Morir y convertirse en un árbol: la alternativa al cementerio
Semper Vivens, la patente mallorquina 'eco' que vende urnas que se alimentan de las cenizas crematorias y germinan a las tres semanas: «Este proyecto nace del amor y del dolor»
«Cuando muera me apetece ser abono y alimentar raíces»

¿Y ahora qué hago con las cenizas? Pongamos que se llamaba Miguelito. Tenía 15 años y una leucemia que le devoró la vida. En la funeraria les prometieron una segunda vida. Se 'convertiría' en un árbol. «Sólo había que regarlo». Los padres ... compraron la urna y siguieron las instrucciones a rajatabla, pero el invento no funcionó. Todo quedó hecho una masa. Ni un brote verde, ni una mísera raíz. Las cenizas de Miguelito acabaron en una bolsa de plástico guardadas en lo más hondo de la impotencia y, después, en una estantería del trastero.
«La familia quedó rota», rememora Pedro Ramis, CEO fundador de Semper Vivens y allegado de la familia, quien tras sentirse estafado y apenado por no darle un fin «digno» a su ser querido, empezó a informarse sobre las opciones que ofrecía el sector funerario. Tras la consulta, constató dos cosas: que los casos de éxito de estas 'macetas' eran «puntuales» y que existía una demanda real de familias. ¿Cuántas personas como nosotros se habrán visto decepcionadas?, se preguntó. Su «cabezonería» mallorquina le impulsó en 2012 a buscar un sistema que «funcionara al 100% y no dejara colgado a nadie». Una patente que convierte tus cenizas en una planta.
Fueron ocho años de investigación y dos para desarrollar la patente. Más de 6.000 horas de trabajo de laboratorio y 120 especies arbóreas experimentadas. Ficharon al doctor en Ciencias Ambientales Alberto Lloret, y buscaron la especie perfecta para alimentarse de las cenizas crematorias. Descubrieron que la catalpa, un árbol de hojas verdes con forma de corazón, reunía las condiciones de rusticidad universales. Y encima era preciosa.
Buscaron el mejor árbol y también el mejor sustrato. Se analizaron 115 tipos y se combinaron con 36 tipos de riegos y formulaciones. Se testaron 65.000 semillas con 205 metodologías distintas hasta ser exitosa. Tras estos años de investigación y desarrollo, lograron junto a su equipo de profesionales y al instituto valenciano tecnológico Aidimme este «hito funerario». Una Aidimme mallorquina «única en el mundo» reconocida por el Ministerio de Industria de España y homologada en 157 países.

«Miguelito se tiró casi 10 años en una bolsa de plástico hasta que le dimos vida», resume orgulloso el CEO de Semper Vivens abriendo a ABC las puertas de su empresa. Para llegar a esta pionera fábrica hay que desplazarse hasta la localidad mallorquina de Consell, un pueblo de 4.000 habitantes rodeado de viñedos, donde está ubicada su central y el departamento de internacionalización. Más de 2.000 metros de nave industrial donde se fabrican estas urnas de cerámica de color blanco con una tecnología incorporada y un sistema de riego sencillo capaz de manipularlo hasta un niño de 9 años. A los 20 días germina y a los siete u ocho años, el árbol ya mide 1,80 metros. «100% garantizado», sostienen sus inventores como seña de calidad.
2.500 euros
Esta alternativa al cementerio cuesta unos 2.500 euros y está consiguiendo cada vez más adeptos dentro y fuera de España. «Teníamos claro que no era una opción acabar comido por los gusanos ni tirar las cenizas al aire para que queden en una cuneta o dentro de un frasco acumulando polvo», descartan sus impulsores, conscientes de que la cremación «va a más en el mundo occidental» -ya alcanza el 90% en algunos países- y «seguirá creciendo».
La idea central era que las cenizas nutrieran el árbol, «no que se plantara encima de las cenizas», incide sobre esta «diferencia abismal». Además de poder meterlo en una maceta dentro de casa y que fuera resistente en el exterior. El siguiente reto fue hacerlo germinar. «Que funcionara siempre».
Semper Vivens se comercializa desde marzo de 2023 bajo el reclamo de que «no está ausente a quien la memoria le visita» y se va abriendo puertas -pese a estar en un «sector dominado», apuntan-, en tiendas como Fronda en Mallorca, que ya ofrecen sus urnas en exposición. «En el último año nos hemos centrado en entrar en el mercado de las funerarias, en tiendas de jardinería especializada e incluso psicólogos y psiquiatras nos prescriben», destaca su responsable en la externalización del producto, José Manuel Font, que lo ofrece tanto a la gente que acaba de perder un familiar como también a todas esas personas que tienen las cenizas de un ser querido «cogiendo polvo».
«Aquí está la urna», presenta Pedro Mas con las manos en alto señalando una brillante vasija de porcelana blanca posada en la mesa de reuniones de la oficina. La compañía mallorquina tiene, además, un laboratorio propio en Badajoz y trabaja con otra empresa de la isla, Polivas, que se encarga de fabricar algunos componentes del kit y que ejerce de consultora en cuestiones de ingeniería.
El funcionamiento de Semper Vivens tiene su intríngulis y viene detallado en un manual de instrucciones. «¿Quieres ver cómo se fabrica?», nos plantea el CEO antes de subirse al coche y llevarnos hasta la salida de Consell para visitar el taller, donde se fabrican de forma artesanal estas piezas. Apenas cuatro minutos de trayecto, desde una punta del pueblo a otra, nos desvelarán su funcionamiento.
En una antigua tejería de paredes agujereadas como un gruyer nos espera el reputado ceramista Joan Pere Català, maestro artesano y Premio Jaume II 2022 por el Consell de Mallorca. En este lugar se encarga del diseño y creación, proceso que le lleva entre dos y tres semanas, y que está inspirado en el Moon Jar, línea de cerámica artística blanca de origen coreano con una tradición de ocho siglos de historia.

