Fin de la enfermedad del Papa Francisco, ¿y de algo más?

Si algo ha demostrado el Papa Francisco, incluso en esta larga convalecencia, es que es un hábil estratega, sagaz y agudo, incluso cuando está enfermo. Desde el décimo piso de la habitación del Gemelli ha seguido marcando el rumbo de la Iglesia y decidiendo la gestión pública de su proceso, que no es precisamente fácil. Ahora llega la hora de medir las fuerzas con la realidad en un momento de la historia en el que, en pocas semanas, se está configurando un nuevo orden mundial que demanda, si cabe con más intensidad, un referente moral.

Una de las principales consecuencias de este proceso de salud del Papa ha sido la de que se han empezado a percibir cómo se puede configurar la Iglesia postFrancisco. Un proceso histórico al que algunos no quieren llegar y en el que otros desean estar cuanto antes. Pero la pregunta es qué ha pasado en este mes de estancia del Papa en el hospital y cómo lo que ha pasado condicionará el futuro de la Iglesia.

Un signo evidente y definitorio de este pontificado, desde el principio, ha sido que el Papa Francisco ha estado muy encima de los asuntos y no sólo de los principales. Es su forma de gobernar y de entender su relación con los que le rodean, también con los obispos del mundo. Una vez que el Papa vuelva a tomar las riendas del día a día del Vaticano, de la Iglesia, será difícil pensar que el pontificado continúe como si no hubiera pasado nada.