Sin médicos en la España rural: «Tener un mes de vacaciones es imposible»

José Carlos Risco es optimista y confía en que en su zona este verano no haya que cerrar ningún consultorio. Este médico de familia ejerce en Retamal de Llerena, un pueblo de Badajoz de algo menos de 500 habitantes. En los meses de verano, sin embargo, su población se duplica o triplica con personas que pese a vivir en otras ciudades como Madrid tienen sus orígenes ahí o por otras que simplemente lo eligen para pasar su descanso estival. A eso hay que sumar a los habitantes del pueblo de al lado, Campillo de Llerena, a quienes Risco también visita durante parte del verano, pues es con el médico de este municipio con el que se turna para poder irse de vacaciones sin dejar a sus pacientes desatendidos. Eso sí, lo de poder tener un mes seguido de descanso en su caso es impensable. «Tengo la suerte de poder coordinarme con el compañero que está en el consultorio del pueblo de al lado y nos repartimos por quincenas», cuenta. Pero siempre debe estar uno de los dos, pues la consecuencia de lo contrario -que solo ha ocurrido alguna vez y por casos de fuerza mayor- supone el cierre del consultorio.

Ese compañero se jubila ya este año, por lo que Risco augura que los próximos veranos serán aún más complicados, ya que es consciente de que su zona no está entre los destinos más atractivos para que los médicos más jóvenes. A los desplazamientos diarios que hay que realizar entre pueblos se suma que generalmente se trata de una población envejecida, por lo que los veranos, con más pacientes que necesitan un seguimiento y menos recursos, llegan a ser agotadores. «Ha habido veranos que, estando entre los dos pueblos, he llegado a ver hasta a 114 pacientes en una mañana. Eso no es ver a los pacientes, es medicina de guerra», lamenta este médico de familia. Aun así defiende que durante el resto del año, la medicina rural es la más bonita. «Conoces bien a todos tus pacientes y los tienes controlados. Durante el año haces bien lo que es la Medicina de Familia», remarca.

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Pero este año la sanidad se encuentra con otro problema y es que normalmente las comunidades autónomas podían contratar en verano para sus servicios de salud a los médicos internos residentes (MIR) de último año que acababan de terminar su formación y por tanto ya podían ejercer como especialistas. En esta ocasión durante el período estival aún se estarán formando, pues son los que empezaron la especialidad en 2020 y lo hicieron meses más tarde a causa de la pandemia del Covid-19. El ministerio y las autonomías están buscando fórmulas para que estos MIR puedan trabajar en centros donde sus servicios sean muy necesarios, pero sin que eso suponga pasar consultas solos o dejar aparcada su formación ya que, como advirtió la ministra Mónica García en el Consejo Interterritorial de esta semana, esa situación vulneraría la ley.

Para Hermenegildo Marcos, representante de Atención Primaria Rural de la Organización Médica Colegial (OMC), esta situación extraordinaria de los MIR de último año agravará más un problema que se arrastra desde años. Este médico de familia ejerce entre Fuentespreadas, El Piñero y Cuelgamures, tres pueblos de Zamora que en verano también ven cómo su población aumenta en un 40 o 50%. Y como le ocurre a José Carlos Risco, tener 30 días seguidos de descanso no es viable en su trabajo. «Cogerse un mes de vacaciones es imposible. Hay que turnarse y no nos podemos ir muchos juntos. En mi centro somos ocho personas y como mucho nos podemos ir dos a la vez», explica. Para cubrir esas ausencias, cuenta, se deben cubrir unos a otros, pasando las consultas de los compañeros que están de vacaciones, teniendo en cuenta que entre los que están también tienen que hacer guardias. «En verano tenemos que hacer el doble de trabajo», lamenta. Y a eso hay que añadir la cantidad de tiempo que se «pierde» en los desplazamientos para atender a las tres poblaciones. «El tiempo que estás entre pueblo y pueblo no puedes estar atendiendo a los pacientes», denuncia, y reclama una buena organización del sistema para evitar estos problemas.

Los contratos para sustituir a los profesionales sanitarios que estén de vacaciones este verano se prevén «escasos», denuncia la Central Sindical Independiente y de Funcionarios (CSIF). José Frías, responsable de acción sindical del sector nacional de sanidad del sindicato, explica que además de la España rural la Atención Primaria de las zonas costeras sufrirá también con fuerza el déficit de estos profesionales y el verano será peor que los anteriores.

CSIF aún está recopilando los datos sobre el cese de servicios sanitarios que se dará por todo el país durante el verano, pero en un primer cálculo cree que se cerrarán 16.000 camas en los hospitales, más que el año pasado, cuando la previsión del sindicato fue de 15.000 y los datos del ministerio apuntaron a que fueron algo más de 12.000. «Detrás de ese cierre de camas está la no contratación de personal y si no se contrata implica que los profesionales que no se van en ese momento de vacaciones están sobresaturados», lamenta. Pero el cierre de servicios hospitalarios, explica, acaba perjudicando también a la Atención Primaria, pues «si está pendiente de una cirugía o de una visita con un especialista que se demora mucho más, la gente acaba acudiendo mucho más al médico de familia», opina.

Y todo responde, denuncia Frías, a una «nefasta» planificación, así como a condiciones laborales que dejan mucho que desear. Pero hay más problemas que agravan la situación como el hecho de que no cubran plazas de profesionales jubilados o los altos precios para alquilar una vivienda en determinadas zonas que necesitan médicos, lanza.

«No se puede un mes antes solucionar algo que es crónico y que se sabe desde hace 4 años», critica por su parte José Polo García , presidente de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (Semergen), que lamenta que el ministerio y las comunidades autónomas «se echen la culpa unos a otros» y reclama, además de una mejor organización, más presupuesto para sanidad.