Su color no es casual, reconoce Català, ya que «el blanco puro añade valor y espiritualidad al producto final», aunque se aceptan encargos de otros colores. El artista cuenta que aceptó el encargo porque este mundo siempre le había interesado. ¿Qué mundo? «El otro que sigue a éste», responde sin dudarlo. La producción de las piezas corre a cargo de la prestigiosa fábrica gallega Sargadelos.
Paso a paso
En una mesa está dispuesto el recipiente y todos sus utensilios, que vienen dentro de una caja con una densidad calculada al milímetro para que la temperatura y humedad externas no afecten al interior y pueda transportarse a cualquier lugar del mundo. «¿Quieres probar?», anima con solemnidad. Nos ponemos unos guantes blancos, sacamos la base de la caja para colocar la vasija sobre ella. Cogemos el embudo y simulamos que echamos las cenizas con un decantador bañado en oro. Tapamos. Luego se vierten los frascos del número 1 en los tres 'agujeros' y volvemos a tapar. Hasta aquí los ocho primeros pasos.
Hay que esperar 48 horas para desenroscar y retirar los tubos y la placa. Se coloca la plataforma, damos tres vueltas al pomo en sentido de las agujas del reloj. Vertemos la botella número 2, esperamos a que escurra para retirar la plataforma, tapamos con la cúpula y enchufamos el interruptor con un temporizador.
Tras siete días, se retira la cúpula definitivamente y regamos con las botellas del número 3. A las tres semanas, volvemos a regar, ahora con las botellas del número 4. Las instrucciones recomiendan «colocarlo en un lugar luminoso, alejado de fuentes de calor y de corrientes fuertes». Y a esperar.
«Es una nueva opción donde hasta ahora todo el mundo iba al ataúd o a un envase. Nosotros le damos el uso más digno que existe. Por eso nos queremos convertir en una opción mayoritaria», propugna su CEO, que ya trabaja en nuevos desarrollos para «revolucionar el sector». Sus científicos ya prueban con nuevos árboles y plantean ampliar el mercado a las mascotas. Quizás dentro de poco haya árboles germinados por nuestro siamés o el chihuahua del vecino.
Opción 'verde'
Semper Vivens aspira a ser catalogado producto Verde del Año 2024 en los Green Product Awards, que premian la sostenibilidad. Sus inventores defienden que convertirse en una catalpa sería «una manera de cambiar o compensar nuestra huella de carbono». Y su precio -2.300 euros más IVA el kit- «no es más que el gasto medio en telefonía de una familia española».
Un producto sostenible y «ligado al amor», según la Inteligencia Artificial. ¿Qué aporta Semper Vivens?, le preguntaron después de alimentarla con datos de todas las asociaciones del sector funerario, opiniones de terapeutas, libros... y analizar su propia página web. La IA contestó 33 conceptos y repitió la palabra amor en 26 de ellos. «Fue lo que el algoritmo captó», destaca el CEO, que recuerda que este proyecto nace del amor y del dolor. «Del amor a un niño que fallece y del dolor de una familia que queda rota y a partir de ahí explora lo que el mundo ofrece para hacer con sus restos».
Diez años después de su muerte y tras el intento fallido, Miguelito se convirtió en una catalpa que da flores blancas perfumadas en mayo. Reposa en una finca mallorquina propiedad de su familia en su tierra natal. Dicen que dentro de un tiempo dará sombra a sus antepasados. La Biblia versionará: «Polvo eres y en árbol te convertirás».
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