El motivo por el que los niños que tienen una mascota aprenden a ser mejores personas
Coincidiendo con el Día Internacional del Niño la fundación Purina promueve una serie de programas para que los niños aprendan a cuidar de manera responsable a los animales en casa
Carmen Aniorte
Involucrar a los más pequeños, a determinada edad, en el cuidado de una mascota les hace más responsables y emocionalmente sanos. El tener una mascota no es un «aquí te pillo» hay que saber cuándo, cómo y qué. No es un capricho pasajero; sino ... más bien un ejercicio que hay que medita y ver los pros y los contras. Se trata de tener la responsabilidad de darle los mejores cuidados a un ser vivo.
Un perro, gato, cobaya, pájaro o pez tiene unas necesidades, cuidados y lo más importante: son seres vivos no son un juguete. Adoptar un animal requiere de una profunda reflexión en la que debe estar implicada toda la familia, incluidos los más pequeños. Cuidar de una mascota contribuye en el desarrollo educativo y social de los niños y los obliga a asumir responsabilidades. Aunque el cuidado principal de la mascota corresponda a los adultos, se puede empezar pidiéndoles colaboración en las distintas tareas cotidianas, que pueden ir desde cambiarle el agua a limpiarle la arena o acompañarlos en sus paseos por el parque. Prácticamente todos los niños en algún momento han incluido la petición de una mascota en su lista de regalos.
Se trata de una decisión que hay que tomar con calma y en la que se debe involucrar a todos los miembros de la familia. Es importante tener en cuenta el estilo de vida de cada casa, el espacio que tendrá el animalito, las condiciones económicas de la familia y el tiempo que se requiere para los cuidados. La compañía de una mascota contribuye en el desarrollo educativo, emocional y social de los niños (por ejemplo, ayudan a aquellos niños con déficit de atención e hiperactividad a centrar su atención); los obliga a asumir responsabilidades, facilita su comunicación y a aprender valores como el respeto por los demás. Lo primero que hay que explicar al niño es que una mascota es un ser vivo y hay que respetar su espacio y su personalidad y, sobre todo, los momentos de descanso y comida.
Educación clave
Según la Fundación Purina, la educación que brindamos a niños y adolescentes es clave para que, en un futuro, se conviertan en adultos responsables. En sus programas de tenencia responsable de mascotas su objetivo es claro: enseñar a la siguiente generación de propietarios a cuidar, entender y responsabilizarse del bienestar de sus mascotas. Así, a través de este tipo de programas, se pretende conseguir un futuro más positivo para las mascotas, sus dueños y la sociedad en general. He aquí unos puntos a tener en cuenta:
-Enseñar a los niños a alimentar a su mascota, una de las responsabilidades clave para garantizar su bienestar
-Hacer entender que deben involucrarse en las tareas domésticas como el aseo, limpieza o el ejercicio. Además de compartir tiempo de calidad con el animal, aprenderán a responsabilizarse de las necesidades básicas que este tiene.
-Aunque no siempre sea posible, lo ideal es incorporar a la mascota de forma gradual. El objetivo es que todos los miembros de la familia estén preparados para la llegada del nuevo miembro de la familia, y de este modo inculcar a los niños los comportamientos que deben tener hacia el recién llegado. Deben entender los cambios que esto va a suponer.
-Relacionarse con el animal con gestos suaves y una voz tranquila. De este modo, se evita que la mascota se asuste o se encuentre en una situación de nerviosismo o tensión.
-Recordar a los niños que, si bien no hay nada más divertido que jugar con la mascota, hay que tener muy claros unos límites: No tirar de las orejas o acercarse de manera brusca. Con el tiempo, el niño empezará a entender el carácter del animal y se creará un vínculo de amistad, pero sin olvidar que al principio habrá que tener cuidado en que los comportamientos sean adecuados.
-Hay que tener claro que el cuidado de la mascota no se les puede delegar por completo a los más pequeños de la casa. El responsable es el adulto. Sin embargo, en función de su edad, pueden ir asumiendo poco a poco algunas responsabilidades.
-Se puede empezar pidiéndoles colaboración como decimos para ciertas tareas cotidianas, como proporcionarles comida, cambiarles el agua, cepillar su pelo y, en el caso de los gatos, también pueden ayudar a limpiar su arenero, siempre con supervisión de un adulto. Esto último, además, puede ser de mucha ayuda para explicar a los más pequeños la importancia de cuidar el medio ambiente.
Edad acorde a su responsabilidad
Si nuestro hijo pide una mascota hay que pensarlo bien y actuar de manera consecuente. No hay que ceder a su capricho si cree que después no lo va a atender como debe ser. Esa es una de las premisas de que muchas mascotas acaban abandonadas... y en este caso no solo nos referimos a perros o gatos; sino también pequeños roedores, tortugas e incluso pájaros. Aquí ponemos unas recomendaciones respecto a la edad en que nuestro hijo puede empezar a tener una mascota, repito con responsabilidad y siempre con la supervisión de un adulto.
-A partir de los cinco años puede encargarse de aquellas mascotas que no requieren demasiadas atenciones como: tortuga, un pez, hámster, conejo o cobaya. Podrán encargarse de su comida y su bebida (el adulto debe recordárselo hasta que lo haga una costumbre). También puede participar en la limpieza de la jaula, pecera o terrario. Eso si también deben saber que los animalillos necesitan tranquilidad y no tienen que estar todo el tiempo cogiéndolos. Ellos tienen su intimidad.
-Entre los seis y siete años un gato puede ser también una mascota apropiada, pero en el caso de los perros es mejor esperar al menos hasta los 10 años, ya que además de alimentarlos y jugar con ellos, tendrán también que sacarlos a pasear. En este caso hay que tener en cuenta además el tamaño del can, que debe ser proporcional a la fuerza del niño para que sea capaz de controlarlo en todo momento.
MÁS INFORMACIÓN
Por último, además de la edad, hay que pensar en la personalidad del niño y su grado de responsabilidad, no todos los niños de 10 años son lo suficientemente maduros para cuidar de un perro o un gato. En el caso de un perro, deberemos acompañarle durante los primeros paseos hasta que tengamos la seguridad de que puede hacerlo solo.
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