El obispo se negó dos veces a recibir a la novia del cura de Melilla

La mujer escribió dos mail con una carta adjunta en mayo y junio, pero le dieron largas por motivos de agenda

El vicario comunicó los hechos en enero; su superior se limitó a trasladarlo a Málaga y creyó su versión

El cura detenido en Vélez-Málaga, a su 'novia' al ser descubierto: «Ya sabes que soy un golfo»

Francisco Javier, el sacerdote detenido, oficiando misa ABC

Rocío, la novia del cura como la llaman a su pesar, confió en el padre Francisco Javier y confió en la Iglesia tras descubrir los vídeos sexuales. El primero está en prisión, investigado por cuatro delitos de agresión sexual y cinco contra la intimidad. ... El Obispado de Málaga, por su parte, de quien depende el sacerdote, acaba de anunciar que se personará como acusación pero todo apunta, según las pesquisas, a que durante más de ocho meses miró para otro lado. No vio o no quiso ver; no quiso escuchar y no quiso conocer de primera mano lo que ya se podía intuir (al menos una parte) por boca del vicario de Melilla desde enero.

La mujer escribió dos mail en mayo y junio pasado al Obispado con una carta adjunta -que le ayudó a redactar otro sacerdote- en la que pedía hablar con el obispo por un asunto muy grave relacionado con el padre Francisco Javier. No le cuenta el detalle, según ha podido saber ABC, sino que insiste en tratarlo personalmente. La respuesta del secretario del obispo se repite las dos veces: la agenda del obispo dificulta que puedan atenderla. Le pide que se lo detalle por escrito. Ella sabe mejor que nadie la gravedad de los hechos y no quiere relatarlos de esa forma. «Se sintió desatendida», explican fuentes de su entorno.

Los correos de vuelta desde el órgano responsable de la iglesia en Málaga se cierran con una despedida que a ella le resultó dolorosa: «Cuente con la oración del señor Obispo». Ante ese muro, decidió acudir a la Policía, como le había indicado el vicario ya en al menos dos ocasiones, pero tardó meses en hacerlo.

Rocío, novia del párroco de Santa María Micaela de Melilla desde meses antes, y a quien se había confiado como devota, descubrió en diciembre de 2022 de forma casual un disco duro donde su 'novio' violaba a varias mujeres. Le pidió explicaciones y él se despachó con que eso pertenecía a su vida anterior: «Ya sabes que soy un golfo», le dijo y minimizó los hechos. «Tenía una gran influencia sobre ella, que es además una persona manipulable y había vivido una situación personal complicada», explica a ABC un allegado. «No se sentía bien por esa relación, pero estaba enamorada», añade.

Despedida de soltero

En enero es el vicario episcopal de Melilla quien tiene conocimiento de lo que está ocurriendo. Primero se lo cuenta otro sacerdote, al que ella se había confiado, y luego la mujer. Ella admite que son pareja y le habla de lo que ha encontrado, aunque señala que ha destruido el material. Ni el segundo párroco ni el vicario llegan a ver los vídeos. El 8 de enero, como informó ABC, cita al cura y este niega la acusación y miente. Le muestra un vídeo de una despedida de soltero con imágenes sexuales groseras que, según él, son de cuando aún no estaba en el seminario.

El vicario informa de inmediato al obispo de Málaga, Jesús E. Catalá, y envía al cura a hablar con él. El padre Fran ya no regresa a Melilla. Se queda en Málaga, de donde procede. Supuestamente no tienen ninguna prueba de agresiones. El sacerdote lo niega y la novia dice que ha destruido la grabación. En los meses siguientes, ella se entrevista con el vicario y con un cuarto sacerdote que le aconseja pedir audiencia al obispo y le ayuda a hacerlo.

«Si tienes pruebas, tienes que denunciarlo», le recomiendan. Rocío alega que si lo denuncia irá preso o se quitará la vida, como ha amenazado él. Desde enero hasta la primavera pese al traslado del padre Fran a Málaga, la pareja se sigue viendo a escondidas. En junio, ella que ha estado asistiendo a catequesis pide confirmarse. Se produce otro desencuentro en el seno de la Iglesia, pero finalmente recibe el sacramento el 9 de junio.

