jueves en la misa crismal, para administrar los sacramentos del bautismo y la confirmación a los ocho adultos de varios continentes, que también recibieron la primera comunión.

Dirigiéndose a quienes iba a bautizar, pero también a todos los católicos, el Papa retomó el hilo conductor de la homilía del jueves y explicó que cuando la vida espiritual se hace árida y repetitiva es el momento de regresar a los orígenes de la propia experiencia de fe.

A partir del relato de la Resurrección del Evangelio de Mateo que se acababa de leer, describió cómo la Magdalena y otras mujeres se encaminaron hacia la tumba de Jesús «con incertidumbre, desorientadas, con el corazón desgarrado de dolor por esa muerte». Al tomar conciencia de que Jesús ha resucitado «pasan de ese triste camino hacia el sepulcro a la alegre carrera hacia los discípulos».

«También nosotros hemos experimentado el sabor del cansancio y hemos visto apagarse la alegría en el corazón, cuando hemos sido atenazados por el dolor, oprimidos por la tristeza, humillados por el pecado; cuando hemos sentido la amargura de algún fracaso o el agobio por alguna preocupación», destacó el Papa. «A veces vemos en el presente sobre todo tumbas selladas: desilusiones, amarguras y desconfianza; el 'no hay nada más que hacer', 'las cosas no cambiarán nunca', 'mejor vivir al día' porque 'no hay certeza del mañana', y pensamos que la alegría del encuentro con Jesús pertenece al pasado», continuó.

Describió esa «impotencia ante el poder del mal, ante los conflictos que dañan las relaciones, ante las lógicas del cálculo y de la indiferencia que parecen gobernar la sociedad, ante el cáncer de la corrupción, ante la propagación de la injusticia, ante los vientos gélidos de la guerra». Incluyó en la lista la experiencia de la muerte, «porque nos ha quitado la dulce presencia de nuestros seres queridos o porque nos ha rozado en la enfermedad o en las desgracias».

Como resultado, «quedamos atrapados por la desilusión y se seca en nosotros la fuente de la esperanza. Nuestros caminos se detienen frente a las tumbas y permanecemos inmóviles llorando y lamentándonos, solos e impotentes, repitiéndonos nuestros 'por qué'», resumió.

En la homilía de la misa más importante del año para los católicos, explicó que, para los cristianos, recordar la Resurrección de Jesús no resuelve esos problemas, pero sí invita a «escapar del miedo para caminar hacia el futuro». La propuesta del Papa es «ir hacia adelante y superar el sentimiento de derrota» reviviendo los inicios de la propia fe. «Recuerda el momento en el que Jesús dejó de ser un personaje histórico como otros y se convirtió en la persona más importante de tu vida», propuso.

«Se trata de revivir ese momento, esa situación, esa experiencia en la que encontramos al Señor, sentimos su amor y recibimos una mirada nueva y luminosa sobre nosotros mismos, sobre la realidad, sobre el misterio de la vida», explicó.

Aconsejó por ejemplo preguntarse «cuándo ocurrió; reconstruir el contexto, el tiempo y el lugar; volver a experimentar las emociones y las sensaciones; revivir los colores y los sabores». Como en cualquier amistad, «cuando has olvidado ese primer amor, cuando has pasado por alto ese primer encuentro, ha comenzado a depositarse el polvo en tu corazón», concluyó.

Por otro lado, el Vaticano destacó que las vestiduras que llevaba el Papa habían sido preparadas por una cooperativa social iniciada en Asti, localidad en el norte de Italia ligada a los abuelos de Jorge Mario Bergoglio. Se trata de un taller de costura impulsado por Cáritas, que da trabajo a ancianos que viven solos, personas con discapacidad y presos.

Este domingo el Papa Francisco presidirá la misa del domingo de Resurrección en la plaza de San Pedro, y a mediodía impartirá la bendición «Urbi et orbi» y tendrá el discurso de Pascua desde el balcón central de la basílica de San Pedro. En ese discurso, los pontífices repasan los grandes problemas de la humanidad, y proponen gestos concretos e iniciativas para construir la paz.