Un padre que lleva 6 años sin poder ver a su hijo: «No son madres protectoras, son madres sustractoras. Y nuestros hijos crecen en un engaño»
El palentino Javier Avellaneda lleva casi 2.500 días privado de ver a Alejandro pese a las condenas que pesan sobre su expareja
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Iniciar sesión«Soy un caso único en España: tengo dos sentencias, una ratificada por el Tribunal Supremo, otra de la Audiencia Provincial [de Palencia] que condenan (penalmente) a la madre por sustracción de menores, pero sigo sin ver a mi hijo». Javier Avellaneda no ... tenía ni idea de lenguaje jurídico antes de diciembre de 2015, pero se ha marcado la convalidación de toda una carrera de Derecho desde que inició su periplo por los tribunales en el Juzgado de Primera Instancia nº 3 de Palencia. Su exmujer ha sido condenada en este tiempo en dos ocasiones por abandono de familia, secuestro parental y ha sido inhabilitada durante cinco años, quedando suspensa la patria potestad, que ha sido concedida íntegramente al padre. A pesar de que compartían la custodia de Alejandro desde 2014, en enero de 2016 esta madre decidió no llevar a su hijo al colegio y lo hizo durante seis meses. El niño, que no había cumplido 8 años y hoy tiene 14, acumuló un 92% de absentismo escolar.
«Mi hijo vive en una mentira, engañado, manipulado por mi ex y su pareja. Pero lo peor es que lo han hecho con la connivencia de los jueces y también de cuerpos como el de la Policía Nacional, porque si yo fuera quien tuviera esas condenas, ya llevaría mucho tiempo en la cárcel». El problema del sistema que este palentino de 48 años lleva denunciando todos estos años es que favorece a la mujer: «No son madres protectoras, son madres sustractoras», clama a la ministra de Igualdad, quien avaló situaciones como las que padecieron Francesco Arcuri o Rafael Marcos a cuenta de las acciones de sus exparejas, Juana Rivas y María Sevilla, respectivamente.
Avellaneda, que ha creado una asociación en defensa de la aplicación de la custodia compartida, ha recopilado más de 200 almas en sintonía con su petición. Y continuamente arrima más voluntades a través de sus ruidosas acciones con el hashtag #LibertadparaAlejandro, que pone en marcha en las redes sociales.
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—¿Libertad?
—Sí, para padres e hijos. Cientos de padres son víctimas de la sustracción ilícita de sus menores. En mi caso, hay una mujer condenada por dos delitos y por la presión mediática, por ser mujer, porque es políticamente incorrecto, porque los jueces prevaricadores de Palencia no han ejecutado las sentencias y aplican las leyes según criterios de género, y porque un juez no muerde a otro juez para revocar decisiones incorrectas, no me devuelven a mi hijo. Alucino«, inquiere este hombre, desesperado, que habla con su pareja, Nuria, a su lado, ambos totalmente indignados. »Tengo una hija mayor –se queja ella– que aún no conoce a su hermano por parte de padre«. Y apuntala Javier: »Casos como el mío demuestran que a todas luces somos desiguales ante la ley«.
«Cientos de padres son víctimas del secuestro ilícito de menores. Pero hay criterios de género y somos desiguales ante la ley»
Javier Avellaneda
Padre alejado de su hijo hace más de seis años
Los reproches de Avellaneda a la Justicia vienen también fundamentados en las sentencias, que pone en conocimiento de este periódico. Lo cierto es que hay ocho informes psicosociales, varios de los cuales, pero sobre todo el sexto en el que se detiene el Supremo, que avalan que la madre de Alejandro «ejerce una mala influencia» sobre el menor al tomar determinaciones como la de separarle de su padre en el marco de una custodia compartida o hacerle perder sus clases. Restituir ese vínculo afectivo con el progenitor es necesario –dicen los informes de los equipos psicosociales que han examinado el acendrado currículo de Javier y avala el Alto Tribunal– y, por ello, él confía en que en fechas inminentes se ejecuten esos autos que llevarían a su ex incluso a entrar cuatro años en la cárcel.
—¿Cómo recibiréis a Alejandro?
—«Con muchísimo cariño». Responden a la par Nuria y Javier. «No será fácil, puede venir algo 'despendolado' por las ideas que se le han podido inculcar y también emocionalmente será complicado tras casi 2.500 días sin verlo y cuidarlo, pero lo que más me duele es que mi hijo esté sufriendo y siendo maltratado de alguna manera y no poder cambiar eso. El caso se tendría que haber resuelto hace años«, dice Javier, que carga contra la pasividad de los magistrados, so pena de que el tiempo con su hijo es del todo irrecuperable.
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Una multa de 1.160 euros frente al daño
El bagaje de Javier en este calvario es «muchísimo desgaste anímico y un dineral» gastado para acreditar que es un buen padre. En la parte contraria, su ex ha tenido que abonarle una multa de algo más de 1.160 euros. «Han pasado años desde las sentencias y solo se han puesto medidas coercitivas a la madre, y yo he ido a ver a mi hijo vigilado como si fuese un perro. No me van a reparar el daño económico, la ruina a la que me han abocado, ni el grave daño moral hecho a mi familia y a mi hijo Alejandro, del que he sido y sigo privado«.
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