La lucha contra el fuego de Francisco, Javier y Jesús María en el valle de Fornela, en imágenes

En San Pedro de Paradela, Juan cierra un momento la puerta de su casa y mira el monte. La señal sigue yéndose y viniendo, pero el pueblo ya no se siente solo. La llegada de dotaciones de todas partes —bomberos, brigadistas, militares y voluntarios— ha devuelto confianza a un valle que se creía abandonado. Su compromiso y vocación de servicio han permitido salvar algo mucho más que unas casas: han protegido el esfuerzo de generacIones, el trabajo de toda una vida y la memoria de quienes han levantado estos pueblos con sus manos. Gracias a todos ellos se ha hecho posible lo que parecía imposible: contener el fuego en el valle de Fornela.Las llamas avanzan ladera abajo mientras los equipos de extinción se preparan para contener el frente desde la carretera. Entre el humo y el calor, los vehículos permanecen listos para dar apoyo y desplegar material. En este punto crítico, el objetivo era evitar que el fuego cruzara la carretera LE-4212. Si las llamas lo hubieran hecho, el incendio habría alcanzado dimensiones imposibles de controlar y habría arrasado los pueblos del valle de Fornela. ÁLVARO YBARRA ZAVALA La imagen muestra la ladera de una montaña envuelta en humo y fuego, donde un helicóptero de extinción descarga agua sobre un frente que avanza sin control. El contraste entre la niebla oscura y la silueta de la aeronave refleja la magnitud del incendio y la fragilidad de quienes, desde el aire, intentan frenar el avance de las llamas en un terreno abrupto y hostil. En el valle de Fornela, vecinos y equipos de emergencia han vivido días de incertidumbre y miedo. La orografía de la zona dificulta las maniobras aéreas y convierte cada descarga en un esfuerzo titánico para contener un fuego que amenaza pueblos enteros como San Pedro de Paradela, Cariseda y Peranzanes. La coordinación entre brigadistas, bomberos y voluntarios se complementa con los medios aéreos, que tratan de enfriar las zonas más expuestas para dar un respiro a quienes combaten en tierra. El incendio, declarado de nivel 2 por su peligrosidad, se originó en Anllares del Sil y se extendió rápidamente hasta alcanzar el valle. Durante más de diez días ha puesto en jaque a toda la comarca del Bierzo y ha obligado a evacuar a cientos de personas. En estas montañas, donde generaciones han trabajado la tierra y levantado sus casas piedra a piedra, la lucha contra el fuego no solo busca salvar construcciones: se trata de defender la memoria, el esfuerzo y el futuro de quienes llaman hogar al valle de Fornela. ÁLVARO YBARRA ZAVALA Dos vecinos observan desde la ventana de su casa el paso de un hidroavión. La mirada atenta refleja la preocupación de quienes siguen desde sus hogares la evolución de un incendio que mantiene en vilo a todo el valle. En Fornela, varios pueblos han sido evacuados de manera preventiva y otros permanecen en alerta. La incertidumbre se mezcla con la tensión de no saber si las llamas alcanzarán las viviendas. El paso de los medios aéreos es, para muchos vecinos, la única señal visible de que el esfuerzo por salvar el valle no se detiene. ÁLVARO YBARRA ZAVALA En primer plano, un bombero prepara una manguera para extenderla sobre el asfalto. Al fondo, entre el humo, otro compañero combate las llamas en la ladera. La escena resume la dureza del operativo en Fornela: mientras unos aseguran el material, otros se enfrentan directamente al fuego. ÁLVARO YBARRA ZAVALA Las llamas avanzan durante la noche coronando las laderas del valle, en una visión que muestra la magnitud del incendio. El fuego llegó a extenderse por varias vertientes de montaña, amenazando con arrasar pueblos enteros y el esfuerzo de generaciones que han trabajado esta tierra. ÁVARO YBARRA ZAVALA Un bombero sostiene una manguera mientras observa el avance del fuego en la ladera. El humo cubre parte del horizonte y convierte cada movimiento en una tarea lenta y vigilante. La tensión se refleja en la postura: preparado para actuar en cualquier momento. En el valle de Fornela, los equipos trabajaron durante horas en condiciones extremas para contener las llamas y evitar que alcanzaran los pueblos cercanos. La presión constante por mantener la línea de defensa fue clave para impedir que el incendio cruzara la carretera y arrasara todo el valle. ÁLVARO YBARRA ZAVALA Un bombero revisa el material en el camión mientras el humo cubre la carretera. La máscara en su rostro refleja la dureza del ambiente. En la LE-4212 se concentró uno de los frentes más peligrosos. Allí, los equipos trabajaron sin descanso para impedir que el fuego cruzara al otro lado de la vía, lo que habría puesto en riesgo a todo el valle de Fornela. ÁLVARO YBARRA ZAVALA Un bombero avanza entre la espesura, atento al terreno mientras el humo empieza a colarse entre los árboles. La imagen refleja la dureza del trabajo en primera línea: caminar entre ramas, matorrales y laderas pronunciadas, donde cada metro ganado es un esfuerzo físico y mental. En Fornela, los equipos terrestres recorren a pie zonas difíciles, abren cortafuegos y vigilan los puntos calientes que pueden reavivar el incendio. La tarea exige resistencia y concentración: largas horas en condiciones extremas, con poca visibilidad y la amenaza constante de que el viento cambie y reactive el fuego. El incendio, iniciado en Anllares del Sil, lleva más de diez días poniendo en jaque al Bierzo y amenaza a pueblos como Cariseda, Peranzanes y San Pedro de Paradela. La labor de los equipos que trabajan a pie no solo frena el avance de las llamas: es la última línea de defensa que permite proteger casas, caminos y el trabajo de generaciones en el valle de Fornela. ÁLVARO YBARRA ZAVALA Un bombero da instrucciones a su compañero en medio de la ladera. En Fornela, la comunicación en el terreno resulta esencial. Con el viento cambiando de dirección y los focos reavivándose a cada momento, la rapidez con la que se transmiten órdenes marca la diferencia entre contener el fuego o perder la línea. ÁLVARO YBARRA ZAVALA La silueta del fuego aparece al fondo de la carretera vista desde la cabina de un camión de bomberos que se aproxima al frente. En Fornela, los equipos se han visto obligados a trabajar de día y de noche para contener un incendio que no da tregua. Cada relevo nocturno significa volver a enfrentarse a un terreno escarpado, con poca visibilidad y bajo la presión constante del viento cambiante. ÁLVARO YBARRA ZAVALA