El Papa, China y Rusia

Para el Vaticano, el acuerdo entre los dos países no significa el nacimiento de un nuevo «eje del mal»

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El presidente de Rusia, Vladimir Putin con el Papa en un encuentro en el Vaticano en julio de 2019 efe

A estas alturas del pontificado, no se puede negar que el Papa Francisco sigue dándonos sorpresas. Aunque en ocasiones no es fácil explicar por qué hace lo que hace, no se puede negar la coherencia de su actuación respecto a las ideas recurrentes que conforman ... su pontificado. Fijémonos en la geopolítica del Papa. El viaje del Presidente de China Xi Jinping a Rusia ha ocupado y preocupado a las cancillerías occidentales. El temor a que los líderes de esas dos potencias mundiales, una de ellas causante de una injusta guerra en Europa, establezcan una alianza ha hecho saltar todas las alarmas. Un encuentro justificado con el argumento de una propuesta de paz que, según algunos analistas, beneficia a Rusia. Una propuesta considerada inviable por Ucrania y los Estados Unidos, entre otras razones porque afecta a la OTAN.

Sin embargo, los medios vaticanos, en particular L´Osservatore Romano, en su cobertura del encuentro no ha expresado la más mínima crítica. Como ha destacado John Allen, Jr., en uno de los principales digitales norteamericanos de información eclesial, esto responde a que el modelo de relaciones internacionales del Papa Francisco está dejando de ser «occidental», bilateral al fin y al cabo, para convertirse en multipolar, lo que implica una mayor apuesta por el desarrollo de otros centros de poder en el mundo que no sean Estados Unidos y Europa.

El Papa es cabeza de una Iglesia de 1.300 millones de personas, dos tercios de las cuales viven en Asia, África y América Latina. En esta perspectiva multipolar del Papa no solo influyen sus planteamientos filosófico-teológicos, también su experiencia como argentino respecto a los Estados Unidos. La diplomacia vaticana, por cierto, no le ha hecho ascos al papel de China como intermediario en el acuerdo entre Arabia Saudí e Irán. En la audiencia del Papa de hace unos días a un grupo de budistas de Taiwán y Japón, no hubo mención al Dalai Lama, piedra en el zapato de China. Para el Vaticano, el acuerdo entre China y Rusia no significa el nacimiento de un nuevo «eje del mal». Lo que será, ya lo veremos.

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