Formigoni y el programa político católico

La vida política de Formigoni comenzó cuando Italia era un país formalmente católico inmerso en un proceso de secularización. La experiencia de su fe, y su encuentro con Luigi Giussani, fundador de Comunión y Liberación, le llevó a comprometerse con lo que el Papa Francisco define como una de las más elevadas formas de la caridad. La pretensión de Formigoni consistió en hacer viable la Doctrina Social de la Iglesia. Sus gobiernos se caracterizaron por un principio rector: la centralidad de la persona en la libertad de elección. Principio que aplicó a materias como la salud, la educación, el empleo, la formación profesional, etc. Sus grandes batallas fueron la familia y la sanidad. Para este líder, la política siempre está ligada a la cultura y para el cristiano la cultura está unida a la fe. Como en la vida priman los contrastes, el drama de Formigoni fue que terminó su carrera condenado, injustamente según los suyos, por corrupción y preterido dentro de su movimiento eclesial.

Recordé esta historia no sólo por su inminente visita a España sino porque el Papa Francisco, con el documento 'Dignitas Infinita', queriéndolo o no, ha ofrecido las bases para un programa político de un partido, tal vez católico. Unos principios que antes se calificaban no negociables, formulación que ahora no suena tan bien. Monseñor Paglia dijo días atrás en 'Il Corriere della Sera' que «no es casualidad que el Papa ya no utilice la expresión principios no negociables, para evitar una falsa jerarquía, como si unos fueran más importantes que otros. Todo se sostiene, las cuestiones bioéticas y las cuestiones sociales». Sólo es necesario que haya católicos dispuestos a llevarlos a la práctica.