La nueva edad de oro de la información meteorológica: «Nunca habrá un pronóstico 100% certero»
Los hombres del tiempo han pasado de la televisión a los despachos. La mejora de los pronósticos y la sucesión de fenómenos extremos han impulsado el crecimiento de una industria privada que mueve miles de millones de euros
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Carlos Alonso y José Mañas, consejeros delegados de Meteoclim y Wirless DNA, respectivamente
Mucho ha llovido desde que las empresas de helados y refrescos, recuerda la física Margarita Martín, llamaban a lo que era entonces el Instituto Nacional de Meteorología para preguntar por la predicción del tiempo y ajustar su producción estival. Era finales de los ochenta, ... y ya se percibía que los ciudadanos no eran los únicos que estaban pendientes del cielo para saber qué ponerse. Las agencias nacionales, que entonces tenían el monopolio de este servicio público imprescindible, no estaban preparadas para satisfacer el creciente interés de empresas de todo tipo, desde compañías de seguros hasta grandes empresas agrícolas y de transporte, así que empezaron a aparecer las consultoras privadas que hacían pronósticos personalizados. Hoy, la tecnología ha llevado la predicción hasta niveles de detalle antes inimaginables y los fenómenos meteorológicos extremos son cada vez más frecuentes. Es la tormenta perfecta que hace que los hombres y mujeres del tiempo sean figuras omnipresentes no sólo en nuestro día a día, sino también en los negocios.
«En los noventa, con la llegada de internet, se democratizó la información del tiempo, cada vez había más datos disponibles. Empezaron a crearse negocios en Europa, aunque Estados Unidos nos llevaba ya cierta ventaja, porque allí la meteorología ya era muy importante para las empresas», apunta Pedro Muñoz, meteorólogo y fundador de Meteora, una empresa alicantina que lleva más de veinte años elaborando predicciones personalizadas para el sector audiovisual y de eventos. De hecho, la agencia estadounidense National Weather Service (NWS) publicó hace cinco años un informe en el que aseguraba que los datos meteorológicos que proporcionaba a terceras empresas les permitían generar un valor económico que ronda los 13.000 millones de dólares (12.134 millones de euros). La industria meteorológica privada movía entonces 7.000 millones de dólares (6.500 millones de euros). «Entre el 3 y el 6% de la variabilidad del PIB estadounidense puede atribuirse a la meteorología», sostenía el organismo. Gigantes del sector como Spire o Tomorrow.io incluso han lanzado sus propios satélites para hacer predicciones del tiempo. IBM ha vendido este año el gigante The Weather Company, que ofrece servicios a más de 2.000 empresas y proporciona datos a más de 415 millones de personas, a la tecnológica Francisco Partners.
Miedo al cambio climático
«Al final, todo se retroalimenta. Cada vez hay más interés en la meteorología porque nos influye de forma determinante y a la vez, las provisiones son mejores a corto y medio plazo, por lo que los empresarios ven que esos datos tienen un impacto claro sobre tu negocio y se crea cierta necesidad», añade Muñoz, que cree que los sectores que más han evolucionado en este sentido han sido el de las renovables y los transportes. El crecimiento global de este mercado parece imparable. En España, las empresas están cada vez más especializadas. La catalana Meteosim, por ejemplo, nació en 2003 como una 'spin off' (empresa de nueva creación impulsada por personal docente) del departamento de Físicas de la Universidad de Barcelona. Empezaron en el negocio de las renovables, aunque ahora trabajan con seguros, realizan estudios medioambientales para industrias y entidades públicas y consultoría para países en vías de desarrollo que dependen del sector agrícola y necesitan infraestructuras a prueba de fenómenos extremos. «Es un sector en el que hay muchos movimientos y están entrando también fondos de inversión. Hoy en día somos más sensibles a las inclemencias del tiempo, también a causa del cambio climático. Gran parte del interés actual está en cómo protegerse de este», resume Oriol de Tera, consejero delegado de Meteosim.
