Ocho consejos para elegir al paseador de perros más idóneo
Tan importante es la experiencia del paseador como el grado de confianza que desarrolla éste con el perro
Carmen Aniorte
En la actualidad y especialmente en las grandes ciudades -antes lo veíamos solo en el cine o en anuncios- se han puesto de moda los llamados paseadores de perros. Ataviados de un buen número de correas con sus correspondientes propietarios.
La falta de tiempo ... de los propietarios del animal -lo más indicado es que los perros tienen que salir a la calle un mínimo de dos veces al día- no puedan darles el primer paseo de la mañana por ejemplo estos paseadores son los ángeles de la guarda de nuestras queridas mascotas. Desde la Real Sociedad Canina de España (RSCE) advierten de que, lejos de ser un trabajo para el que cualquiera puede estar capacitado, es necesario seguir una serie de indicaciones mínimas para que el animal lo pase mal ante la presencia de un extraño.
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Ni vale cualquier paseador ni todos los perros pueden juntarse con otros -como una manada- a la ligera. Por este motivo ofrecemos aquí una serie de consejos para que en el momento de elección del profesional sea la más idónea.
El paseador tiene que amar al perro como si fuera suyo
La misma lógica vale para las personas al cuidado de menores. ¿Dejaría a su hijo al cuidado de alguien insensible o indiferente hacia los niños? Un perro es un miembro más de la familia, no una mascota o un juguete.
Examinar el 'curriculum vitae' del profesional
Una serie de nociones básicas son fundamentales en el paseador: conocimientos de etología canina o de adiestramiento para saber leer situaciones complicadas: en los paseos, como en la vida misma, pueden darse situaciones de estrés. Alguien con experiencia en estas lides podrá afrontar estos momentos con mayores garantías.
Vínculo necesario entre el paseador y el animal
Para que el paseo sea lo más satisfactorio posible, se precisa un clima de confianza entre el profesional y el perro. Para ello, es indispensable que pasen algo de tiempo en solitario juntos antes de las caminatas. Al igual que los humanos, los perros poseen distintos temperamentos y pueden ser educados para convivir.
Relación con otros perros
Una vez establecido el contacto directo paseador-animal ¿le juntamos con el resto de ejemplares? En absoluto, esto podría provocar situaciones de pánico, por citar un posible efecto. Hay que pasear primero en pequeños grupos y comprobar si unas razas son compatibles con otras.
Número limitado de mascotas
Puede haber quien quiera rentabilizar su negocio paseando a decenas de perros a la vez, para así ganar más dinero. Esto es un sinsentido. Primero, porque las personas tenemos solo dos manos. Segundo, porque cuantos más perros haya, menos probabilidades de adaptación. A modo de ejemplo, la Ciudad Autónoma de Buenos Aires solo permite ocho perros por paseador como máximo. Y cuenta con un Registro de Paseadores. Las ciudades españolas deben fijarse en estos modelos en aras del bienestar canino.
Un temperamento adecuado
La mejora de las razas caninas promovida, entre otras organizaciones, por la RSCE, no solo busca mejorar el bienestar y la salud del animal, sino que también reconoce la importancia del temperamento en los perros. En este sentido, y con independencia de si el perro es de raza o mestizo, es importante tener en cuenta el carácter del can que va a ser 'paseado'. Un temperamento sociable ayudará mucho.
La importancia de un criador responsable
La salud y el temperamento adecuados del perro a la hora de dar un paseo va a estar muy condicionada por su educación. Y es aquí donde ejercen un papel fundamental los criadores responsables: dependiendo del lugar y el modo en que el perro haya nacido y se haya criado, los paseos serán más o menos fáciles.
No forzar a los perros
En función de su carácter y crianza, un perro puede afrontar los paseos de distinta manera. Algunos pueden tener temores iniciales, más o menos remediables. Es conveniente afrontar estas situaciones con sensibilidad, recompensando al animal con cada avance.
MÁS INFORMACIÓN
No hay que forzar al animal a enfrentar sus miedos, ya que solo se volverá más desconfiado.
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