¿Es perjudicial para mi perro que coma huesos?
Los huesos contienen fósforo y calcio, pero proporcionan un escaso valor nutricional. ¿Cocidos o crudos? Sus astillas pueden resultar fatales para su salud
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Carmen Aniorte
Dice el refranero español que «a otro perro con ese hueso». ¿Huesos sí o no? Esa es la duda sobre el asunto de ofrecer a nuestro perro un delicioso y apetitoso hueso como añoraba Golfo, el perrillo callejero enamorado de Reina en el clásico ... de Disney 'La dama y el vagabundo'. Ante la duda de sí o no hay diversas teorías y la polémica está servida. Según algunos expertos veterinarios, la respuesta es que sí, del mismo modo que también pueden comer un palo, pero con mucha precaución debido a las posibles astillas o esquirlas. Los veterinarios comentan que tragarse un trozo o fragmento de hueso puede producir el riesgo de que el animal sufra asfixia, obstrucción, estreñimiento e incluso una perforación intestinal.
Están totalmente desaconsejado incluir los huesos de pollo y otras aves en su dieta. Se trata de huesos muy finos y fácilmente astillables y más si son cocidos. Alimentar a los perros con sobras de comida humana tan corriente hace años, no es buena idea. Nuestra dieta está preparada para satisfacer nuestras necesidades nutricionales, y no así las del perro. Tanto el sistema digestivo como los dientes de un carnívoro (perros) son distintos a los de un omnívoro (humanos) y es por ello que hay ingredientes y alimentos que a nosotros nos sientan perfectamente y que a los perros les pueden resultar perjudiciales. En el caso de los huesos, estos no deben ser nunca alimento, sino un complemento. Estos contienen proteína de baja biodisponibilidad. Eso sí, aportan fósforo y calcio, pero hay otros alimentos que contienen estos elementos y resultan mucho más digestibles o lo que es lo mismo, son mejor aprovechados por el organismo de nuestros fieles amigos.
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Sin embargo la popular dieta BARF (Biologocally Appropiate Raw Food) o ACBA en su acrónimo en español (Alimentación Cruda Biológicamente Apropiada), inicialmente desarrollada por el médico veterinario australiano Dr. Ian Billinghurst asegura que este tipo de dietas - que se componen, normalmente, de un 60-80 por ciento de huesos carnosos crudos, es decir los huesos con carne y músculos de res con más del 50 por ciento de carne y el 20-40 por ciento de frutas y vegetales crudos, huevos, vísceras- es una opción. Según Emilio Castro, veterinario titular en la clínica Saconia de Madrid, «el hueso en sí mismo no aporta nada. Es un tejido mineralizado de calcio y fósforo que el organismo no absorbe ni digiere. Solo si son carnosos puede añadir algún nutriente. A los perros les gustan los huesos porque siempre tienen algo de sabor, les proporcionan mucho gusto y placer»
¿Cocinados o crudos?
El principal peligro de los huesos cocinados -en especial los de pollo y otras aves- radica precisamente en su cocción. En este proceso, pierden el agua y el colágeno y se astillan, algo que no sucede cuando estaban crudos. En el caso de los huesos crudos que son medianos o grandes de vaca y que tienen carne alrededor son aptos. Estos se van ablandando con la masticación y salivado, juntándose con la carne, y se convierten en una pasta que el perro puede deglutir sin problema. Siempre con supervisión y teniendo en cuenta que no es, como decimos, un alimento recomendable desde el punto de vista nutricional; sino como un complemento.
Si opta por darle un hueso a su perro opte por los de tamaño mediano o grande cocinados. Además, no hay que olvidar y tener en cuenta que los huesos crudos pueden provocar que el can enferme e incluso sufra una infección severa de letales consecuencias. ¿El motivo? En las carnes frescas pueden haber parásitos y nuestra querida mascota se puede contagiar de toxoplasmosis, por ejemplo, entre otras infecciones.
Huesos de pega, la alternativa más segura
Tras lo dicho, si caemos en la tentación de ofrecerle un hueso, lo más indicado es elegir uno grande. Siempre debemos pensar en que se entretenga con él, nunca que se lo coma. Hay que vigilarle en todo momento y quitárselo para evitar que se lo trague cuando le quede un fragmento pequeño. El estómago de su fiel amigo se lo agradecerá. La alternativa a nuestro protagonista, el hueso, lo tenemos en un juguete con forma su misma forma e incluso los hay semejantes a la suela de una zapatilla. Son productos fabricados con materiales naturales como el cuero, la piel e incluso hay unos cien por cien elaborados con piel de vacuno y rellenos de nervio de buey. Estos huesos de pega tienen una doble función: entretener y mantener a raya su higiene dental. Son más blandos, no se astillan e incluso se pueden comer sin poner en peligro su salud.
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