En julio se acerca por primera vez a la Policía aunque, igual que había sucedido en los diversos contactos con varios sacerdotes, no acaba de aclarar si tiene o no las pruebas contra su exnovio. Hasta el 23 de agosto no presenta una denuncia formal en la UFAM de Melilla donde acaba entregando la copia del disco duro (una parte porque según explicó no le dio tiempo a copiarlo entero) con las agresiones a varias mujeres.

El 25 de agosto la UFAM Central entra en la investigación. En solo unos días logran identificar a cuatro víctimas de agresiones sexuales y a una quinta mujer a la que grabó desnuda sin su conocimiento. También fue novia del sacerdote cuando este estuvo destinado en Ardales y Carratraca. Las dos novias llegaron a hablar entre sí y con él mediante vídeollamada después de que Rocío descubriera el disco duro. «Da la cara, que sepa todo el mundo lo que has hecho y cómo eres», le azuzó la mujer al sacerdote.

El 5 de septiembre la Policía llama a declarar al vicario. «El padre Fran es un depredador sexual», le sueltan a bocajarro. Tienen que darle agua. Él asegura entonces y después que jamás ha visto esos vídeos pero insiste en que conminó a la mujer a que lo denunciara si tenía las pruebas.

Reacción a la desesperada

El obispo se entera ese mismo día de la gravedad del material en poder de los investigadores y, aparentemente, también llega a oídos del investigado porque al día siguiente, el 6 de septiembre, se presenta en la comisaría de Vélez-Málaga, donde vive, y denuncia a Rocío por robarle 3.000 euros y un disco duro con material comprometedor.

Los investigadores, que ya han citado a las víctimas y les han mostrado las pruebas (fotogramas porque solo una quiso ver el vídeo completo) de las sedaciones y las violentas agresiones que ninguna conocía, saben que Fran actúa a la desesperada. El 11 de septiembre lo esperan en la puerta de su casa de Vélez y lo detienen cuando regresa de madrugada. «Me la han jugado estas», le dice a su madre. Y calla sin arrepentimiento.

Una colección de Funko Pop de 20.000 euros, una cámara, tres iPhone antiguos y un disco duro

Era más de la una de la madrugada y en la calles de Vélez-Málaga no había ya ni un alma el lunes 11 de septiembre. Los policías de paisano esperaban pacientemente al padre Francisco Javier, que llegó a su casa con su madre (la vivienda es de ella) a esas horas. Habían tomado unas cervezas o alguna copa. Le pusieron las esposas, él sabía por qué, no preguntó. Ningún arrepentimiento, solo un pequeño atisbo de vergüenza y la rabia de que lo hubieran pillado. «Me la han jugado estas», le dijo a su compungida madre.

La mujer, exmonja, sabía de las novias, no de las agresiones sexuales. Los agentes que participaron en el registro con la LAJ del juzgado y en presencia de la abogada del cura hallaron cientos de cajas de Funko Pop, los muñecos que tienen una legión de seguidores en todo el mundo. Calculan que rondan los 20.000 euros. «¿Y esto?», le preguntaron. «Soy coleccionista», respondió riendo, como si lo hubieran sorprendido en una travesura, en lugar de los gravísimos hechos de los que lo acusan.

Debía de sentir que su situación era provisional tras la apresurada salida de Melilla en enero porque aún tenía cajas sin desembalar de la mudanza. En medio de todo ese desorden, los investigadores hallaron un disco duro, metido en una de las cajas, tres iPhone antiguos y una cámara de vídeo, entre otros objetos. Todos los dispositivos, además del iPhone que llevaba él se están analizando en busca de otras posibles víctimas. «Pero ha tenido mucho tiempo para deshacerse del material que le compromete», señalan las fuentes consultadas por ABC.

Buscaron, sin resultado, estupefacientes o medicamentos que pudiera haber utilizado para sedar a las mujeres; también juguetes sexuales. Saben que le gustan pero él tenía claro que estaba en el punto de mira y el tiempo ha corrido a su favor.

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