Un centro alemán despide a un investigador del clima que rechazó volar y tardó 50 días en llegar a su destino
El científico utilizó cinco trenes, nueve autobuses, dos barcos, un coche compartido y un convoy policial para llegar a Papúa Nueva Guinea desde Kiel
Estos son los efectos sobre la salud a largo plazo de un desastre ambiental
La travesía que tenía que tomar el investigador. A la izquierda, el científico Gianluca Grimalda
El investigador Gianluca Grimalda había pasado los últimos seis meses en Papúa Nueva Guinea, estudiando qué consecuencias tienen la globalización y el cambio climático para las comunidades indígenas. Desde allí publicaba regularmente en redes sociales coloridas fotos, ataviado con vestimentas tribales. A la hora ... de volver a casa, el pasado mes de julio, comunicó al Instituto de Economía Mundial de Kiel (IfW) que su investigación se había visto retrasada por factores fuera de su control. Había sido tomado como rehén y le habían robado. Además, contactar con la población local llevó más tiempo de lo previsto, afirmaba Grimalda, para retrasar su vuelta hasta el 10 de septiembre.
La prestigiosa institución dispuso para él un billete de avión para recorrer los 22.000 kilómetros de vuelta en la fecha sugerida por el investigador, pero sólo unos días antes de volar comunicó que rechazaba el billete, porque no quería perjudicar el clima.
Más transportes para emitir menos CO2
Grimalda alegó entonces que pretendía regresar por otros medios que emitiesen menos emisiones de CO2. El IfW accedió, pero le dio de plazo hasta el 14 de octubre. Grimalda respondió que no era tiempo suficiente. Proponía un viaje en barco de carga, ferry, autobús y tren de al menos 50 días, siempre que no surgiesen contratiempos, un viaje de más de 39.000 kilómetros que, en lugar de las 3,6 toneladas de CO2, emitiría 400 kilos. Saldría de Papúa Nueva Guinea con 51 años y llegaría a Alemania con 52.
Un trayecto que, de hecho, ya realizó para llegar al lugar de la investigación. Tuvo que tomar cinco trenes, nueve autobuses, dos ferries, dos taxis, un coche compartido e incluso convoy policial. Para volver, comunicó que confiaba repetir el viaje y estar de vuelta en Kiel a mediados de diciembre, cerca ya del receso navideño, pero su empleador rechazó este proyecto. Ante la negativa a subirse al avión, fue amenazado con el despido.
El pasado domingo, 15 de octubre, decidió llevar a cabo su travesía a pesar de la amenaza. A bordo de un carguero en el puerto de Buka —una pequeña isla en Papúa Nueva Guinea— le comunicaron que su contrato había sido rescindido. La causa de legal de su despido fue el reiterado retraso en llegar a su lugar de trabajo. En declaraciones a medios alemanes y británicos, Grimalda ha acusado al IfW de insensibilidad con el cambio climático.
«El transporte aéreo es la forma más rápida de llevarnos al desastre»
«El transporte aéreo es la forma más rápida de quemar combustibles fósiles y, por lo tanto, la forma más rápida de llevarnos al desastre«, ha dicho en redes sociales, en las que cuenta con apoyo de la organización juvenil Última Generación, incluida su líder alemana, Luisa Neubauer. «Estamos en 2023 y el investigador del clima Grimalda corre peligro de perder su trabajo porque no quiere volver en avión después de una estancia de investigación para ahorrar CO2. (...) Total solidaridad», había escrito Luisa en X, antes Twitter.
Grimalda sospecha, de hecho, que el despido es en realidad una venganza por la campaña que esta organización lleva a cabo en Berlín, donde desde mediados de diciembre, cada mañana, varios de sus miembros pegan sus manos al asfalto en puntos neurálgicos del tráfico en hora punta, causando tremendos atascos y retrasos de todo tipo a los berlineses, con el objetivo de concienciarles sobre la urgencia de proteger el clima.
«Chantaje psicológico»
A pesar del despido, el investigador se muestra relativamente tranquilo. «Si para conservar mi empleo tengo que cumplir con tales exigencias, prefiero perderlo», ha dicho en declaraciones a Tagesspiegel. Ha anunciado medidas legales contra el IfW, al que quiere acusar de «chantaje psicológico». Se refiere al IfW como «empleador cultista del gobierno». El instituto, por su parte, se abstiene de confirmar oficialmente el despido. «En principio, no comentamos en público cuestiones internas y confidenciales sobre el personal», ha dicho un portavoz, pero en el sitio web no aparece información alguna sobre el investigador. Anteriormente figuraba junto a información sobre sus temas de investigación, como migraciones, economía del comportamiento o estado de bienestar.
«En general, el instituto apoya a sus empleados para que los viajes de negocios sean respetuosos con el medio ambiente», añade el portavoz, «nos esforzamos por evitar en la medida de lo posible los viajes en avión, pero solamente en Alemania y Europa. Si no se pueden evitar los vuelos, por ser demasiado largos los trayectos, financiamos medidas de compensación de emisiones a través de Atmosfair»
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