Maui pide que regresen los turistas: «Si no vienen nos vamos a morir de hambre»
Buena parte de la isla vive del turismo, muchos de sus habitantes están preocupados por el efecto que la drástica caída en el número de visitantes tendrá en su economía
Las garrapatas que te vuelven casi 'vegano'
La playa de Makena, una de las más grandes de Maui, prácticamente vacía
Apenas una treintena de personas ocupaban la semana pasada un vuelo de Delta de Seattle a Maui, en el archipiélago de Hawái, tumbados sobre las filas de asientos vacíos. El aeropuerto de Kahului, el principal de la isla, ya no tenía el caos de los ... primeros días del incendio de Lahaina, la capital histórica del Reino de Hawái, con miles de turistas y locales apiñados por los pasillos, tratando de salir de allí. Todo lo contrario: apenas media docena de almas esperando a su maleta. En las afueras del aeropuerto, solares con miles de coches de alquiler que no tienen quien los use. El mercado de artesanía y recuerdos de Kihei, uno de los centros turísticos, deshabitado. Las vendedoras se lanzaban a saludar y sonreír al visitante excepcional. Las playas espectaculares de Makena, Palauea o Napili, como una playa de Huelva en marzo.
El fuego arrasó Lahaina hace más de dos semanas y la tragedia apunta a ensombrecer a Maui durante meses. La cifra de fallecidos se sitúa en 115 muertos, pero se teme que sean muchos más: hay cerca de mil personas todavía desaparecidas. Muchas más -Lahaina tiene unos 13.000 habitantes, las llamas se comieron más de dos mil edificios- han perdido todo lo material en el incendio: casas, negocios, posesiones. Los supervivientes se han colocado en casas de amigos o en refugios, hoteles o apartamentos que les han encontrado las autoridades. Las agencias federales, que tardaron en reaccionar, ofrecen ayuda económica. La comunidad de Maui, que se arremangó desde el primer minuto, se ha organizado para donar comida, bebida, combustible, ropa y apoyo emocional.
La reconstrucción de Lahaina costará mucho dinero y muchos años, incluso décadas. Y la vida sigue para los supervivientes y sus vecinos, pero su forma de vida se ha detenido: buena parte de Maui vive del turismo y, de la noche a la mañana, se han quedado sin visitantes.
Los efectos del incendio
Nada más producirse la tragedia, las autoridades pidieron a los turistas que abandonaran Maui, incluso las zonas que están muy lejos de Lahaina y que no habían sufrido ningún impacto del fuego. La idea era que todos los recursos de la isla debían estar dedicados a los supervivientes. La Autoridad de Turismo de Hawái pidió además que los turistas con planes de visitar la isla cancelaran o cambiaran sus viajes. «En las próximas semanas, los recursos colectivos y la atención del gobierno federal, estatal y local, de la comunidad del oeste de Maui y de la industria del turismo debe estar centrada en la recuperación de los residentes que hayan perdido a sus seres queridos, sus casas, propiedad y negocios», decía el organismo.
«Momoa no vive aquí»
Decenas de 'tiktokers' e 'influencers' exigían a los turistas que no fueran a Maui y el mensaje cobró más fuerza que nunca cuando lo entonó Jason Momoa, el famoso actor hawaiano. «Maui no es el lugar para que te vayas ahora de vacaciones», escribió Momoa en su cuenta en Instagram. «No te convenzas a ti mismo de que tu presencia es necesaria en una isla que está sufriendo tanto».
Algunos vecinos de Maui con los que ha hablado este periódico estaban molestos por estos mensajes, y por el impacto a medio plazo que pueden tener en la economía de la isla: el 80% de los ingresos provienen del turismo, un sector que emplea al 75% de los trabajadores del sector privado. Los gastos de los turistas en la isla el año pasado llegaron a los 5.700 millones de dólares, algo equivalente al gasto estimado de la reconstrucción de Lahaina.
Muchas familias lo han perdido todo a causa del incendio
«Es lo más estúpido que se puede decir y puede que lo suframos mucho tiempo. Y Momoa ni siquiera vive aquí, está en una mansión en Hollywood», asegura Matt, que no quiere dar su apellido, desde una zona arrasada por el fuego en el centro de la isla. Ha venido con un amigo como voluntario para ayudar a limpiar el monte. Trabaja en una empresa de viajes en barco para hacer snorkel y ver ballenas, uno de los atractivos de Maui.
«Cada mañana hay aquí cien personas haciendo cola para salir en los barcos», dice Tamara Torgerson, encargada de una oficina de este tipo de viajes en el puerto de Maalaea. «Esta mañana había uno, y era un periodista que quería alquilar un barco para filmar la orilla quemada de Lahaina».
Tamara Torgerson
Torgerson cree que los turistas deben seguir viniendo a Maui, simplemente no ir al oeste de la isla, donde está Lahaina, y, sobre todo, no curiosear en la localidad destruida, en la que todavía siguen las labores de búsqueda de cadáveres. Muchos de los supervivientes del fuego fueron evacuados hacia el norte, a zonas turísticas cercanas como Kaanapali o Napili. Aquí la costa está llena de hoteles y condominios de lujo, entre playas paradisiacas y campos de golf cuidados. Ahora no hay turistas y parte de las camas están ocupadas por personal de gestión de emergencias venidos desde fuera, además de los supervivientes que se han quedado sin hogar.
Una de ellos es Mariel Triviano, colombiana, que vivía en Lahaina y trabaja limpiando apartamentos de turistas. «Ahora no hay trabajo, no hay qué echarse al bolsillo», dice tras haber recogido una ración de comida en un centro de atención a los supervivientes. «Los turistas tienen que seguir viniendo. Se quemó la parte histórica, pero el resto funciona. Si no vienen, nos vamos a morir de hambre».
Mariel Triviano
Entre los pocos que han visitado la isla estos días están Ana Franco y Noel Moya, una pareja española. Maui era la última etapa de su viaje de novios. Cuando se enteraron de los llamamientos de Momoa y otros de evitar Maui, trataron de cambiar sus billetes a otra isla, pero el precio era desorbitado. «Las informaciones eran contradictorias, el hotel nos decía que podíamos ir sin problema», explica Franco. Su hotel estaba en Lahaina, pero les cambiaron la reserva a otro de la misma cadena en una zona no afectada, Wailea. Una vez en Maui, lo que encontraron fue agradecimiento de todos los trabajadores turísticos -transportes, guías de excursiones- por su presencia. «Nos decían que estaban deseando que los turistas regresaran a la isla», cuenta.
Conciencia y respeto
No es una opinión que comparta todo el mundo. Candee Olafson, que ha perdido todo en el incendio y habla desde un refugio para supervivientes en un polideportivo cercano al hotel donde se alojaba la pareja española, defiende que no es momento para que vengan los turistas. «Que vengan solo si lo hacen en un avión lleno de comida»; dice.
Paul Neidhart
Paul Neidhardt también ha perdido su casa, en Kula, en el interior de Maui, una zona mucho menos devastada que Lahaina, pero que también ha sufrido incendios. Delante de las ruinas de su casa, una montaña de ceniza y hierro, mientras dos voluntarios le ayudan a encontrar objetos personales entre los escombros, dice que Maui «está abierto para los turistas». Pero les pide que lo hagan conscientes de lo que está pasando y con respeto. «Tienen que tomárselo como la visita a un amigo que acaba de perder a un ser querido», explica. «Tienen que entender que estás disfrutando de este paraíso delante de gente que lo ha perdido todo».