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Los genes que definen los michelines

Hallan las zonas del genoma relacionadas con la obesidad y la distribución de grasa

EFE

n . ramírez de castro

Cuando se tiene sobrepeso no importa sólo cuántos kilos de más sobran sino dónde se acumula la grasa. No es una mera cuestión estética. Las personas que tienden a acumularla en la zona abdominal (obesidad «tipo manzana») poseen un mayor riesgo de sufrir problemas cardiovasculares que las que acumulan tejido adiposo en sus caderas, la llamada obesidad «tipo pera». El diámetro de la cintura o los michelines en forma de flotador son un indicador más para medir el riesgo de sufrir un infarto o de padecer diabetes tipo 2, incluso en las personas que han logrado adelgazar. La localización estratégica de la grasa en la cintura o en la cadera obedece a la predisposición genética de cada persona y un consorcio científico internacional, con participación española, ha encontrado las zonas del genoma que están involucradas.

El hallazgo abre nuevas posibilidades al tratamiento y prevención de una de las nuevas epidemias. «Ofrece información sobre los dos componentes que regulan el peso: lo que comemos y dónde esas calorías se almacenan en forma de grasa», explica Kari Stefansson, coordinador del estudio.

El estudio genético de más de 250.000 personas ha permitido identificar 18 regiones donde existen genes que desempeñan un papel importante en la obesidad y otras 13 que influyen en la distribución de la grasa corporal. Los resultados del trabajo se publican en «Nature Genetics».

Diferencias entre sexos

El estudio genético confirma la mayor predisposición de los varones a almacenar la grasa en el abdomen que las mujeres. Siete de las 13 variaciones genéticas detectadas tienen un efecto más poderoso en la población femenina que en hombres. Además se encuentran en zonas con genes que también están involucrados en la regulación del colesterol, los triglicéridos, todos factores de riesgo cardiovascular.

Comprender desde un punto biológico cómo se distribuye la grasa en el cuerpo es sólo un primer paso en un largo viaje hacia llegar a un tratamiento. Para Cecilia Lindgren, genetista de la Universidad de Oxford, es también «un paso vital». «Los esfuerzos para contener la obesidad con estilos de vida no bastan. Necesitamos fármacos eficaces», dijo.

Este trabajo tan ambicioso también ha identificado genes que están relacionados con el control del apetito y la regulación de los niveles de insulina y del metabolismo. El investigador español Roberto Elosúa, explicó a Efe que las 32 variantes genéticas halladas explican sólo un 1,5 por ciento de las diferencias de masa corporal que existen entre personas. Los investigadores calculan que habrían otras 180 zonas en el genoma con características comunes (presentes en el 5 por ciento de la población), asociadas al índice de masa corporal aún por descubrir.

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