Su solicitud respondía a que el hospital de la ciudad de Perth donde se hallaba el cuerpo de su marido, fallecido a los 61 años, no había accedido a la solicitud de la mujer para extraer el esperma, apunta el fallo emitido el 21 de diciembre por la juez Fiona Seaward. Durante la audiencia, la mujer argumentó que tanto ella como su marido habían planeado extraer el esperma para tener otro bebé, ya que los dos hijos que tuvieron durante sus cuarenta años de matrimonio fallecieron la pasada década en sendos accidentes a la edad de 29 y 35, respectivamente.
Otro argumento apuntaban que una prima joven de la mujer que vivía en Filipinas se había ofrecido como vientre subrogado, pero las leyes del país asiático obligaban al hombre, identificado como H., a vivir por un período de tiempo en la nación, a lo que se sumaron obstáculos como las restricciones por la pandemia del Covid-19.
Extracción sí; su uso posterior, aún en el aire
Al emitir su fallo en favor de la mujer, la juez Seaward, quien reprendió al hospital por no acceder al pedido de la demandante en un momento «traumático», recalcó que «los espermatozoides y los tejidos asociados extraídos y conservados no deberán ser utilizados para ningún fin sin una orden de este Tribunal«.
Semen válido para procrear
«Como dejé claro durante la vista, estas órdenes se limitan a permitir la extracción de los espermatozoides y no constituyen una autorización para que los espermatozoides sean utilizados por la solicitante, y no consideran en modo alguno si la solicitante puede o podría cumplir algún criterio legal al respecto», acotó la juez.
La mujer ahora podría solicitar que se transfiera su caso a otra jurisdicción australiana, como Queensland, dado que Australia Occidental no permite la fertilización póstuma para poder usar el esperma de su marido, que según análisis previos es suficientemente fuerte para procrear.
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