El meteorólogo José Antonio Maldonado
«Los sectores que necesitan conocer la información meteorológica siguen siendo los mismos, pero cada vez necesitan que esta sea más precisa y que se la suministremos de forma continuada», reflexiona Carlos Alonso Laita, consejero delegado de Meteoclim, que además desarrolla tecnología propia de observación y predicción meteorológica usando redes de telefonía móvil, entre otros. «Sí hay cierto boom de información meteorológica, aunque también es cierto que los sectores con los que trabajamos nosotros, protección civil, emergencias y prevención de incendios son muy sensibles, porque cada vez hay más fenómenos extremos. Nosotros ejecutamos modelos propios de predicción capaces de llegar a escalas tan pequeñas como un incendio localizado. También somos proveedores de la Vuelta Ciclista a España, la Federación Española de Triatlón...», apunta el responsable de esta empresa tecnológica afincada en Mallorca. El corredor mediterráneo, donde siempre ha habido cierta afición por los fenómenos atmosféricos y facultades especializadas en meteorología, acumula gran parte de estas empresas.
De hecho, Rafael Armengot, portavoz de Avamet (Asociación Valenciana de Meteorología) sostiene que tuvieron que limitar el acceso a la información que ofrecen las más de 600 estaciones que tienen repartidas por toda la Comunidad Valenciana porque percibieron que muchos negocios «se aprovechaban de ellos» pagando simplemente una cuota de socio. «Hoy en día tener buenos datos es fundamental», apunta Armengot, que señala que tienen convenios con particulares, aseguradores y universidades, entre otros. «El clima siempre es apasionante para el que lo vive. Nosotros siempre estamos intercambiando impresiones, conocimientos. Cada vez hay más meteorología de la buena».
«La tecnología ha evolucionado mucho, pero nunca llegaremos a un pronóstico 100% certero», explica Mar Gómez
No es de extrañar, si tenemos en cuenta que en la actualidad existen en todo el mundo más de 10.000 estaciones meteorológicas de superficie (automáticas o dotadas de personal) 1.000 estaciones en altitud, 7.000 buques, 100 boyas fondeadas, 1.000 boyas a la deriva, 3.000 aeronaves comerciales y cientos de radares que miden a diario parámetros clave, según la Organización Meteorológica Mundial. Pero la industria meteorológica privada no sólo hace negocio con las empresas, sino también con la difusión de predicciones para el público general por internet. En 2021, Fox incluso creó su propio canal de televisión, Fox Weather. El mercado global de predicciones ha crecido un 10,5% este año hasta alcanzar un valor de 2.060 millones de dólares (más de 1.900 millones de euros), según un informe de la consultora The Business Research Company. «Hoy todo el mundo lleva el tiempo en el bolsillo», afirma José Antonio Maldonado, ahora director de Meteorología de Meteored, aunque fue también uno de los hombres del tiempo de TVE. «Cada vez han salido más páginas web de información meteorológica. Esta tiene mucha demanda, por un lado o por otro».
Contra los bulos
Estas webs viven principalmente de la publicidad, explica Mar Gómez, responsable de meteorología de Eltiempo.es, aunque también realizan trabajos puntuales para algunas empresas. «La tecnología ha evolucionado mucho, pero nunca llegaremos a un pronóstico 100% certero. Usamos datos de la Aemet, entre otros, y un par de modelos de predicción con algoritmos propios que corrigen las deficiencias. Ahora estamos integrando en ellos la inteligencia artificial, hemos desarrollado nuestro propio sistema y la fiabilidad es muy alta», señala esta doctora en Física, que ha conseguido además una parroquia de casi medio millón de aficionados a la meteorología por internet. Desde ahí, realiza un importante esfuerzo de divulgación y combate los bulos de los negacionistas del cambio climático.
La meteoróloga Mar Gómez
Juan Jesús González Alemán, meteorólogo del Estado, también se esfuerza por suplir esta demanda a través de las redes sociales. «La precisión que hoy algunos ven como insuficiente, era inimaginable hace unos años. Un ejemplo clásico es la tragedia del camping de Biescas, que no pudo predecirse. Los pronósticos salvan vidas», apunta este experto. Y eso que, como recuerda la meteoróloga Margarita Martín, se ha invertido más en tecnología que en formar científicos y crear verdadero conocimiento sobre el clima. Nunca el tema estrella de las conversaciones de ascensor había sido tan valioso. Ni trascendental.