La veta literaria del Papa Francisco

En estos tiempos de medianía no contamos ni con un Martín Descalzo ni con un Cabodevilla

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El Papa esta semana con un grupo de mexicanos vestidos de aztecas AFP

Esta semana el Papa Francisco ha vuelto a sorprendernos al convertirse, de nuevo, en profesor de literatura del colegio de los jesuitas de Santa Fe y regalarnos una preciosa 'Carta sobre el papel de la literatura en la formación', sobre la importancia que tiene ... la lectura de novelas y poemas en el camino de la maduración personal. Confiesa el Papa que al principio pensó que lo que estaba escribiendo iba dirigido sólo a la formación de los futuros sacerdotes, pero que, posteriormente, se dio cuenta de que se podía aplicar a cualquier cristiano.

Aunque toda generalización es injusta con la realidad, para contextualizar el valor de la Carta, hay que dejar claro que, por desgracia, en la Iglesia ahora no prima ni la pasión por el estudio, ni la búsqueda de la excelencia cultural, ni el interés por la literatura. Estamos en un tiempo en el que se ha vuelto a imponer la pastoral, es decir, la acción sobre la reflexión. Es cierto que en épocas anteriores existió el riesgo de una «abstracción intelectual» de la propuesta cristiana. Ahora quizá se haya olvidado aquello de que las ideas tienen sus consecuencias.

Antiguamente en los seminarios se decía que las novelas, no-verlas. No son pocas las autobiografías de eclesiásticos que recuerdan cómo se censuraban las lecturas y se perseguía a los lectores compulsivos de novelas que no fueran de tesis católicas.

Por el contrario, en seminarios como el de Vitoria se potenció el «apostolado de la pluma». En estos tiempos de medianía no contamos ni con un Martín Descalzo, ni con un Cabodevilla. El Papa Francisco dice que la ausencia de una práctica de lectura de literatura y poesía «es el origen de una forma de grave empobrecimiento intelectual y espiritual de los futuros sacerdotes, que se ven así privados de tener un acceso privilegiado al corazón de la cultura humana y más concretamente al corazón del ser humano, a través de la literatura». La literatura, definida como la escucha de la voz del otro, nos recuerda, como dijera Paul Celan, que «quien realmente aprende a ver se acerca a lo invisible».

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