Juventud rota en la carretera

La Fundación Mutua Madrileña alerta de la extremada siniestralidad de las nuevas generaciones al volante

Juventud rota en la carretera ÓSCAR DEL POZO

SARA CAMPELO

Conducción temeraria, inexperiencia, distracciones al volante y consumo de alcohol. La siniestralidad al volante es una mortal ecuación en la que la edad es una variable esencial. El 15% de los jóvenes entre 18 y 25 años causa al menos un accidente de tráfico al ... año, el 20% de estos siniestros traen consigo heridos graves, más de un centenar de discapacitados y 600 fallecidos. El «Estudio de siniestralidad vial en el colectivo juvenil y sus consecuencias», que ha realizado la Fundación Mutua Madrileña, no se anda con paños calientes. «Los accidentes de tráfico son la primera causa de muerte y discapacidad entre los españoles en edad universitaria», asegura su director general, Lorenzo Cooklin, quien alerta que cuanto más joven es el conductor, más riesgo existe de que provoque un accidente. Por ello, desde esta entidad y en colaboración con la Asociación para el Estudio de la Lesión Medular Espinal (Aesleme), se ha puesto en marcha «Agárrate a la vida», una campaña de prevención cuya primera clase magistral se impartió ayer en la Escuela Universitaria de Ingeniería Técnica de Obras Públicas de Madrid. «Cada sesión está impartida por un lesionado por accidente de tráfico y un profesional sanitario especializado en emergencias. Ambos abordan los factores de riesgo, les explican cómo prevenir los accidentes, cuáles pueden ser las causas y qué consecuencias pueden tener las actitudes imprudentes», comenta Mar Cogollos, directora de Aesleme. La iniciativa, que recorrerá media España durante este año y el próximo, celebra sus conferencias en horario lectivo. «Es la única forma de implicarles a todos y que la asistencia sea masiva», explica Cogollos.

Pero la edad no es el único factor determinante a la hora de provocar un siniestro con resultado fatal. Entre el sector poblacional estudiado por la Fundación Mutua Madrileña (18-25 años) hay grandes diferencias según el sexo del conductor. El estudio alerta de que la siniestralidad es mayor entre los varones: un 18,18% de los chicos son culpables de al menos un accidente al año, mientras que en las mujeres el dato desciende hasta el 11,69%. «Aunque la percepción del riesgo en general va siendo mayor a medida que aumenta la edad, entre los 18 y los 25 años existen notables diferencias en función del género», destacan los autores del informe. Es obvio que, el menor sentido de la vulnerabilidad por parte del sexo masculino podría provocar la adopción de conductas imprudentes y generar un exceso de confianza en su capacidad de respuesta al volante. Pese a ello, la Fundación Mutua Madrileña alerta que las féminas han comenzado una carrera desenfrenada por igualar las estadísticas. «Parece que entre los nacidos en la década de los 80 y 90, la horquilla se ajusta peligrosamente», denuncian. «Con uno solo que me escuche, me doy por satisfecha» Nuria Pérez tuvo un accidente de tráfico a los treinta años de edad que la dejó postrada en una silla de ruedas de por vida. Desde hace un lustro, compagina su profesión de enfermera con una ctiva presencia en las charlas y seminarios de Aesleme (Asociación para el Estudio de la Lesión Medular Espinal) para concienciar a los jóvenes y niños de los peligros de la carretera.

«Les impacta verme. Yo les hablo de las lesiones medulares y craneoencefálicas que puede acarrear sufrir un accidente de coche o moto, pero al final lo que más les llega es verte y que les expliques cómo es tu vida, tu día a día». Para esta joven madrileña, la prevención es esencial si queremos reducir las listas negras en los informes de la Dirección General de Tráfico. «Estoy muy satisfecha de mi función y creo que, si con mi trabajo y mi esfuerzo logro que uno solo de los jóvenes que me escuchan me haga caso, me daré por realizada». Ni dramatismos ni pena. Para Nuria Pérez, el talante de estas jornadas de concienciación ha de ser «tremendamente positivo, ellos ven a una persona vital y que ha salido adelante. Pese a ello, saben que mi misión allí es transmitirles que nadie quiere que ellos tengan que pasar por lo mismo que yo», explica.

La labor de Aesleme no acaba en el ámbito universitario. De hecho, esta joven voluntaria explica lo gratificantes que son las jornadas con los más pequeños. «Son mucho más receptivos, se preocupan más y, sinceramente, creo que les llega mejor nuestro mensaje. La franja que aborda de los catorce a los dieciséis son esponjas para este tipo de temas».

Para Pérez, toda precaución en la carretera es poca. «Yo no conducía, iba de copiloto cuando ocurrió el accidente. Pese a que llevaba el cinturón puesto, una mala postura en el asiento provocó que acabase con un latigazo cervical y la consecuente tetraplejia», recuerda.

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