Odisea aérea: un vuelo de Suiza a Grecia se convierte en una travesía de 32 horas

Según narra la página web 'One Mile at a Time', el vuelo DE1234 partió de Zúrich con tan solo media hora de retraso. Sin embargo, lo que debía ser un vuelo de unas tres horas de duración se convirtió en una aventura de 32 horas, con cinco aterrizajes de emergencia, sin lograr llegar a destino.

Tras partir de Zúrich y después de dos horas de vuelo –y aproximadamente 1.200 millas–, el avión inició el descenso hacia la isla griega. Sin embargo, las fuertes ráfagas de viento imposibilitaron el aterrizaje. Ante las difíciles condiciones atmosféricas el comandante de la nave decidió planear en círculos sobre el aeropuerto cretense mientras esperaba que el temporal amainara. Ante la posibilidad de quedarse sin combustible, el avión puso rumbo a Atenas para repostar.

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El avión aterrizó en la capital helena al mediodía, tres horas después de haber partido de Zúrich. Con el depósito lleno, dos horas y media después, despegó nuevamente rumbo a Creta. Sin embargo, al llegar al aeropuerto de la isla, las condiciones meteorológicas volvieron a impedir el aterrizaje. Tras varios intentos fallidos de aterrizaje, el piloto decidió volar a la isla de Cos, en el archipiélago del Dodecaneso, donde logró aterrizar cerca de las 15.30, hora local.

La falta de combustible obligó al comandante a volar hasta el aeropuerto de la ciudad de Tesalónica, en el norte Grecia. Allí, los pasajeros y la tripulación pasaron la noche con la esperanza de retomar la ruta hacia Creta al día siguiente. Habían pasado once horas desde su partida de Zúrich.

A las nueve de la mañana del 25 de mayo, la tripulación decidió hacer un último intento de aterrizaje en Creta. Sin embargo, los fuertes vientos lo impidieron nuevamente y, ante el riesgo de quedarse sin combustible, el piloto decidió volver a Atenas. Habían pasado 32 horas desde el despegue en Zúrich y el avión había realizado un total de cinco aterrizajes de emergencia.

En Atenas, con los pasajeros y la tripulación completamente agotados, el comandante decidió tirar la toalla y poner rumbo a casa. En esta ocasión, los indomables vientos de esta epopeya moderna, no llevaron a Ítaca.