El Papa y la condena de los toros
No hay mundo cultural en el que lo religioso esté más presente hoy que en el de la tauromaquia
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No hace muchos días, en el Aula Pablo VI, dos representantes de una asociación en defensa de los animales desplegaron ante el Papa Francisco una pancarta que decía «La corrida es pecado». Esta acción forma parte de una campaña para que el Papa condene ... moralmente las corridas de toros. El sacerdote inglés Terry Martin, párroco de West Sussex, Inglaterra, se prestó como modelo de su grafismo convirtiéndose en portada del semanario católico 'The Tablet'. Allí aparecía con una casulla roja, abrazando a un toro, con el titular: «Es un pecado torturar animales».
Este pasado mes de abril se celebró en Zamora el I Encuentro Internacional de Capellanes y Sacerdotes taurinos. Contó con la presencia de uno de los cardenales más taurófilos de la Iglesia, Baltasar Porras, arzobispo emérito de Caracas (Venezuela). Participaron más de cincuenta sacerdotes responsables de la atención espiritual de los cosos de Santander, Toledo, Jerez, Ciudad Rodrigo, Castellón, Sevilla o San Luis de Potosí, Tlaxcala, en México, o San Cristóbal en Venezuela, entre otros. El cardenal Porras dijo que los toros pueden considerarse una celebración profana pero no pagana. «En la vida –señaló- hay que enfrentarse a tantas situaciones que tenemos que superar. Hay que aprender a superarlas con garbo y con elegancia, como el buen toreo». Insistió en que «no hay realidad humana en la que la fe no tenga algo que decir» y añadió que «¡lo que ha unido la fe y la fiesta, que no lo separe el hombre!».
Muy atrás queda la Bula De Salute Gregis, 1-11-1567, con la que el Papa san Pío V, bastante poco amigo de lo español, prohibiera las corridas de toros. Una Bula que expresaba el rechazo a poner en peligro el bien de la vida. En la práctica esa Bula sólo se cumplió en Italia. No hay mundo cultural en el que lo religioso esté más presente hoy que en el de la tauromaquia. El arte torero implica un encuentro con la muerte y un encuentro con la vida. La condenado moral de los toros implicaría una condena de una forma de entender la vida, de una cultura.