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'Nanysex' se jactaba de que nunca había «tenido sexo con alguien mayor de 36 meses»

El mayor violador de niños en España sale de la cárcel tras cumplir una pena de 20 años

'Nanysex', el mayor pederasta español y violador de bebés, sale de prisión definitivamente

El violador 'Nanysex' en una imagen de 2008 a su llegada a los juzgados en Madrid EFE
Cruz Morcillo

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'Nanysex se jactaba de que nunca había «tenido sexo con alguien mayor de 36 meses». Él, junto a 'Todd' y 'Aza' son la peor versión del hombre del saco que dinamita infancias e inocencias. Son los tres miembros de la primera red que se descubrió en España que grababa abusos sexuales a menores en directo y los distribuía en internet. Era mayo de 2005 cuando la Policía Nacional acabó con los productores de ese terrible material pederasta que se vendía en la red y que había llegado a pedófilos de medio mundo. Álvaro Iglesias Gómez, 'Nanysex', camuflado de canguro que además enseñaba informática a los niños, admitió haber abusado de un centenar de criaturas, algunas de solo unos meses. Ahora, veinte años después ha quedado en libertad definitiva, según ha podido saber ABC.

El miércoles salió de la prisión de Estremera (Madrid) tras cumplir el máximo de 20 años de la condena que se le impuso. Quienes le detuvieron cuando tenía solo 23 años dudan de que haya cambiado. «Sabía más que nadie y era más listo que nadie. Su altanería también resulta inolvidable», recuerdan fuentes del caso.

'Nanysex' o 'Kova', otro de los alias que usaba, no tiene cuentas pendientes con la Justicia ni está sometido a ningún tipo de control. Sus víctimas, entre las que había dos bebés, son ya mayores de edad. No podrá acercarse a ellas ni a sus padres en los próximos diez años. Su pulsión es tal que se le pilló viendo videos de pornografía infantil cuando se le concedió el tercer grado que cumplía en el Centro de Inserción Social de Alcalá, de ahí la preocupación de quienes conocen su trayectoria dentro y fuera de prisión. Cometió su primer abuso siendo aún menor.

Cuando se le juzgó en 2008 admitió que solo sentía deseo sexual hacia niños que aún no hubieran cumplido cinco años y pese a que reconoció a los policías que había abusado de más de cien pequeños, en el juicio rebajó su «hazaña» a cinco. La Audiencia de Madrid le condenó a 58 años de cárcel por cinco delitos de abusos sexuales y otros seis de corrupción de menores para elaborar material pornográfico y para distribuirlo. Al año siguiente el Tribunal Supremo redujo su pena a 44 años, con el máximo de cumplimiento ya citado. La Sala consideró que se aplicó de forma indebida la agravante de abuso de confianza.

Esa rebaja también benefició a los otros dos miembros de la red: 'Todd' y 'Aza', sus dos colaboradores, depredadores que pasaban tan desapercibidos como él. 'Todd' en internet era en realidad Eduardo Sánchez Moragues, un estudiante de 23 años a punto de acabar la carrera de Geografía e Historia que vivía en Barcelona. José Gómez Cansinos, 'Aza', de 24, vivía en Orense y estudiaba Biología.

Se ofrecía como canguro

Nanysex ofrecía sus servicios como canguro, parapetado tras su imagen de joven educado y tímido. En Collado Villalba (Madrid), su localidad natal, a la que volvió desde Murcia y abandonó meses antes de ser detenido, colgó centenares de carteles para ofrecer sus servicios. Los padres nunca detectaron comportamientos extraños en sus criaturas, salvo una madre que encontró a su niño llorando desconsolado y fuera de sí la última vez que lo dejó con el agresor. La primera alarma de que se estaba produciendo pornografía infantil en España llegó a través de un policía encubierto de Canadá que descubrió fotos de la violación de un bebé de Collado-Villalba.

Un billete de Renfe Cercanías de Madrid y un anagrama del Hospital La Paz fueron dos de las pistas que siguió la entonces llamada Brigada de Investigación Tecnológica de la Policía para atrapar a Álvaro Iglesias y a los otros miembros del grupo. La operación Kova –salvar a los niños- se convirtió en la prioridad absoluta.

Nanysex llegó a montar dos negocios de informática en Murcia, desde los que realizaba centenares de conexiones a Internet y que a la vez le servían de tapadera para ganarse la confianza de clientes que le dejaban a sus hijos para que los cuidara algún rato y les enseñara los secretos de los ordenadores. Cuando se descubrió qué hacía en realidad decenas de padres pasaron semanas temblando sin saber si sus pequeños formaban parte de las víctimas del hombre del saco, disfrazado de canguro. Ahora es un hombre libre.

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