Sin leche ni aceite de oliva, los bancos de alimentos pasan graves apuros

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Érika Montañés

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El banco de Guadalajara surte de comida a Petra (quiere figurar con su apellido) y sus dos hijos pequeños. En su casa hace semanas que no se come carne ni pescado fresco. Como indicaba recientemente José María Vera, director ejecutivo de Unicef España, ha sido esta una de las decisiones de este invierno: eso o poner la calefacción en un 10% de los hogares con niños. Viuda, esta mujer ecuatoriana es una de los 1,3 millones de personas beneficiarias de Fesbal, abocada a esta 'cola del hambre' al perder a su marido en la pandemia y trabajar de forma temporal. El director de Fesbal aclara que el volumen de usuarios no está incrementándose, pero tampoco baja tras la emergencia social del Covid. «En 2019, eran un millón de personas; en 2020 y 2021, un millón y medio y desde entonces la cifra se mantiene en 1,3 millones«, afirma Greciano.

El contexto de guerra y la inflación han disparado el precio del aceite y la leche

En la cesta de alimentos perecederos con que Fesbal surte a familias como la de Petra, además, están faltando desde hace meses dos productos. Aceite de oliva y leche. Las donaciones de particulares se han resentido un 27% a 31 de mayo; solo en el primer trimestre de 2023 la caída fue de un 12,5%, unos cuatro millones de kilos, pero en lo que más se está notando este apuro es en esos dos productos esenciales.

El motivo inicial fue que las empresas productoras ni siquiera concurrieron a la licitación del Fondo Europeo de Ayuda a Desfavorecidos (FEAD) para 2023. Inclusive, se da el hecho de que muchos ganaderos tuvieron que cesar su actividad por el aumento del precio de los piensos, lo que, a su vez, propició ese vacío. El contexto de guerra, con la parálisis de Ucrania como mina exportadora de cereales, y las tensiones en el precio de los dos productos dejaron vacantes las plazas del FEAD. Cofinanciado en un 15% por el presupuesto general del Estado y gestionado a través del Fondo de Garantía Agraria (FEGA) del Ministerio de Luis Planas, el concurso quedó desierto.

«La cadena de suministro no dispone de esos dos productos este año. Así que los bancos de alimentos, que distribuimos el 28% del total de comida que contiene el programa del Ministerio de Agricultura, se han quedado sin otra posibilidad que recibirlos por donaciones de empresas o particulares, algo que por desgracia tampoco está sucediendo por el precio elevado» de aceite y leche en el mercado. «Si no nos llegan, no podemos repartir» es un resumen sencillo del problema que hace Fesbal.

Petra ha pasado semanas sin cocinar con aceite de oliva. Se «apaña», dice, con sucedáneos o aceite de girasol. La leche en su casa sí es imprescindible y a ella destina parte de lo que recibe por sus jornadas de limpieza. «Tenemos modelos de familias donde el precio de la cesta básica se ha duplicado, y en algunos casos la pobreza de estos beneficiarios está cronificada, se mantiene año tras año» sin vislumbrar un horizonte mejor, asegura Greciano.

No quiere lanzar –todavía– un SOS, pues «la solidaridad sigue presente», pese a lo mal que lo están pasando muchas personas. Fesbal ha articulado dos grandes campañas al año, la de Navidad y la denominada Operación Kilo, que desarrolló a primeros de junio. En este caso, Greciano enfatiza que se ha recogido un 50% más que en la misma campaña de 2022. En el ejercicio pasado, Fesbal gestionó 15.300 toneladas de alimentos.